Arte y culturaEspectáculos

PUCCINI, LAS COSTURERAS Y LA BOHEMIA

Spread the love

Jueves 5 de octubre de 2023

Hubo una época en la que Giacomo Puccini estaba muy lejos de ser un acomodado y reconocido compositor de ópera que derrochaba dinero alegremente en coches y mujeres.

De hecho, en su juventud estuvo mucho más cerca de las estrecheces que vivían los protagonistas de su obra «La Bohème», una ópera maravillosa que ahora es profusamente representada pero que en su estreno, allá por 1896, resultó un absoluto fracaso.

«La Bohème» puede que sea la obra más bella y convincente de Puccini, que no es decir poco en un autor que también nos regaló óperas del calibre de Tosca, Madame Butterfly o Manon Lescaut.

En «La Bohème» no se nos muestran grandes gestas o mitificadas leyendas. Nos habla de la vida misma iluminada por el resplandor de las pequeñas cosas, «Piccole cose» que decía Puccini; no hay tampoco héroes, reyes o seres legendarios, tan solo un par de pobres enamorados: el poeta «Rodolfo» y la modistilla «Mimí», que viven en una muy modesta buhardilla del barrio latino de París, acosados por el frio y la escasez durante una nochebuena.

Puede que sea ese acercamiento a la vida real y a las privaciones que cualquiera puede padecer lo que hiciera de esta opera, pasado el tiempo, una obra de tanto éxito.

Puccini y los libretistas Giacosa e Illica trabajaron denodadamente durante tres años para adaptar la novela folletinesca de Murger «Escenas de la vida Bohemia» hasta llevar a la desesperación al empresario Ricordi: «Os confieso que por este continuo rehacer, retocar, añadir, corregir, cortar, pegar, hinchar aquí para desinflar allá, estoy exhausto».

Puccini no pudo evitar introducir en esta opera algunos guiños a su propia vida y a las experiencias de su época de estudiante en el conservatorio de Milán, tiempo en el que compartía piso con Mascagni, otro gran compositor de operas.

De hecho la escena en la que estando ya Mimí muy enferma y Colline, un filósofo amigo de la pareja de enamorados, marcha a vender su abrigo para poder comprarle medicinas (Vecchia zimarra, senti / «Viejo abrigo, escucha»), estaba inspirada en un recuerdo de juventud de Puccini, quien al parecer tuvo una novia costurera (como Mimí) y no teniendo dinero, empeñó su abrigo para poder invitarla a cenar una noche.

Con los años comentaba de esta anécdota: «A la mitad del invierno ya había roto con ella; pero sin abrigo tuve que estar todo aquel invierno». Seguro que fue una cena maravillosa.

En comentarios dejamos las famosas piezas «Si, mi chiamo Mimí» y «Che gelida manina» en las voces del tenor mexicano Rolando Villazón y Anna Netrebko.

Deja una respuesta