Religión

¿Por qué Dios hizo un milagro en la Jornada Mundial de la Juventud?

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Cabe preguntarse por qué Dios quiso hacer un milagro durante la JMJ, en la cual se ejercieron abusos litúrgicos (jóvenes dando la comunión, Cristo Eucarístico metido en unas «cajas de zapatos»), o se difundieron doctrinas ajenas al catolicismo cuando no incompatibles con la Fe (ecología integral, colonialismo, justicia climática…), incluso un sacerdote fue reprendido por dar la comunión en la boca… y tantas otras cuestiones que desconocemos. Tampoco pasó desapercibido que el obispo aux. de Lisboa se encargara de que todos supieran que no se pretendía convertir a nadie en absoluto durante el evento. 

Por otra parte, se sabe que la Misa/adoración eucarística se realizó sobre un solar plagado de excrementos humanos depositados en las capas inferiores de la tierra (que debían sufrir una transformación antes de ser incorporados al agua) dando un marco repugnante a las ceremonias litúrgicas.

Con estas credenciales, a pesar de que muchos jóvenes y no pocos sacerdotes asistieron en su mayoría con ganas de avivar su fe y de dar testimonio, no parecía que el Cielo estuviera muy dispuesto a ejercer sus favores, en este caso devolviéndole la vista a una joven.

Yo lo interpreto así:

La joven y un gran grupo de personas cercanas al Opus Dei había comenzado una novena a la Virgen de las Nieves que culminaba con la fiesta el 5 de agosto y coincidía con su estancia en Lisboa. Por tanto, el milagro del Cielo hubiera ocurrido en cualquier parte. Es la respuesta de la Virgen a la fe del Pueblo, pero quiso servirse precisamente de la fama de la JMJ para que se difundiese el favor entre miles de personas que de otro modo no hubieran sabido del amor de María con sus hijos, y más en el mes de agosto plagado de fiestas marianas.

El milagro de la Virgen, pienso, fue, además un detalle para con el Opus Dei, ya que al día siguiente Bergoglio lo fulminaría reduciéndolo a una asociación clerical pública que expulsaba de la estructura canónica a los fieles laicos, unos fieles que habían recibido una vocación de Dios a santificarse en medio del mundo. Ningún obispo, ni Bergoglio ni nadie tiene permiso divino para despedir a los llamados por Dios a esta Obra.

Además, se pueden incardinar en el nuevo Opus Dei, sacerdotes. Qué facil es que el obispo introduzca a infiltrados para derribarlo definitivamente.

El castigo ya está preparado. Que tiemblen los culpables que combaten a Dios pensando que pueden ganarle. 

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