Tratando a José encontramos a Jesús
Jueves 11 de julio de 2024
A San José debemos acudir pidiendo que ampare y proteja a la Iglesia, pues es su defensor y protector. Le pedimos su ayuda en las necesidades de la familia, en las espirituales y en las materiales: Sancte Ioseph, ora pro eis, ora pro me… Ruega por ellos, ruega por mí.
Para los hombres y mujeres de nuestro tiempo, como para los de cualquier época, constituye San José una figura entrañable, venerable, cuya vocación y dignidad admiramos, y cuya fidelidad en servicio de Jesús y de María agradecemos; «por San José vamos directamente a María, y por María, a la fuente de toda santidad, Jesucristo». Él nos enseña a tratar a Jesús con piedad, con respeto y amor: Oh, feliz varón, bienaventurado José –le decimos con una antigua oración de la Iglesia–, a quien fue dado no solo ver y oír al Dios, a quien muchos reyes quisieron ver y no vieron, oír y no oyeron, sino también abrazarlo, besarlo, vestirlo y custodiarlo…, enséñanos a recibirlo con amor y reverencia en la Sagrada Comunión, danos una mayor finura de alma. «San José, Padre y Señor nuestro, castísimo, limpísimo, que has merecido llevar a Jesús Niño en tus brazos, y lavarle y abrazarle: enséñanos a tratar a nuestro Dios, a ser limpios, dignos de ser otros Cristos.
»Y ayúdanos a hacer y a enseñar, como Cristo, los caminos divinos –ocultos y luminosos–, diciendo a los hombres que pueden, en la tierra, tener de continuo una eficacia espiritual extraordinaria».
San José nos proporciona, además, un modelo, cuya enseñanza callada podemos y debemos empeñarnos en seguir. «José ha sido, en lo humano, maestro de Jesús; le ha tratado diariamente, con cariño delicado, y ha cuidado de Él con abnegación alegre. ¿No será esta una buena razón para que consideremos a este varón justo, a este Santo Patriarca en quien culmina la fe de la Antigua Alianza, como Maestro de vida interior? La vida interior no es otra cosa que el trato asiduo e íntimo con Cristo, para identificarnos con Él. Y José sabrá decirnos muchas cosas sobre Jesús. Por eso, no dejéis nunca su devoción, ite ad Ioseph, como ha dicho la tradición cristiana con una frase tomada del Antiguo Testamento (Gen 41, 55).
»Maestro de vida interior, trabajador empeñado en su tarea, servidor fiel de Dios en relación continua con Jesús: este es José. Ite ad Ioseph. Con San José, el cristiano aprende lo que es ser de Dios y estar plenamente entre los hombres, santificando el mundo. Tratad a José y encontraréis a Jesús. Tratad a José y encontraréis a María, que llenó siempre de paz el amable taller de Nazaret»