¿Quiénes y por qué quieren destruir la Iglesia desde adentro?
Las profecías de Jesucristo y las de la Virgen María sobre la demolición de la Iglesia desde adentro se están cumpliendo ahora.
Hemos sido avisados desde hace 2000 años por Jesucristo, y repetido luego por las apariciones marianas, que vendrían lobos vestidos de ovejas para demoler la fe católica desde adentro de la Iglesia.
Y hoy hemos llegado al tiempo en que eso está sucediendo y es suficientemente visible para cualquier católico atento.
Aquí hablaremos sobre cómo es el modus operandi de quienes están tratando de demoler la fe y la doctrina desde adentro de la Iglesia, para transformarla en un humanismo, alejado de las verdades bíblicas, para acercarla a la moral del mundo.
Con el objetivo de que sepas identificar la intención de las cosas que escuchas en los templos.
Varias visiones de místicos, entre ellas las de Ana Catalina Emmerich, describen un futuro en que la Iglesia es destruida desde adentro por infiltraciones, herejías y pastores de vida disoluta.
Ella describe este proceso como una demolición, pero no como una bomba que cae de repente y no deja más que escombros.
Sino como una destrucción digamos artesanal, por parte de los enemigos internos, que toman su martillo comunicacional y día a día golpean y golpean al cuerpo de Cristo, y así van destruyendo el templo.
Nuestra Señora nos advirtió de esto en las apariciones de La Salette, Garabandal, Akita.
E incluso la parte del tercer secreto de Fátima no revelada por el Vaticano, se referiría a esto, según quienes la han leído.
Una gran apostasía que vendría desde la propia jerarquía de la Iglesia.
Que es lo que Jesús informó a sus discípulos, cuando dijo que la iglesia sería infiltrada por los enemigos de Dios.
Profetizó que mientras todo el mundo durmiera, un enemigo vendría a sembrar cizaña entre el trigo.
Lo expresó claramente diciendo que muchos se apartarán de la fe y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos.
De modo que no podemos decir que no hemos sido avisados.
Y además ahora lo estamos viendo en vivo y en directo, porque ese tiempo ha llegado.
Estamos viviendo en los días de una de las pérdidas de fe más grandes de la historia.
Laicos individuales, grupos o parroquias, congregaciones enteras, se están apartando de las enseñanzas de Jesús.
Y aun así se siguen llamando católicos.
Algunos ni se dan cuenta que están abandonando la fe.
Abogan por valores exactamente contrarios a los que expone el Catecismo de la Iglesia Católica respecto a la conservación de la vida, a la sexualidad humana, al matrimonio.
Y ni qué decir que sostienen la cada vez más extendida idea de que satanás no existe, así como tampoco el infierno.
La deriva les está llevando cada vez más lejos de la verdadera fe bíblica.
Y les hacen la guerra a quienes permanecen fieles a ella, uniéndose a los enemigos externos del cristianismo para combatirlos.
Y es particularmente peligroso, porque estos lobos se disfrazan de ovejas, demoliendo la fe cristiana desde los ambones, bajo el pretexto de que hay que modernizar lo que creen los cristianos.
Conduciendo a laicos, que desde décadas han sido mal catequizados a propósito, a creer que Jesucristo no vino a traer una verdad para todo tiempo y lugar, sino palabras para la época en que vivió.
Pero si estos propios laicos que los escuchan supieran los supuestos en que se basan estos demoledores, se darían cuenta de inmediato que están siendo engañados.
Pero les ocultan su verdadera doctrina utilizando palabras clásicas del cristianismo pero dándoles otro sentido.
Esto es lo que condenó San Pío X llamándole modernismo, diciendo que es la síntesis de todas las herejías, y que hoy podemos llamarle progresismo.
El modernismo parte del supuesto de que la religión no tiene otro fundamento que el sentimiento religioso.
Y por lo tanto considera a la Escritura como mero testimonio de tal sentimiento y no como la revelación de Dios y la palabra de Jesucristo.
El cristianismo ya no es la revelación y el cumplimiento de la serie de demandas que Dios planteó en las Escrituras.
Sino la experiencia personal de lo divino en medio del mundo, que se puede obtener en cualquier lado sin estar atado a moralidades, porque la moralidad puede cambiar de época en época.
Es por eso que podemos ver que algunos que se dicen católicos sostienen moralidades antagónicas al catecismo.
Y sin embargo no hay acuerdo entre los obispos para denunciarlos, como por ejemplo pasó con políticos de EE.UU., a quienes no se les niega la comunión a pesar de que proclaman una moral antagónica a la del Catecismo, como si fuera la católica.
Además, como el sentimiento religioso es generalizado en la humanidad, los progresistas sostienen que todas las religiones tienen el mismo valor.
Contrariando expresamente las palabras de Jesucristo que dijo «Yo soy el camino la verdad y la vida, nadie va al Padre si no es por mí», Juan 14.
Los modernistas han difundido la idea de que gran parte de los Evangelios son invenciones, relatos no históricos o simple reflejo de la experiencia de la primera comunidad.
Que Cristo no tenía muy claro que él era Dios y ni siquiera el Mesías.
Y que la resurrección fue algo meramente espiritual y no histórico, de manera que Cristo, más que resucitar, sigue vivo en Dios, o en el recuerdo de sus discípulos.
O sea que es una forma camuflada de decir que Cristo, murió pero queda su recuerdo como gran maestro espiritual.
Consideran la misa como un banquete para compartir entre los cristianos, y no como el memorial del sacrificio de Jesucristo en la cruz.
Del mismo modo que consideran la multiplicación de los panes y los peces en la Biblia no como milagros de multiplicación de estos alimentos, sino como el milagro de que todos compartieran una cena.
Y son escépticos en general a todos los milagros descritos en la Biblia y en las vidas de los santos, y especialmente a todo lo sobrenatural y de las apariciones marianas.
Niegan o minimizan por ejemplo que el Mar Rojo se abriera para dejar pasar a los judíos perseguidos por los carros del Faraón.
Niegan la transubstanciación del pan y el vino en la carne y la sangre de Cristo celebrados en la Liturgia, pero cómo es difícil que los fieles no reaccionen negativamente, tratan de quitarle importancia o solemnidad a la transubstanciación.
Consideran el amor de Dios aislado de Su justicia, justificando así la permisividad moral.
Se refieren a la Santa Tradición, como costumbres arraigadas.
Niegan que el pecador tenga que pasar por el sufrimiento purificador en la tierra o en el purgatorio, creyendo que es suficiente para un pecador desear la salvación y será salvo.
Minimizan la importancia de los poderes angélicos y demoníacos en la historia del mundo y la vida moral de cada hombre.
Reinterpretan la tentación demoníaca como efectos emocionales y trastornos mentales.
Y cuando hablan del demonio no se refieren a un ser sino a una expresión humana, sin decirlo expresamente.
Aceptan las enseñanzas evolucionistas acerca de la creación del mundo y del hombre, al punto que llegan a decir que Adán y Eva nunca existieron.
Para ellos la confesión es una descarga emocional porque no ponen énfasis en la enmienda de vida de quien confiesa.
Pero todas estas cosas no las dicen directamente, porque entonces los fieles reaccionarían, sino que van introduciendo la duda.
Y cuando los enfrentan dan marcha atrás, se corrigen, pero luego vuelven a la carga.
Como por ejemplo sucedió con el General de los Jesuitas Arturo Sosa Abascal, que dijo una vez que el diablo no existe, que es una figura simbólica para expresar el mal, y la presión de los fieles le hizo retractarse.
Pero un tiempo después repitió lo mismo y nuevamente tuvo que retractarse.
Cada uno de estos modernistas progresistas es un guerrillero que trata de deconstruir el armazón moral del cristianismo de los apóstoles, desde uno o más puntos de vista.
Que unido a otros que hacen lo mismo con otros puntos de vista, forman un movimiento amorfo.
Por lo tanto este movimiento no tiene unidad ni una doctrina establecida, es más que nada un principio de demolición de la doctrina católica establecida desde hace 2000 años.
Hoy por ejemplo vemos claramente la expresión progresista en el Camino Sinodal de la Iglesia alemana, que propone reformar la doctrina católica y bíblica sobre la sexualidad humana, sobre el matrimonio, la ordenación de sacerdotes casados y no heterosexuales, la ordenación de mujeres.
Para ellos el mandamiento central es el segundo mandamiento, amar al prójimo como a ti mismo
Que despegado del primero, amar a Dios por sobre todas las cosas, lleva a la tolerancia, la compasión y sintonizar con las necesidades de los otros, sólo en términos del amor humano, o sea el humanismo.
Y desde el punto de vista global son partidarios de la unión de todas las religiones, de un gobierno mundial y de que los estados adquieran más poder en la vida de los ciudadanos.
En resumen, los progresistas o modernistas tienen por objetivo demoler la doctrina histórica del catolicismo, incluyendo la credibilidad de la Biblia, para que la religión se acompase a los valores morales de cada época.
Pero actúan en las sombras, inoculando la duda y la prescindencia sobre todo lo que fue el catolicismo desde el principio de la historia.
Y lo hacen desde posiciones de poder en los ambones y en los obispados, llevando a los fieles que está en los bancos a la apostasía progresiva.