Religión

Anécdotas del Cura de Ars

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Martes 19 de diciembre de 2023

El santo cura de Ars tuvo la inspiración de hacer una Fundación de misas para pedir la conversión de los paganos de países extranjeros.

Él le pidió al buen Dios que, si era su voluntad, le enviara el dinero para hacer esta Fundación caritativa, porque él no tenía dinero.

Les recomendó a las niñas de la casa de la Providencia hacer una novena por esta intención.

Al poco tiempo, una de las chicas de la Providencia le dijo: Hemos hecho la novena, pero parece que no ha tenido efecto… Sin embargo, cuando menos se pensaba, él nos dijo: Ya tengo para hacer la Fundación…

Había encontrado en una bolsa vacía muchas monedas de oro entre las que había un luis de oro (doble).

Después de contar los escudos uno por uno y sacudir bien la bolsa, parecía que las monedas de oro que él había visto habían desaparecido. Él creyó que se las habían robado.

Pero, cosa asombrosa, encontró el luis de oro doble y uno o dos de los simples. Yo los he visto según vaciaba la bolsa. Él colocó mil francos para la Fundación.

Pidió a mi compañera, si tenía una bolsa para meter el dinero sobrante. Le dio una mala bolsa y él la sacudió varias veces para confirmar que estaba vacía.

Colocó el dinero en ella y lo llevó a su casa. Vació la bolsa sobre la mesa y la sacudió bien antes de meterla en el armario, y, al echarla, oyó un ruido. Era otra moneda de oro de aquellas que él creía que le habían robado. Él creyó que había sido el demonio que no quería aquella Fundación y, para darle más rabia, añadió a esta Fundación otros 500 francos.

Él recibía dinero de Francia, Bélgica, Inglaterra y Alemania por mil canales distintos. Recibía sumas considerables, cuya procedencia era siempre un impenetrable secreto…

Algunas veces, cuando estaba en apuros, rompía la cabeza de los santos (les fastidiaba con sus peticiones) y él encontraba dinero (milagrosamente) en el bolsillo, sobre la mesa, en los cajones y hasta en las cenizas de su fogón…

Cuando tuvo la inspiración de establecer una Fundación en honor de la Santísima Virgen, le dijo: “Madre mía, si esta Obra te es agradable, dame los fondos para hacerla”. El mismo día en el catecismo nos dijo que había encontrado 200 francos en el cajón.

Él comprometía a personas que tenían medios para unirse a su Obra… Y, cuando tenía la suma requerida la colocaba de modo que pudiera tener las rentas para pagar los gastos de la misión o los honorarios de misas…

Así hizo un gran número de Fundaciones inscritas en los registros de la parroquia. Y él llegó a encontrar dinero milagroso para sus limosnas y sus buenas obras. Él no pedía para sí, pues se olvidaba de sus necesidades, pero el buen Dios se complacía en recompensar su desinterés personal.

La señora Ricotier cuenta que un día fue a verla y le dijo: Me faltan 200 francos para enviar el dinero para una nueva Fundación. ¿Quisiera darme ese dinero a cambio de esta alba que me pertenece? Yo acepté el trato.

El dinero para las Fundaciones se lo confiaba al conde de Cibeins, vecino de Trevoux, para que estuviera asegurado, incluso después de su muerte.

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