Religión

Un creciente comunismo cultural en occidente

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En una entrevista exclusiva concedida a LifeSiteNews, el obispo Schneider advirtió que el espíritu comunista se está extendiendo por los países que eran libres y cristianos.


Monseños Schneider se crio en la antigua Unión Soviética en el seno de una familia alemana cuyos antepasados se habían afincado en la región del Mar Negro en el siglo XIX. Numerosos alemanes se establecieron en la zona, y según el obispo se los conoció como los alemanes del Mar Negro. La mayoría se dedicaba a labores agrícolas. Llevaron consigo su fe y su cultura católicas y la mantuvieron en una zona ampliamente poblada por musulmanes y ortodoxos.

Después de la Segunda Guerra Mundial, sus padres fueron deportados por Stalin a campamentos donde realizaron trabajos forzados. Con el tiempo, sus padres recuperaron la libertad y pudieron instalarse en la república centroasiática de Kirguistán. Allí nació el obispo Schneider, al sur de Kazajistán, donde reside actualmente. Se crió asistiendo a iglesias católicas clandestinas, pues sus padres no abandonaron la fe de sus mayores, a pesar de que con el régimen comunista que gobernaba la zona era ilegal o estaba sujeto a graves restricciones.


Schneider explicó al reportero Jim Hale de LifeSiteNews que aunque su lengua materna y familiar era el alemán, asistió de niño y adolescente a colegios soviéticos y aprendió así también el ruso. Al cabo de los años, su familia consiguió emigrar a Alemania.


Hale preguntó al prelado si en vista de las cada vez mayores restricciones gubernamentales a causa del covid veía algún paralelo entre lo que pasa hoy en nuestra parte del mundo y la vida en la Unión Soviética.


Schneider respondió que en su opinión había un paralelo aunque a primera vista no lo parezca.


«La URSS y otros países comunistas querían reducir toda (…) la existencia humana al materialismo, a los aspectos materiales de la existencia», explicó.

«Eso mismo pasa cada vez más desde hace décadas en el mundo occidental. Hay una cultura materialista… Se podría decir que es una nueva forma de ateísmo, que es el otro pilar del sistema comunista».


Para el obispo, una reducida élite política dirige la vida de los ciudadanos de Occidente, en gran medida por medios tecnológicos. Expresó inquietud por la falta de derechos de propiedad privada actualmente en EE.UU. y Europa, refiriéndose con ello a los derechos de la persona sobre su propio cuerpo.

Con respecto a la obligación de vacunarse, afirmó: «Estamos viendo cada vez más que con la crisis del covid se está llegando a perder la autodeterminación sobre el propio cuerpo. Se pierde el derecho de propiedad sobre el cuerpo cuando el Estado o la reducida élite dirigente dice que ya no somos dueños de nuestro cuerpo».

Añadió que la persistencia de normas y la exigencia de salvoconductos sanitarios ha creado una especie de cárcel mundial en la que se vigila a todo el mundo.


Dijo además que, al igual que en la URSS, se trata a los ciudadanos como a niños, como si no tuvieran intelecto ni razón. La élite le dice a todo el mundo lo que tiene que hacer empleando la misma terminología en todo el mundo.


Según él, la normativa covidiana ha convertido al mundo en una sociedad de esclavos, una servidumbre.


Además de estos comentarios de temática social, monseñor Schneider relacionó la crisis de los gobiernos del mundo con la de la Iglesia Católica, en cuya jerarquía –afirmó– se ha infiltrado el espíritu materialista. Según el prelado, la deriva materialista del Vaticano se nota en el hincapié en la Madre Tierra. Destacó que el propio papa Francisco actúa como si las realidades terrenas, que son realidades materiales, estuvieran por encima del pastoreo de las almas.


Jim Hale preguntó al obispo si la raíz de ello estaba en un ideal utópico coherente con el marxismo que inspira a los comunistas a construir una especie de paraíso terrenal.


«Es, en efecto, comunismo –respondió Schneider–, porque Marx y Lenin afirmaban que el comunismo era el paraíso en la Tierra. Y ese espíritu ha calado hondo en la vida de la Iglesia y desgraciadamente es en la actualidad parte de los objetivos de la Santa Sede».


Para combatir ese espíritu materialista, Schneider exhortó a los fieles a restablecer la primacía del alma, de pastorear las almas y aspirar a la vida eterna. Añadió: «Ése es el núcleo del Evangelio. Por esa razón vino Jesucristo a redimirnos de los pecados, librarnos de la condenación eterna y abrirnos las puertas del Cielo».


En la Unión Soviética no era raro que el clero se asociara con los políticos y el Estado para obtener ventajas políticas. Hale preguntó a Schneider si le parecía aceptable que sedicentes católicos como Joe Binden y Nancy Pelosi comulguen a pesar de oponerse al movimiento provida y promover el aborto.


Scheider respondió que por ningún concepto debe recibir la Sagrada Comunión una figura destacada que promueva el aborto en tanto que no se arrepienta y se retracte públicamente de haber defendido esas ideas.

«¡Jamás!», recalcó.

El prelado añadió que eso se aplica también a todo político que defienda conductas contrarias a las enseñanzas de la Iglesia Católica.

«Esos políticos que promueven abiertamente el aborto y la unión entre personas del mismo sexo contravienen la doctrina de la Iglesia», señaló.

«¿Cómo pueden afirmar que están en plena comunión con la Iglesia si no están en comunión con su doctrina?»

Calificó de sacrilegio y de ofensa a Dios que un político que rechaza las enseñanzas de la Iglesia reciba la Sagrada Eucaristía, y añadió que sienta un precedente peligroso porque a los ojos de la gente da a entender que la Iglesia aprueba un pecado grave.

Añadió que atenta contra la caridad que los sacerdotes y los obispos den de comulgar a políticos como Biden y Pelosi; «Es como darles a comer su propia condenación». Lo calificó de «acción de guerra contra el amor al prójimo».

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