Religión

¡No te arrodilles!

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Lunes 25 de septiembre de 2023

La frase comienza a ser visible a través de letreros colocados en muchas iglesias alrededor del mundo, principalmente en países de Europa.

Igualmente, muchos sacerdotes instan a sus feligreses a no ponerse de hinojos, escudando sus argumentos en un equivocado concepto de la bondad paternal de Dios, que sugieren, no puede gozarse en la contemplación de sus hijos humillados, prosternándose.

Pero la realidad es muy distinta. Arrodillarse nos ayuda a reconocer que estamos en presencia de Dios, que si bien es padre misericordioso, no podemos olvidar que es el Señor del Universo.

A menudo surge la pregunta: ¿Por qué nos arrodillamos durante la Misa, especialmente cuando diferentes parroquias se acercan a arrodillarse durante la liturgia de la Eucaristía de diferentes maneras? 

Entendemos que el arrodillarse es una señal de respeto y reverencia a lo divino, pero ¿siempre ha sido así?

La historia arroja algo de luz y plantea algunos problemas. Aunque hay referencias bíblicas de personas arrodilladas en la presencia de Dios, incluido Jesús en el Huerto de Getsemaní, los primeros cristianos probablemente solo se arrodillaban ocasionalmente para orar. 

En su mayoría eran judíos, y la forma judía general de reverencia a Dios a través de la oración era estar de pie con los brazos levantados y, a veces, inclinados. 

Arrodillarse estaba reservado para formas de súplica especiales, formas más intensas de súplica.

Por lo tanto, durante los primeros siglos del cristianismo, arrodillarse habría sido parte del culto cristiano, pero no una postura dominante en comparación con estar de pie con los brazos en alto. 

(Esta postura de pie continúa entre nuestros parientes ortodoxos que rara vez se arrodillan durante la misa).

A lo largo de los siglos, esta práctica desarrolló nuevas formas. Como el judaísmo y el cristianismo se dividieron en dos religiones separadas y distintas, una práctica diferenciadora sería arrodillarse en comparación con estar de pie durante la oración comunitaria. 

Más tarde, cuando el cristianismo se convirtió en la religión dominante del Imperio Romano y después de los reinos europeos, adoptó las formas reales de mostrar reverencia, humildad y lealtad. 

Como señala el historiador Eusebio, arrodillarse era la postura corporal preferida del emperador Constantino cuando rezaba sus devociones. Esto habría dado un fuerte ejemplo a todos los demás cristianos del Imperio Romano. 

Siglos más tarde, un siervo mostraría lealtad a un rey o señor arrodillándose, y el desarrollo histórico y la inculturación habrían jugado un papel decisivo.

Las posturas del cuerpo varían en el cristianismo alrededor del mundo, pero todas están destinadas a recordarnos que estamos poniéndonos en la presencia de Dios a propósito. 

Como católicos, creemos que la presencia de Dios siempre está ya con nosotros. A través de la postura corporal y la disciplina mental, intencionalmente nos recordamos a nosotros mismos que estamos con Dios. 

En la oración y durante la Misa, las posturas corporales nos ayudan a pasar de nuestras rutinas diarias y nuestra conciencia de la vida a un enfoque más intencional sobre dónde y cómo Dios ya se está moviendo siempre en nuestras vidas. Mostramos reverencia y nos abrimos a Dios.

De ahí la contradicción implícita en los letreros que mandan no arrodillarse. ¿Cómo podría sensatamente permanecer de pie, ante su amo, un mal servidor, que no solo ha malversado los bienes que se le han confiado, sino que además comparece sucio y desastrado, tras revolcarse en la inmundicia?

No hagan caso, velen, oren, pidan perdón, den gracias y ¡ARRODÍLLENSE!

Dios, Patria y Libertad

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