Religión

Los siete vicios capitales promovidos por la masonería

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Última parte del Mensaje explicativo del Apocalipsis Capítulo 13 que hace la Madre de Dios el 3 de Junio de 1989 en Milán.

«A las siete virtudes teologales y cardinales, que son el fruto de vivir en Gracia de Dios, la masonería opone la difusión de los siete vicios capitales, que son el fruto de vivir habitualmente en estado de pecado.

A la Fe, aquélla opone la soberbia; a la esperanza, la lujuria; a la caridad, la avaricia; a la prudencia, la ira; a la fortaleza, la pereza; a la justicia, la envidia; a la templanza, la gula.

Aquél que se hace víctima de los siete vicios capitales e conducido gradualmente a abandonar el culto debido al único Dios, para darlo a falsas divinidades, que son la personificación misma de todos estos vicios. En esto consiste la blasfemia más grande y más horrible.

He aquí por qué cada cabeza de la bestia tiene escrito un título blasfemo. Cada logia masónica tiene la incumbencia de hacer adorar una divinidad distinta.

La primera cabeza lleva el título blasfemo de la soberbia, que se opone a la virtud de la Fe y conduce a dar culto al dios de la razón humana y del orgullo, de la técnica y del´progreso.

La segunda cabeza lleva el título blasfemo de la lujuria, que se opone a la virtud de la Esperanza, y lleva a dar culto al dios de la sensualidad y de la impureza.

La tercera cabeza lleva el título blasfemo de avaricia, que se opone a la virtud de la Caridad, y difunde por doquier el culto al dios del dinero.

La cuarta cabeza lleva el título blasfemo de la ira, que se opone a la virtud de la Prudencia, y conduce a dar culto al dios de la discordia y de la división.

La quinta cabeza lleva el título blasfemo de la acidia (o pereza espiritual), que se opone a la virtud de la Fortaleza, y difunde el culto al ídolo del miedo, de la opinión pública y de la explotación del prójimo.

La sexta cabeza lleva el título blasfemo de la envidia, que se opone a la virtud de la Justicia, y lleva a dar culto al ídolo de la violencia y de la guerra.

La séptima cabeza lleva el título blasfemo de la gula, que se opone a la virtud de la Templanza, y conduce a dar culto al ídolo tan exaltado del hedonismo, del materialismo, del placer.

El objetivo de las logias masónicas hoy, es el de obrar con gran astucia, para llevar a la humanidad en todas partes a despreciar la Santa Ley de Dios, a obrar en abierta oposición a los Diez Mandamientos, a sustraer el culto debido al sólo Dios para darlo a los falsos ídolos, que son exaltados y adorados por un número creciente de hombres: la razón, la carne, el dinero, la discordia, el dominio, la violencia, el placer. De esa manera las almas son precipitadas en la tenebrosa esclavitud del mal, del vicio y del pecado, en el momento de la muerte y del Juicio de Dios, en el estanque de fuego eterno que es el infierno.

Ahora comprendan que, en estos tiempos, mi Corazón Inmaculado se hace su refugio y el camino seguro que los lleva a Dios, frente al terrible e insidioso ataque de la bestia negra, es decir, de la masonería.

En mi Corazón Inmaculado se delinea la táctica usada por su Madre Celestial, para contraatacar y vencer la astuta trama usad por la bestia negra.

Es por eso que formo a todos mis hijos en la observancia de los Diez Mandamientos de Dios; para vivir a la letra el Evangelio; para recibir con frecuencia los Sacramentos, especialmente la Penitencia y la Comunión Eucarística, como auxilios necesarios para vivir en Gracia de Dios; para practicar con fuerza las virtudes y para andar siempre por el camino del bien, del amor, de la pureza y de la santidad.

De ese modo, me sirvo de ustedes, pequeños hijos que se han consagrado a Mí, para desenmascarar todas estas insidias disimuladas que la bestia negra les tiende y, en fin, anular el gran ataque que la masonería, hoy, ha desencadenado contra Cristo y su Iglesia. Y al final, sobre todo con su gran derrota, aparecerá en todo su esplendor el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo».

Tomado del libro «A LOS SACERDOTES, HIJOS PREDILECTOS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN», del padre Stefano Gobbi.

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