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El Desertor: la historia del soldado que cambió de bando para sobrevivir en la segunda guerra mundial

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«Situaciones como esta nos recuerdan que no hay respuestas fáciles en la vida», dijo el director Florian Gallenbergera este periódico. «Mucha gente muere, pero también durante estos instantes hay personas enamorándose, niños naciendo… Es lo que tiene la vida. Las cosas más bonitas pasan justo al lado de las más horribles», añadió. El director no hablaba del Covid-19, se refería a lo que vivió durante la Segunda Guerra Mundial a Walter Proska, un soldado ficticio que vive en «El Desertor» algunas de las vivencias más íntimas del escritor alemán Siegfried Lenz.

Lenz se convirtió en uno de los autores más importantes de la literatura alemana de posguerra y contemporánea. Pero en su bibliografía se escondía un título, que fue rechazado por la editorial con la que solía publicar. Para poder leer «El desertor», una novela repleta de detalles biográficos, hubo que esperar dos años después de la muerte del escritor. En esta novela narra la historia de Walter Proska, un joven soldado que, tras unas vacaciones en casa, regresa al frente de batalla. Había sido asignado a una pequeña unidad de la Wehrmacht destinada a asegurar una línea de tren en el frente oriental. «Pero ese viaje cambiará su vida y nos permite hablar de un momento histórico muy importante», dijo el productor Jan Mojto a este periódico en pleno rodaje. Beta Film traslada la historia a la pequeña pantalla, en una miniserie de dos capítulos de dos horas de duración cada uno.

Un pasado común

Cualquier ciudadano europeo ha escuchado alguna anécdota bélica de sus mayores. Puede que ese pasado común fuera el que uniera a un equipo de rodaje, formado principalmente por polacos y alemanes. «Los que estamos aquí tenemos o hemos tenido un familiar que tuvo que luchar en la Segunda Guerra Mundial. Mi abuelo murió en el este de Polonia y, pese al tiempo que ha pasado, no sabemos dónde están sus restos», reconoció el director del proyecto, Florian Gallenberger. Para recrear esos campos de batalla y algunos despachos en los que Proska tuvo que luchar, Beta Film localizó gran parte del rodaje en Polonia. Cracovia fue una de las localizaciones principales de la ficción, la cual este periódico pudo visitar.

El equipo de «El desertor» solo tuvo que buscar bien, restaurar y acondicionar lugares que se escondían en un edificio que había pertenecido al gobierno años atrás. Se trataba de un intimidante inmueble que guardaba en su interior un patio y en su subsuelo, búnkeres. De habitaciones abandonadas crearon despachos dignos de los altos mandatarios de los ejércitos que combatieron en la IIGM, incluso colgaron mapas de la época que adornaban estancias repletas de documentos aparentemente escritos con una Continental en perfecto estado. «Sabemos que la relación entre Alemania y Polonia no siempre ha sido buena, pero creemos que es el momento de cambiarlo», apuntó el productor.

Amor o guerra

«El desertor» presenta a Walter Proska varado en la tierra de nadie de los bosques polacos, rodeado de partidarios, cuestionando el significado del deber, conciencia, amistad y amor. «Ese viaje de tren cambiará su vida por completo. En él conoce a Wanda, una polaca partisana de la que se enamora al instante, pero de la que no sabe con certeza si volverá a verla», explicó a este periódico Jannis Niewöhner, actor encargado de dar vida al protagonista. «Su realidad es que se encuentra en un bosque cercano a un pueblo de partisanos polacos rodeado de soldados que se están volviendo locos. Saben que van a perder la guerra y están luchando por algo en lo que no creen», continuó. Entre ellos se encuentra su único amigo, Wolfgang Kürschner (Sebastian Urzendowsky). «Entablan una buena relación cuando llegan a su destino, pero esta se complica cuando Wolfgang desaparece y decide cambiar de bando. Pero pronto volverán a encontrarse, cuando Proska se convierta en prisionero de los rusos. Por suerte para él, mi personaje puede liberarle», añade.

Malgorzata Mikolajczak interpreta a Wanda, una guerrillera polaca – Betafilm

Otros casos reales

El equipo de «El desertor» trabajó durante meses para asegurarse de que se trataba de una historia verosímil. Siegfried Lenz impregnó de tintes biográficos la novela, pero se desconoce en qué punto se pierde la realidad y dónde comienza la ficción. La historia que sí que es verídica es la de Fritz Schmenkel. Este alemán se convirtió en uno de los principales miembros de la resistencia contra el nazismo. Siguió las opiniones de su padre, quien fue asesinado a tiros durante una de las protestas contra el partido nazi en 1923, pese a la realidad en la que vivía. En diciembre de 1938, Fritz fue llamado a la Wehrmacht, pero se negó a prestar servicio. Alegó que sufría una enfermedad que le incapacitaba, pero eso no le libró de la prisión de Torgau.

Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, acordó unirse a la unidad que anteriormente le había llamado. En octubre de 1941, tras su puesta en libertad, Fritz fue inscrito en una escuela para comandantes de artillería junior y posteriormente enviado como parte de la 186 División de Infantería al Frente Oriental. Pero apenas un mes después se escapó de su unidad militar. Tras meses de huida, fue detenido por los soldados alemanes. Por suerte para él, ese mismo día un destacamento partidista asaltó la aldea donde se encontraban. El comandante de la guerrilla decidió mantener con vida a Schmenkel e incorporarlo a sus filas. Al principio, sus compañeros lo miraron con recelo, pero el tiempo le dio la oportunidad de demostrar su valía y un nuevo nombre, Ivan Ivanovich.

Un historia no apta para su época

«Inconcebible (…) extremadamente peligrosa en las circunstancias actuales»: esos fueron los términos que Otto Görner, lector de la editorial Hoffmann und Campe, utilizó para rechazar en 1951 la novela «El desertor». Siegfried Lenz, uno de los autores más importantes y ampliamente leídos de la literatura alemana de posguerra y contemporánea, perdió cualquier esperanza de ver publicada algún su obra, la que supuestamente podía acabar como un «fracaso artístico absoluto».

Pero el problema no era la historia que contaba este libro, era el momento. La editorial aludió a las «circunstancias actuales», eufemismo con el que aludía a las tensiones que entonces existían entre Alemania y el bloque soviético. El escritor lo comprendió, guardó la novela en uno de sus cajones y se encontró entre sus obras inéditas tras su muerte. «El desertor» fue publicada solo dos años después de su muerte. Además de en Alemania, fue editada en Dinamarca, Países Bajos, Turquía, Italia, Francia, China, Polonia, España y Eslovenia.

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