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La atracción del pato laqueado y otros manjares más o menos exóticos en la 4T

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La 4T pregona austeridad a voz en cuello. El presidente López Obrador para tratar que le creamos, le entra con singular brío y ánimo a cuanto antojito tiene a su alcance.

Incluso se sirven en las recepciones oficiales, haciéndonos evocar los tiempos del Echeverriato, en los que la compañera María Esther (esa sí, primera dama), mandaba se sirvieran en toda ocasión platillos mexicanos acompañados de aguas de distintos sabores. Bien dicen los que saben, que López Obrador no es socialista, sino un vulgar populista.

Pero a pesar de su pregonada austeridad, hemos podido constatar que López Obrador deja la frugalidad para el discurso, habida cuenta de su propensión a la ropa y accesorios de marca, que se caracterizan por sus precios onerosos.

Y si el Jefe no se priva de nada, obvio es que sus corifeos tampoco. Uno de los personajes más notorios en dicho sentido, es el diputado Changoleón, tal y como Lilly Téllez, ha bautizado al inefable Gerardo Fernández Noroña.

El émulo del personaje de incógnito, no oculta su afición hacia la buena vida y públicamente ha defendido su atracción por lo caro. Consideramos que tiene razón, no hay nadie a quien no guste vivir bien.

Lo malo es ser hipócrita y pretender ser de gustos sencillos, cuando se tiene especial predilección por el lujo y el boato. Tal es el caso de muchos funcionarios y legisladores de la 4T: muy austeros para el discurso, pero muy fifis en su consumo personal.

Así nos lo comprueba, Pablo Gómez, flamante titular de la UIF, que sucumbió ante el encanto del pato laqueado del Hunan, restaurante de postín, frecuentado por los conservadores, donde fue visto en compañía de una rubia de no malos bigotes.

Es la misma canción con Yeidckol Polenvsky, mejor conocida en el bajo mundo como Citlalli Ibáñez, que se dice muy partidaria del socialismo, pero que le gusta el oropel y la vida del Jet set.

En el xtokoy solar tampoco se cantan mal las rancheras: tal es el caso de Mario Mex, el anodino líder estatal de MORENA, que no bien accedió al caudal del erario público, se apuró a dejarse ver en lugares a los que antes no tenía acceso, porque sus complejos lo hacían marginarse.

Idéntico es el caso de Rogerio Castro, flamante senador de MORENA e integrante del sindicato del INFONAVIT, que no bien aprendió a comer con cubiertos, que empezó a frecuentar sitios lujosos.

Como puede verse, la 4T es afecta a que la justicia se haga en los bueyes del prójimo y ha relegado al discurso la patraña de la austeridad republicana, bulo en el que por desgracia, millones de paisanos aún creen.

Seguimos pendientes…

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