Religión

Otra vez Bergoglio causa escándalo, esta vez por efigie en sus ornamentos

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Jorge Mario Bergoglio Siboli ha protagonizado un papado salpicado de escándalos. Comenzando por su cuestionable asunción a la silla de Pedro, manchada por la sombra de la duda, si no es que francamente de la ilegalidad, desde el momento en que la renuncia de Benedicto XVI contenía errores ortográficos y gramaticales que la hacían nula, pues existe un canon que marca la nulidad de todo documento oficial que presente estos vicios.

No podemos olvidar el incidente de la mafia de San Galo, confesado por el cardenal belga Gotfried Danieels, que invalida el pontificado de Bergoglio, en mérito de un canon puesto en vigor por Juan Pablo II, que prohíbe confabular y hacer reuniones ajenas al sitio del Cónclave, con la intención de elegir Papa. Sobre quienes participaren en estos conciliábulos y sobre el que favorecieren, pesa pena de excomunión latae sententiae, que haría de Bergoglio, en el mejor de los casos (que fuera ajeno a la conjura), un antipapa involuntario.

A ello podemos agregar el crucifijo que Bergoglio porta, que no es un crucifijo católico, sino uno que presenta un personaje con los brazos cruzados sobre el pecho, como algunas momias egipcias, cuya imagen es usada por ocultistas para perversos fines.

Amén de lo anterior, debemos agregar el catálogo de blasfemias y herejías proferidos por el falso pontífice, que van desde no condenar la homosexualidad (la Biblia está repleta de citas que lo hacen), hasta decir que la crucifixión es el fracaso de Dios, que Nuestro Señor Jesucristo tenía sangre pagana, que la Santísima Virgen no es corredentora, sino sólo una santita, que Lutero es un testigo del Evangelio, fomentar el culto a la Pachamama y un catálogo de barbaridades que indignan a todo buen creyente.

No podemos dejar de tomar en cuenta el odio que Bergoglio profesa a la misa tradicional y a todo lo que huela a sana doctrina y tradición. En cambio, el antipapa Francisco se regocija dejándose ver con judíos, masones, protestantes y promotores del aborto, a los que gustoso incorpora a las academias dependientes del Vaticano.

Bergoglio es un populista consumado, que padece como Andrés Manuel López Obrador, una señalada disentería cerebral y verbal y que como lo hace el mandatario mexicano, profesa similar odio a cuanto parezca provenir de la tradición o de quienes estigmatiza como conservadores.

Pero a todo lo anterior, Bergoglio ha añadido una perla más: la imagen de un monigote, que semeja un marciano (o tal vez un demonio) que el falso pastor lleva en su estola y que definitivamente, es una efigie que no tiene nada de católica.

¿Será posible que la papolatría, auspiciada por los medios de comunicación al servicio de los enemigos tradicionales de la Iglesia, como son la masonería, el protestantismo, la judería internacional y el Nuevo Orden Mundial, tengan a los creyentes tan ciegos que no se den cuenta de cómo Bergoglio busca destruir la Iglesia y sepultar sus valores, arrasándola desde sus cimientos?

Jorge Mario Bergoglio Siboli no es el Papa legítimo y sus actos, contrarios a la fe y la sana doctrina lo confirman. El Papa Reinante es por tanto, Benedicto XVI, que está en sede impedida, tal y como ha dado a conocer el periodista italiano Andrea Cionci.

Seguimos pendientes…

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