Opinión

Cuidado al seleccionar candidatos

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Viernes 14 de julio de 2023

Elegir a la persona que tendrá a su cargo representar a un partido político en un proceso electoral, es un tema muy delicado.

La persona debe ser capaz de despertar simpatías y provocar que la gente se identifique con su personalidad y su discurso. En ello radica la posibilidad de que tenga éxito o fracase.

Por lógica, la persona que representa a un partido político debiera ser alguien que encarne o represente los ideales o los principios de la institución; y precisamente el asunto es que el abanderado sea capaz de convencer a la comunidad de la conveniencia de adherirse a sus postulados y seguir la línea de conducta que plantea.

Cuando esto no sucede, por falta de convicción o por provenir de un ámbito ajeno al del partido que se busca representar, los resultados que se obtienen no son buenos.

Véase lo acontecido en el Estado de México, donde la incapacidad de la candidata postulada por VA POR MÉXICO, para emocionar al panismo, derivó en sentimientos generalizados de desidia e indiferencia, que provocaron un significativo abstencionismo, que se tradujo en una escandalosa derrota.

Hagamos caso de las lecciones que nos brinda la historia. No somos partidarios de Damián Zepeda, pero vale la pena revisar sus planteamientos y en tal sentido, ser cuidadosos para establecer alianzas y mucho más al elegir candidatos, porque en ello va de por medio, el éxito o el fracaso.

Cuando se elige un representante ajeno a una causa, comunidad o partido, se pierden identidad, emoción, sentido de pertenencia, congruencia y sobre todo, empatía.

Esto no significa que deban cerrarse las puertas a personas de otra extracción, sino que subraya la obligación de ser cuidadoso y responsable al elegir representante.

Porque hacer de un individuo ajeno el abanderado, implica admitir que se tienen carencias en las virtudes indispensables en los cuadros políticos para lograr el triunfo y esto de suyo es grave, pero resulta serlo mucho más aún, cuando existe en el partido, material humano que cuenta con el perfil idóneo y no se recurre a ellos, merced a que no satisfacen tales o cuales intereses particulares o de grupo.

En el último supuesto planteado, no echar mano de la persona adecuada para representante o candidato, por no alinearse a determinados intereses (personales o de grupo), es garantía completa de derrota y de fracaso.

Tome nota quien deba, porque esto, no se limita al simple hecho de un revés electoral, ni a la pérdida de empleos o privilegios para los seguidores de una causa partidista; va de por medio el futuro de nuestra entidad y nuestro país.

Las alternativas a elegir son democracia o dictadura, progreso o retroceso; y no dependen en exclusiva de una sola persona o una cohorte de privilegiados, sino de una ciudadanía que debe demostrar ser madura, responsable y con criterio para elegir.

Las dádivas se toman, las presiones se ignoran, a la hora de votar, en la intimidad de la casilla, solo Dios y cada uno de nosotros, sabremos a quien decidimos apoyar.

De acertar en la elección o fallar en ella, depende nuestro futuro inmediato y el de las generaciones por venir.

Basta para tal efecto, ver el lío en que nos ha metido, la elección visceral, irresponsable, sin meditar y pletórica de emociones desordenadas de más de treinta millones de tarugos que no recordaron que la cabeza sirve para algo más que para sostener el cabello.

Seguimos pendientes.

Dios, Patria y Libertad

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