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Los muchachos intratables de los Rojos

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Domingo 17 de marzo de 2024

La rebeldía es la virtud original del hombre

Arthur Schopenhauer

Los tres eran irreverentes, arrogantes y audaces, unos verdaderos fugitivos de los buenos modales. Vivían el béisbol de una forma bastante intensa. 

Los Cincinnati Reds de 1990 lograron una proeza al adjudicarse la Serie Mundial enfrentándose a los Oakland Athletics, ya que los californianos partían como favoritos. Una pieza fundamental en ese logro fue un trío de relevistas, los denominados Nasty Boys.

Norman CharltonRandy Myers y Rob Dibble fueron unos adelantados a su tiempo. Mucho antes de los conceptos hoy en boga, como bullpening o “acortamiento del juego”; los Reds ya lo llevaban a cabo y de qué manera, gracias a este singular grupo de lanzadores. Si abordaban la séptima entrada con una ventaja en el score, había una garantía que esta tercia aseguraría el triunfo. Los equipos contrarios les temían y debían anotar temprano si querían aspirar al triunfo.

Debo mencionar que eran muy profesionales, unos artistas del juego, auténticos demoledores del strikeout. Crearon gran unión y compañerismo dentro del clubhouse. Pero, para ellos no había normas, ni reglas, realizaban las cosas siempre a su manera. Fuera del diamante eran sumamente ideáticos, locos y salvajes, siempre en contra de lo establecido. Su apariencia y estilo de cabello durante los entrenamientos los hacía lucir más como unos rebeldes surfistas que unos peloteros. Representaban en gran parte la esencia de ese equipo.

El origen de los Nasty Boys.

En un encuentro ante los Houston Astros, golpearon al mejor bateador texano Glenn Davis en tres ocasiones, ninguno de los lanzamientos que lo impactaron registró menos de 96 mph en el radar, una auténtica locura. Se habló de que los Astros tomarían represalias a lo que el bullpen de Reds respondió: “Si quieren jugar ese juego, lo haremos con gusto”. Un periodista en Houston mencionó: “Eso es muy desagradable (nasty en inglés)”. Las cosas ahí quedaron, pero los relevistas de Ohio asumieron, tomando en cuenta el comentario del reportero: “Está bien, seremos los Nasty Boys”.

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El origen de los Nasty Boys.

Su popularidad empezó a crecer a raudales, se creó una auténtica marca registrada bajo ese seudónimo. Sabían que eran buenos, ellos salían al campo y disfrutaban su momento. “Era más que béisbol, nos divertíamos tanto en el día a día, similar a cuando participábamos en las Ligas Pequeñas”, declaró Dibble alguna vez. Asimismo, dijo: “La clave de nuestro éxito fue que existían pocas envidias y éramos muy generosos entre nosotros”. Si uno no andaba bien ese día, no importaba si otro conseguía el salvamento, de esta manera Myers se adjudicó 31, Dibble 11 y Charlton 2 para un total de 44 rescates combinados.

Las dificultades del equipo

Los Reds eran comandados por el dirigente Lou Piniella, eran un equipo veterano que jugaban con el combustible limitado, tuvieron que irlo midiendo a medida que transcurría el año. Iniciaron implacables esa temporada con 9 ganados consecutivos. Al iniciar junio estaban 31-12 y lucían muy poderosos. Sin embargo, a partir de esa fecha su récord fue de 60 victorias y 59 derrotas, aun así, concluyeron como campeones de la División Oeste.

Piniella reconoció que el equipo tenía debilidades para confrontar esa postemporada, debía hacer ajustes para ampliar sus posibilidades. Eran pocos lanzadores abridores que brillaban, por no decir que solo uno, me refiero a José Rijo, MVP del Clásico de Otoño con grandes apariciones desde el montículo. Jack Armstrong, Tom Browning y Danny Jackson ofrecían poca estabilidad. De esa manera sacó de su rotación abridora a Norm Charlton y lo envió al tándem de relevistas. Charlton fue el complemento perfecto para un sólido dúo de apagafuegos conformado por Rob Dibble y Randy Myers.

Estadísticas impactantes

Los Nasty Boys impusieron condiciones en el calendario regular, capaces de dominar a los bateadores contrarios en ambos lados de la caja de bateo. En el análisis de esto vemos que a Norm Charlton le batearon para .233 de AVG los bateadores derechos y .224 los zurdos; Randy Myers permitió a los diestros .197 y a los zurdos .181 de AVG. Rob Dibble obtuvo cifras bajas de .181 de AVG a bateadores derechos y .185 de AVG a los siniestros.

Pese a su éxito en la temporada, su hito se gestó realmente en la postemporada. Se convirtieron en imbateables para cerrar ese año. Esta terna permitió una solitaria carrera limpia en 15.2 entradas tras 6 juegos ante los Pittsburgh Pirates en la final de la Liga Nacional y blanqueó a Oakland en la Serie Mundial tras 8.2 entradas en 4 juegos. Eliminaron a 20 Pirates por la vía del strikeout y a 7 Athletics. Sus totales en todos los playoffs fueron 24.1 entradas, 1 carrera limpia permitida, ERA 0.37 y 27 abanicados.

Desglose uno a uno de los Nasty Boys

Norman Charlton “El sheriff”, fue un sensacional látigo zurdo, fiero competidor, sus rectas alcanzaban con facilidad las 95 mph. Solía utilizar las esquinas de afuera o adentro, no le importaba si encontraba una espalda como destino final de su disparo. Fue conocido también como “El genio” ya que egresó de la universidad de Rice, caracterizada por admitir alumnos de excelente desempeño estudiantil, ahí obtuvo tres títulos profesionales. Fue pieza fundamental cuando el equipo empezó a caerse en el año al conseguir algunas victorias como abridor y darle algo de descanso a su rotación original. Después, Piniella lo reenvió al bullpen y de ahí ya sabemos la historia.

En una jugada para el recuerdo en ese año, Norm arrolló bruscamente al receptor de Los Angeles Dodgers Mike Scioscia en un intento de anotar una carrera, mientras que el cátcher intentaba bloquear el home, en esa jugada no se tentó el corazón para hacerlo. Una noche antes Scioscia había eliminado a Eric Davis de los Reds en una jugada muy similar, Charlton no permitió que esa historia se repitiera. “¿Fue necesaria esa jugada? No, no lo fue. ¿Lo volvería a hacer? Si, lo haría de nuevo” citó Norm, a pregunta expresa de los medios.

Randy Myers, también lanzaba como zurdo, su sobrenombre “Psycho”. Era un seguidor de la milicia, en su casillero guardaba granadas de mano desactivadas, espadas, carrilleras de balas y algunos cartuchos. Fue un lanzador muy dominante, desarrolló una mejor carrera en comparación con sus otros dos compañeros. Participó en 4 juegos de estrellas. Pertenece al club de los 300 salvamentos de por vida. En esa temporada de 1990 fue el MVP de la Serie de Campeonato del viejo circuito ante Pittsburgh Pirates junto a Dibble. En 1986 ya había conseguido un anillo de campeón con los New York Mets. Ostenta la máxima cantidad de salvamentos para un pitcher siniestro en un solo año, en 1993 consiguió 53 rescates. Elegido relevista del año en MLB en 1993 y 1995. Un brillante lanzador abridor en sus años universitarios y también en Ligas Menores, los Mets tuvieron que subirlo al primer equipo debido a su talento, pero estaban copados en la rotación de abridores. Con jugadores como Doc Gooden, Ron Starling, Bob Ojeda o Sid Fernández, había poco espacio para el joven en ese rol, por lo que lo habilitaron como relevista.

Rob Dibble, su carta de presentación: una recta que registraba en el velocímetro hasta las 100 mph. Conocido como “El oficial”, posiblemente era el más imponente del triunvirato. Recetó 500 strikeouts a sus rivales en sus primeras 368 entradas lanzadas de su carrera, el más rápido en conseguirlo hasta ese entonces. Promedió 12.5 SO/9 IP en 1990, genial. Lo que impresiona es que un año antes estableció una marca con 12.8 SO/9 IP y en los siguientes dos años también superó su propio récord, dejándolo 14.2 SO/9 IP en 1992. Hace unos meses los aficionados lo votaron en el equipo ideal de la historia de los Reds como uno de los integrantes del bullpen junto a Aroldis Chapman y John Franco.

Rob era de carácter difícil y explosivo, se excusaba en lo que él llamaba “el calor del momento”. Posterior a una mala aparición de relevo, en una clara señal de disgusto, lanzó la pelota desde el montículo hasta el área de bleachers detrás de la barda del centerfield golpeando en el codo a Meg Porter, una maestra de 1er grado escolar. Él reconoció públicamente que debía de madurar. En 1992 protagonizó una pelea y discusión memorables nada más y nada menos que con su mánager Lou Piniella, al cual derribó frente a los medios de comunicación dentro del área de los vestidores. Los dos eran conocidos por encenderse a la mínima provocación. Fue un blanco frecuente de multas y suspensiones porque golpeaba a los bateadores intencionalmente y arrojaba bates con ira si algo le disgustaba.

De acuerdo con Dibble, los Nasty Boys también incluían a Tim Layana y a Tim Birtsas. Sin embargo, serán siempre recordados como un trío. En general los relevistas son volátiles, los equipos no suelen mantener juntos durante mucho tiempo a un grupo talentoso. Con los Nasty Boys en los Reds no fue la excepción, Myers no brilló en 1991 y salió del club; Dibble perdió el control en 1993, jamás lo recuperó; Charlton jugó con Reds hasta 1992 y migró a Seattle. La verdadera magia de los tres se conjuntó en 1990.

Stan Williams, su coach de pitcheo, el cual contribuyó a desarrollarlos, llamó a este sensacional grupo como el “mejor trío de bullpen” en la historia. No podemos asegurarlo de una forma tajante, sin embargo, cuando se considere en un futuro sobre quiénes pueden entrar en esta categoría, sin duda, siempre se tomarán en cuenta a los Nasty Boys como un punto de referencia.

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