México

López Obrador no vacila en exhibir a su hijo y victimizarlo, para distraer la opinión pública

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Tras el asesinato de dos sacerdotes jesuitas en Chihuahua, a manos del crimen organizado, el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió jugar en horas laborales, un partido de béisbol, en el que participaron ex jugadores profesionales.

Al encuentro, acudió su hijo Jesús Ernesto, de acuerdo a una fotografía difundida por su propio padre.

El hijo del presidente se notaba evidentemente pasado de peso, desaliñado y vistiendo una playera muy cara, lo que lo convirtió en víctima de sangrientos comentarios en redes sociales.

En mérito de ello, la gráfica se volvió tendencia, junto con el hashtag (etiqueta) #RotoFlan.

En mérito de ello, compartimos con nuestros amables lectores, las siguientes disquisiciones, que implican un comentario muy políticamente incorrecto y que puede herir susceptibilidades.

¿Es correcto burlarse de un menor de edad por su apariencia física? La decencia dicta que no se debe hacer. De hecho, es un precepto básico de la educación y el respeto adquiridos desde casa.

Pero…

Existen muchas situaciones en torno a esta imagen que no pueden en lo absoluto ser pasadas por alto. Por el contrario, merecen ser analizadas plenamente. Y ojo, describir la situación de la foto, no es ofender. Ciertamente, de la descripción es de donde nace la burla.

Es innegable que en la foto vemos a quien dice ser presidente de la república, disfrazado de beisbolista, en horario laboral, en día plenamente hábil, perdiendo el tiempo en un encuentro deportivo, mientras existen infinidad de asuntos que requieren tanto de su atención, como de su tiempo.

Frente a él (López Obrador) vemos a su hijo, representando plenamente la trivialización de temas relevantes.

Vemos a un muchacho de quince años, con evidente obesidad mórbida y bastante desaliñado.

Resulta obvio que López Obrador atiende a su hijo, exactamente de la misma manera que como lo hace con el país.

Si le preguntamos al presidente acerca de las características físicas de su hijo y lo que lo ocasionó, no debiera sorprendernos que salga con su cantaleta caduca de que tiene otros datos. Ciertamente, esa pregunta nunca va a ocurrir gracias a nuestra arrastrada prensa.

Pero en redes sociales es otro cantar. No solo es pregunta, ya son una serie de afirmaciones que resultan de pleno escándalo. Puede ser que no sea falso pero se exagera; la descripción de Jesús Ernesto es clara. Es un niño obeso y desaliñado. Se puede decir de muchas formas.

El acuse de recibo de esta situación por parte del grupo de López Obrador es bastante revelador. Es evidente que buena parte del gabinete ha salido en defensa de Jesús Ernesto. Utilizando funcionarios públicos para limpiar la imagen ¿Del niño?

No solo los funcionarios integrantes del gabinete de López Obrador se han unido en esta cruzada en defensa de Jesús Ernesto, también lo han hecho aquellos personajes indignos, que han ido entregando las instituciones autónomas del país y que han servido como portadores del mensaje.

Un ejemplo de ellos, es Arturo Zaldívar, ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Léase: le ha dolido infinitamente está situación a López Obrador y su grupo de cortesanos en el poder. Es algo que se percibe de manera evidente.

Nuevamente reflexionamos: ¿Defienden al niño? Para nada. Defienden, primeramente, al presidente, quien ocasionó intencional y voluntariamente está situación.

¿Qué razón existía para que López Obrador permitiera y autorizara la exhibición de esta fotografía? Sabemos que durante el último año, le ha ido de la fregada. La realidad se desborda, mientras su discurso está agotado. Por ello, tiene que recurrir diariamente a un nuevo distractor. A algo que desvíe la atención de su persona y de sus actos u omisiones.

Por ello, sin el menor escrúpulo y sin sentir remordimiento alguno, aventó a su hijo a la opinión pública, para que fuera la comidilla, y evitar que la gente hable de lo importante.

Doble error. Nada le impide a las personas seguir tocando los temas importantes, pero además López Obrador ha conseguido que su hijo sea objeto de burla.

Los cercanos al presidente notaron el doble error y están tratando de salvar la situación, revictimizando ellos mismos al chamaco.

No han sentido remordimiento en mantener vigente el hashtag #RotoFlan. Hay muchas maneras de hacer control de daños, sin enfocar la atención de la gente hacia la obesidad del niño.

¿Cómo debería reaccionar la opinión pública ante esta situación? La política de la corrección pública dice #ConLosNinosNo; pero la realidad dice otra cosa muy diferente.

Empecemos por algo básico: ¿Qué respeto merecen López Obrador y los lamesuelas del régimen?

El respeto, al igual que las mentadas de madre, se ganan a pulso; ciertamente, López Obrador no ha hecho ni el intento de ganarse el respeto; ha llegado a burlarse incluso de las masacres.

Al menos para un servidor, López Obrador no merece el más mínimo respeto, ya que ni siquiera ha ofrecido respeto por la vida de los mexicanos.

Aquí están pues, las consecuencias. ¿Su hijo merece respeto? Definitivamente si.
¿Esta situación que creó el propio presidente en torno a su hijo, merece respeto? Definitivamente no.

Nada nos impide utilizar la descripción de la imagen, como un reflejo de la situación actual del país. Habrá quien lo use de forma por demás ruda y ofensiva; nuevamente, como consecuencia de situaciones previas.

Lo más interesante es que el grupo en el poder, reclama respeto para los menores de edad, cuando ellos no han hecho lo propio.

Lo que se siembra, es lo que se cosecha y justo lo que se recibe. No se puede exigir aquello que nunca se ha dado.

López Obrador y su grupo han sido plenamente conscientes de sus acciones. No debiera sorprenderles el resultado de las mismas, aún cuando vayan en contra de la decencia y el respeto.

No en balde sentencia la Biblia: con la vara que midas, serás medido. Los políticos deberían recordar esto, muy especialmente.

Seguimos pendientes…

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