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El presidente cosecha lo que ha sembrado

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Por: Orquídea Fong

Tras el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador en el sentido de que encuentra contagiado por COVID-19, el debate en redes sociales se hizo explosivo.

Miles de personas (muchos de sus adversarios entre ellos) le desearon pronta recuperación y, en contraste, miles también expresaron que no creen que sea verdad que el mandatario esté contagiado.
Como muestra están las tendencias #NoLeCreo, #Mintió, #Hipócrita y #Detente.

La tendencia #NoLeCreo llegó, a la medianoche del domingo, mientras se redactan estas líneas, casi a los 40 mil tuits de manera totalmente orgánica. ¡Qué triste perdida de credibilidad! Qué tan grande tiene que ser cuando ni la muy humana confidencia hecha por el presidente sobre su vulnerabilidad ante la enfermedad logró ser creída.

¿Qué tan fracturada tiene que estar la imagen de un político cuando no se le cree que, tal como más de un millón de mexicanos, esté contagiado del virus que se expande por todos lados?

Y es que durante toda la pandemia no ha hecho más que mentir.

Claro está: surgieron los memes, crueles, despiadados. Por supuesto, también hubo abiertos y directos malos deseos. En respuesta, los simpatizantes de AMLO se condolieron de la crueldad y la rudeza expresada hacia el presidente. Se dijeron dolidos. Se dijeron asombrados.

Con todo y que a él, como un ser humano más, se le desea que supere la enfermedad, hay que admitir que con su criminal desprecio por la vida sembró esa desconfianza. Desprecio que fue apoyado, soslayado y confirmado por todos y cada uno de los miembros de su gabinete y por millones de sus simpatizantes.

Muchos que hoy se duelen del contagio del presidente no se sintieron igualmente conmovidos cuando, por miles, se fueron acumulando los muertos, que, oficialmente, suman casi 150 mil.

Al contrario, callaron. Callaron cuando AMLO mintió, tergiversó, malinformó. Cuando se burló, ironizó e hizo bromas. Callaron cuando AMLO:

-Dijo que el COVID-19 no era grave.

-Besuqueó a una niña, ya iniciada la contingencia sanitaria.

-Se burló de los cubrebocas. Decenas de veces.

-La primera vez que usó cubrebocas fue cuando viajó a Estados Unidos, porque allá sí lo exigían. Tal cual lo dijo.

-Dijo que eso de “taparle la boca a la gente” (con cubrebocas) fue algo que hizo Calderón para quitarle libertad a las personas.

-Dijo que no había evidencia científica de la utilidad del cubrebocas. Luego, su gobierno empezó a recomendarlo… A los 100 mil muertos.

-Se reunió con gente sin guardar distancia y sin mascarilla.

-Dijo que el COVID-219 sólo le da a los rateros y corruptos.

-Dijo que no se creyeran “de eso del COVID-19, no pasa nada”.

-Dijo que estaba protegido del virus porque tenía una estampita religiosa.

-Dejó pasar 40 mil muertos para admitir que era una tragedia.

-Jamás, jamás, se disculpó por sus erróneas apreciaciones.

-Decretó minutos de silencio para “honrar” a los muertos, pero no aprobó un Ingreso Mínimo Vital para apoyar a las personas que perdieron su empleo.

-Su gobierno culpó a las comorbilidades y la emprendió (en medio de una gravísima contracción económica) contra industrias que dan empleos (los pastelitos, botanas y refrescos) para culpar a la mala alimentación de las muertes y así desviar la atención del nulo manejo preventivo y de contención de su gobierno.

-En el pico más alto de la pandemia siguió haciendo giras de trabajo.

-Mintió abiertamente cuando dijo que fue “idea de México” que la ONU hiciese un llamado a la solidaridad para que todos los países accedieran a las vacunas por igual. Llamado que hizo el secretario general de la ONU el viernes 22.

-Armó brigadas de vacunación de 10 personas, sólo 2 de ellas personal médico.

-Mintió cuando dijo que Pfizer redujo las entregas a México porque México las “cedió a países pobres”. La verdad es que se suspendieron tres semanas las entregas porque se redujo la producción temporalmente, aunque la información que pude localizar indica que dicha reducción únicamente afectó a la Unión Europea.

-No suspendió TODO para canalizar dinero para atender la emergencia.

-Sostuvo y sostiene, pese a su negligencia criminal, a Hugo López Gatell al frente de la gestión de la pandemia.

-Puso una trampa a los gobernadores “autorizando” que compraran vacunas cuando sabía bien que ya no hay disponibles en el mercado, por lo menos hasta octubre.

-“Autorizó” a las empresas comprar vacunas, cuando sabe bien que por el estatus de uso de emergencia que tienen actualmente las vacunas aprobadas, ningún particular puede adquirirlas, solo los gobiernos nacionales y estatales.

De nada de eso hubo protesta

Es sintomático, altamente significativo que un anuncio que en un contexto normal conmueve a cualquiera, desate reacciones de rechazo, incredulidad y crueldad.

Es muestra de lo mucho que el presidente ha roto al país. Y no es justificación. No es ético, pero tales fenómenos siempre tienen una explicación.

Tristemente, el presidente mostró antes que nadie su infinito desprecio por la vida de los mexicanos. Más de 150 mil muertos se lo echan en cara, ahora que el enfermo es él.

Es francamente devastador.

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