Religión

No basta con el ejemplo: es preciso dar doctrina

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Lunes 28 de agosto de 2023

No basta con el ejemplo: es preciso dar doctrina, aprovechando todas las ocasiones y creándolas.

Hacer y enseñar, ejemplo y doctrina. «No basta el hacer para enseñar –escribe San Juan Crisóstomo–, y esto no lo digo yo, sino el mismo Cristo: el que hiciere -dice- y enseñare, ese será llamado grande (Mt 5, 19). Si el mero hacer fuera enseñar, sobraría la segunda parte del dicho del Señor, pues habría bastado con decir: el que hiciere; al distinguir las dos cosas nos da a entender que en la perfecta edificación de las almas tienen su parte las obras y la suya las palabras, y mutuamente se necesitan». No se trata de cosas contrapuestas ni separadas: hablar es un signo, una noticia de Cristo; y vivir es también un signo, un modo de enseñar, que confirma la veracidad del primero. El apostolado «no consiste solo en el testimonio de vida; el verdadero apóstol busca ocasiones para anunciar a Cristo con la palabra, ya a los no creyentes para llevarlos a la fe, ya a los fieles, para instruirlos, confirmarlos y estimularlos a una vida más santa». ¿Qué puede significar para un pagano la buena conducta de un cristiano, si no se le habla del tesoro, Cristo, que hemos encontrado? No damos ejemplo de nosotros mismos, sino de Cristo. Somos sus testigos en el mundo; y un testigo no lo es de sí mismo: da testimonio de una verdad o de unos hechos que debe enseñar. Vivir la fe y proclamar su doctrina es lo que nos pide Jesús.

A través de la propia vida, buscando las ocasiones para hablar, no desaprovechando ni una sola oportunidad que se nos presente, damos a conocer al Señor. Nuestra tarea consiste, en buena parte, en hacer alegre y amable el camino que lleva a Cristo. Si actuamos así, muchos se animarán a seguirlo, y a llevar la alegría y la paz del Señor a otros hombres.

Cuando aquella mujer del pueblo, maravillada por la doctrina de Jesús, hace el elogio de la Madre del Señor, Jesús responde: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan. Nadie como María Santísima ha cumplido esa recomendación de su Hijo; a Ella, que es para nosotros ejemplo amable de todas las virtudes, nos encomendamos para sacar adelante nuestros propósitos de ejemplaridad en la conducta diaria.

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