Opinión

El dilema del orden político

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Las causas de la violencia y la inestabilidad política que vive la sociedad mexicana, es en gran medida, resultado de los malos gobiernos en el país

Por Carlos Díaz Ábrego

Desde la llegada del actual gobierno del presidente López Obrador, hemos tenido de todo, menos orden. Es verdad que nunca hemos sido un país o un pueblo que se destaque por el orden político, pero jamás nunca este caos, esta manera de vivir y sufrir por millones de mexicanos y familias que se debaten todos los días entre el desasosiego para tener lo mínimo que la constitución otorga a un mexicano: trabajo, alimento, medicinas, atención médica, etc.

Las causas de la violencia y la inestabilidad política que experimenta la sociedad mexicana, es en gran medida, resultado de los malos gobiernos que históricamente han gobernado el país. Muchos gobiernos emanados del fraude electoral y de las condiciones políticas que prevalecieron durante décadas. La sociedad lo permitió e hizo del estilo de gobernar, una forma y estilo de vida.

Hoy en día el cambio social nos ha llegado tarde ante el contexto internacional de sociedades que han sido veloces y eficaces en sus procesos de cambio y transición a la democracia. ¿Por qué menciono que ha sido tarde? Muy sencillo, todos por igual incluidas muchas generaciones, hemos dejado pasar la oportunidad de tener un rápido cambio social y de una veloz movilización política de nuevos grupos y liderazgos serios.

Hemos vivido durante varias décadas un lento, muy lento desarrollo de la democracia y de las instituciones políticas. Motivo por el cual, la construcción de un orden político ha sido lento, deficiente y lleno de imperfecciones al estilo «mexicano«. Sin embargo, las deficientes instituciones gubernamentales funcionaban con todo y sus deficiencias. El abastecimiento de medicamentos en el sector salud era una realidad y no una quimera como lo es hoy en día.  

Al no contar con un orden político mínimo en el país, el vacío de poder y autoridad es cubierto temporalmente por un liderazgo carismático como AMLO y por la fuerza militar que ha ido construyendo en estos dos años y medio de gobierno para ir creando gradualmente el andamiaje político y social que lo sustituya ahora que deje el poder. Todos sabemos, que ninguno de sus alfiles o «tapados» cuenta con el liderazgo mínimo y por ello fortalece al ejercito para cubrir ese vacío de poder que quedará cuando se marche.

Pero sólo la organización política puede llenar el vacío de poder en forma permanente y real, no ficticia ni temporariamente como lo que hace López Obrador con el ejército. Todo esto plantea un dilema serio: o bien las élites establecidas compiten entre sí para organizar a las masas por medio del sistema político existente, o las élites disidentes las organizan para derribar al actual gobierno que lleva al país a más miseria y pobreza.

De esto último me refiero con nombres y apellidos. Las élites establecidas de la mano de los partidos políticos y sus grupos de poder que apoyan y financian a los de siempre o bien, las élites disidentes como FRENA que representa a la sociedad pura y dura, de la mano de los mismos grupos de poder que hartos y preocupados de lo que vivimos aspiran a un nuevo cambio político y social.

No tengo duda y concluyo, que en las condiciones actuales que vivimos y ante el reto de ir al precipicio político, económico y social si llegará a ganar nuevamente Morena y López Obrador en el 2024, el que organiza su política y al pueblo, es el que controla el futuro.

¿No cree usted?

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