Religión

Hacia una posible reforma del cónclave

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Iglesia de Santa María de Collemaggio, en L’Aquila, lugar de celebración del Gran Perdón

¿Qué pasaría si Francisco quisiera reformar el cónclave y, además, promulgar nuevas reglas en caso de sede vacante, es decir, el período particular de interregno durante el cual la Iglesia espera la elección de un nuevo pontífice romano? Una hipótesis bastante creíble que ha sacudido el cerrado círculo de los vaticanistas romanos.

La reunión del Consejo de Cardenales -denominado «C8» dado su formato actual- del 21 de junio de 2022 no pasó desapercibida en el pequeño mundo de los vaticanistas. Quizá primero por su duración sorprendentemente corta: una hora, cuando en el pasado se extendía a menudo durante varios días.

Quizá también, y sobre todo, por el lacónico informe de la Oficina de Prensa de la Santa Sede: «después de una mesa redonda sobre la aplicación de la nueva Constitución Apostólica, el trabajo del Consejo se ha centrado en ciertos aspectos organizativos y temáticos de la próxima reunión de todos los cardenales prevista para el 29 y 30 de agosto».

El próximo consistorio público ordinario parece, por tanto, acaparar toda la atención del círculo íntimo del argentino: de ahí a ver en esto el signo de una nueva reforma, hay solo un paso que más de un observador en Roma ya se ha atrevido a dar.

Para Andrea Gagliarducci –reconocido vaticanista que colabora en diversos títulos de prensa– la hipótesis más probable, y que circularía por los pasillos de los palacios apostólicos, sería la de una reorganización del período sede vacante. Esto habría sido mencionado en la última reunión del C8.

Bergoglio quisiera abolir el sistema de congregaciones generales, es decir, las sesiones previas al cónclave donde se reúnen, según sus afinidades, los cardenales de todas las edades, para preparar la próxima elección del nuevo sucesor de Pedro.

Ya no es un misterio que la elección de Francisco fue preparada en gran parte durante estas congregaciones por el llamado Grupo de San Galo, que reunía a los altos prelados más reformistas del Sacro Colegio.

En lugar de las congregaciones generales, los porporati se organizarían en diferentes grupos de los que quedarían excluidos los cardenales mayores de 80 años, eligiendo cada grupo un relator que conduciría la discusión: una forma de restar espontaneidad a los debates, incluso de dirigirlos, y silenciar a los prelados ancianos, entre los cuales hay todavía varios conservadores…

Otra reforma afectaría a la elección en sí misma: se podría aumentar el número máximo de cardenales electores a 130 o 140, con la posibilidad de reducir el umbral de dos tercios de los votos que el elegido debe reunir, en caso de que se produzca un estancamiento en la votación. Por lo tanto, la elección estaría aún más sujeta a compromisos políticos que antes.

Con motivo de la visita prevista a L’Aquila, capital de Abruzzo, donde Francisco acudirá para presidir el «Gran Perdón», instituido en 1294 por el Papa Celestino V, uno de los pocos pontífices romanos que ha dimitido en la Historia de la Iglesia, antes del consistorio anunciado en agosto, algunos piensan que el argentino podría dimitir.

Pero Francisco ha tenido cuidado en negar este rumor en dos ocasiones. Sin embargo, no descartó renunciar cuando ya no se sienta capaz de gobernar la Iglesia. Por lo tanto, los vaticanistas pueden continuar especulando…

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