Religión

¿Entendemos lo qué es verdaderamente el pecado?

Spread the love

Domingo 22 de octubre de 2023

En muchos hombres se va perdiendo el sentido del pecado, y, consiguientemente, el sentido de Dios.

No es raro que en el cine, en la televisión, en comentarios de prensa se enjuicien ideas y hechos contrarios a la ley de Dios como asuntos normales, que a veces se deploran por sus consecuencias dañinas para la sociedad y para el individuo, pero sin referencia alguna al Creador.

En otras ocasiones, se exponen estos hechos como sucesos que atraen la curiosidad pública, pero sin darles una mayor trascendencia: infidelidades matrimoniales, hechos escandalosos, difamaciones, faltas contra el honor, divorcios, estafas, prevaricaciones, cohechos…

No faltan quienes, aun llamándose cristianos, se recrean en esas situaciones, las consideran con detenimiento, entrevistan a sus protagonistas… y parece como si no se atrevieran a llamarlas por su nombre.

En todo caso, se suele olvidar lo más importante: la relación con Dios, que es lo que da el verdadero sentido a lo humano.

Se juzga con criterios muy alejados del sentir de Dios, como si Él no existiera o no contara en los asuntos de la vida.

Es un ambiente pagano generalizado, parecido al que encontraron los primeros cristianos, y que hemos de cambiar, como ellos hicieron.

En nuestra propia vida sentiremos el peso de nuestros pecados solo cuando consideremos esas faltas, ante todo, como ofensas a Dios, que nos separan de Él y nos vuelven torpes y sordos para oír al Paráclito, al Espíritu Santo, en el alma.

Cuando las propias debilidades no se relacionan con el Señor, ocurre lo que ya hacía notar San Agustín: hay –afirma el Santo– quienes, al cometer cierta clase de pecados, se imaginan no pecar, porque dicen que no hacen mal a nadie.

¡Qué gracia tan grande, por el contrario, sentir el peso de nuestras faltas, que nos llevará a hacer actos reiterados de contrición y a desear ardientemente la Confesión frecuente, donde el alma se purifica y se dispone para estar cerca de Dios! «Si no andáis encorvado y entristecido por el pecado, no le habéis conocido (el mal cometido) –enseña San Juan de Ávila–.

Pesa el pecado: sicut onus grave gravatae sunt super me (Sal 37, 5). Más pesa el pecado que yo… ¿Qué cosa es el pecado? Una deuda insoluble, una carga insoportable que ni quintales pesan tanto».

Y más adelante dice el Santo: «No hay carga tan pesada, ¿por qué no la sentimos? Porque no hemos sentido la bondad de Dios». 

San Pedro descubrió en la pesca milagrosa la divinidad de Cristo y su propia poquedad. Por eso se echó a los pies de Jesús y le dijo: Apártate de mí, Señor, que soy un pobre pecador. Pedía al Señor que se apartara, porque le parecía que, con la oscuridad de sus flaquezas, no podría soportar su radiante luz.

Y mientras sus palabras declaraban su indignidad, los ojos y toda su actitud rogaban a Jesús fervientemente que lo tomaran con Él para siempre.

Deja una respuesta