Religión

La ira de Bergoglio hace rodar otra cabeza

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Viernes 1 de diciembre de 2023

Ayer dábamos la noticia de la visita fraterna que recibirá Mons. Nicolás Baisi ordenada por el Vaticano.

Ya conocemos las fraternidades de Francisco, aprendidas de las fraternidades jesuitas.

Cuando algún provincial de la Compañía debía reprender, castigar o trasladar a alguno de los padres, hacía dejar por debajo de la puerta de la celda del castigado una breve esquela con su orden inapelable.

Un exquisito ejemplo de caridad. El Papa Francisco, en cambio, se esconde detrás de un visitador —en este caso será el obispo de Temuco— que no es más que un figurante.

Sea cual sea lo que se diga en el informe, Mons. Baisi será desposeído de su diócesis, por las buenas o por las malas.

La situación era previsible. Ayer decíamos que la ira del Papa Francisco cuando se enteró del arrollador triunfo de Javier Milei en las elecciones del domingo pasado fue descomunal.

Busca culpables y quiere venganza. No es creíble la versión de los vaticanistas argentinos que escriben en Clarín o La Nación, que hablan de la grandeza del Papa argentino que se rebajó llamando por teléfono al presidente electo.

Lo hizo, en el mejor de los casos, como táctica  de alguna estrategia que está maquinando. Su candidato a la presidencia era el peronista de izquierda Juan Grabois —“Cuiden a Juancito”, les decía a quienes lo visitaban en Santa Marta—, pero este señor apenas arañó un 5,5% de los votos en las elecciones primarias.

El mal menor era, entonces, Sergio Massa, y por eso ordenó a sus soldaditos villeros que militaran a este personaje y esperaba lo mismo del resto del episcopado.

Pero no sucedió. Ganó Milei, el que lo trató en repetidas ocasiones de “representante del Maligno en la tierra” y de “comunista”. Y al que el mismo Bergoglio comparó con Hitler y trató de payaso y de flautista de Hamelin.

Es probable que esas iras hayan sido las que dispararon una decisión que hace ya algunos meses estaba tomada: la expulsión de Mons. Baisi de su sede, ubicada en el extremo nordeste de Argentina.

Y los motivos son dos. El primero, de carácter “étnico”. Baisi es el hijo dilecto de Mons. Héctor Aguer, arzobispo emérito de La Plata e histórico enemigo de Bergoglio.

Y el Papa continúa con su plan de lenta venganza y “limpieza ética” en el episcopado argentino. 

Recordemos que en los casos más recientes de limpieza ética, por ejemplo serbios y albano-kosobares en la ex-Yugoslavia, o hutos y tutsis en Ruanda, el mecanismo fue el mismo: se asesina al padre y a los hijos varones, y se viola a la esposa y a las hijas mujeres, de modo que  los niños que nazcan pertenezcan ya a la otra etnia. 

Bergoglio “asesinó” a Aguer poco tiempo después de que éste cumpliera los 75 años, y está asesinando a sus hijos: Pedro Martínez y Eduardo Taussig, y no sería extraño que pronto cayera también Mons. Samuel Jofré, obispo de Villa María.

Nunca olvidará la foto de arriba tomada en 2019. Afortunadamente, Mons. Aguer no fundó una congregación de monjas…

Pero al hijo varón que más se parece a su padre es Baisi. Y se le asemeja también en su valentía. Y fue justamente un acto de arrojo totalmente inusual en el ámbito del episcopado de la era francisquista el que, según fuentes del Dicasterio de los Obispos, le valió la misericordiación.

En mayo de este año, el obispo de Puerto Iguazú envió a la Conferencia Episcopal Argentina un informe sobre la última reunión plenaria de ese cuerpo.

Lo pueden leer más abajo. Allí dice con parresía lo que cualquier católico con fe, amor a Cristo y a su Iglesia, y sentido común diría. Pero esas cosas no se pueden decir. Esas cosas van contra el “programa”.

Es que, efectivamente, se trata de un “programa” o de una “agenda” que hay que cumplir a rajatabla. Esto lo dijo Mons. Strickland hace pocos días. 

Y el programa del Papa Francisco, luego de diez años de pontificado, resulta muy claro: transformar la Iglesia católica en una institución desleída y despojada de todo elemento sagrado y sobrenatural, y que haga referencia solamente a un Dios más o menos difuso y común a todas las religiones de la tierra, que sea la excusa a la que acudir para implantar las nuevas normas éticas: cuidado de la Madre Tierra, acogida de los inmigrantes, normalización de las conductas homosexuales, etc. El obispo que no se adapta a este programa es “desprogramado”.

Veremos qué hace Mons. Baisi. ¡Qué ejemplar y alentador sería que no renunciara y que forzara a Francisco a despojarlo de su diócesis! 

Otro obispo argentino en proceso de misericordiación

Hace pocas horas el blog español siempre bien informado de la Cigüeña de la Torre nos decía que “furioso por los resultados electorales en Argentina, con la peor derrota histórica sufrida por su peronismo, el Papa Francisco continúa con su afán de «misericordiar» buenos obispos. 

La elocuencia avasallante de las urnas en su país lo ha llevado, en los últimos días, a descargar sus iras con miembros del episcopado argentino.

Por un lado, se siente como «traicionado» por buena parte de su cúpula; que, según él, «no hizo todo lo posible para restarle votos a Milei, en favor de Massa»; y, por el otro, ha puesto en su mira a un puñadito de obispos fieles -que se pueden contar, en Argentina, con los dedos de una mano-, a los que considera poco funcionales a su ideología”. 

Pues bien, el primero de ese pequeño puñado de obispos fieles en caer será Mons. Nicolás Baisi, obispo de Puerto Iguazú, quien ha sido notificado por el Dicasterio de los Obispos que en diciembre recibirá una visita fraterna a raíz de algunas noticias que ha recibido la Santa Sede con cuestionamientos sobre el gobierno pastoral de la diócesis.

El visitador fraterno será el obispo de Temuco (Chile), Mons. Jorge Enrique Concha Cayuqueo, con un perfil más bien inquietante. 

Ya sabemos cómo terminan las visitas fraternas. Mons. Biasi, en los primeros meses del año próximo, será presionado para que renuncie. Y, si no lo hace, será despojado de su diócesis como los fue Mons. Strickland.

Esta es la misericordia, esta es la sinodalidad, esta es la escucha y estos son los lugares que Francisco prepara para todos, todos, todos

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