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Salud, el talón de aquiles de la 4T

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Las recientes declaraciones en televisión del Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud no sólo fueron desafortunadas, de nuevo abrieron la caja de pandora que puede costar mucho al gobierno de la pretendida cuarta transformación porque le ha dado en su talón de Aquiles, en incumplimiento de la salud universal.

La promesa de salud para todos copiando el modelo de países nórdicos fue una bandera que se quiso izar con toda magnificencia cuando, por la desaparición del Seguro Popular -según plagado de corrupción y de ineficiencia- se sirvieron en charola de plata las reformas y recursos presupuestarios para la creación del nuevo modelo de salud a través del llamado Instituto de Salud para el Bienestar -Insabi– que a este tiempo, no termina de cuajar y menos de despegar. Tocado fatalmente por la pandemia, uno de los institutos estrella del gobierno de la República prácticamente está diluido. Su creación, afirman algunos especialistas, ha sido una de las causas que ha propiciado el problema del desabasto de medicamentos, además de la carencia de garantías de insumos y servicios necesarios que, de alguna manera u otra, el Seguro Popular ofrecía a los pacientes.

La pasarela de funcionarios y la lista de buenos deseos han querido ser la tabla de salvación de un buque que se hunde. Mientras centenares de enfermos y sus familiares muestran que no son sólo 20 ni están pagados por los odiados grupos conservadores, los malabares del presidente de la República ya no soportan más este circo de promesas fallidas. De acuerdo con la misma presidencia de la República, el 31 de julio de 2020 se firmó un acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos -UNOPS- para la gestión de la compra consolidada de medicamentos y material de curación 2021-2024 en vigor desde el 11 de agosto de 2020 y equivalente a 100 mil millones de pesos. A este convenio se sumaron otras instituciones del Sector Salud: el Instituto Mexicano del Seguro Social, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, Petróleos Mexicanos, la Secretaría de la Defensa Nacional, la Secretaría de Marina, la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad, el Órgano de Prevención y Readaptación Social y 26 estados adheridos.

No obstante, esto ha sido una danza de cifras, de presuntas adquisiciones de medicamentos consolidados, de convenios con organismos internacionales, asignaciones de partidas presupuestarias para la compra de los invisibles medicamentos… todo ha derivado en un resultado que no puede ser controvertido:  enfermos y sus familias tomando calles, médicos y trabajadores de salud encabezando una rebelión pacífica en redes sociales para denunciar las precarias condiciones de trabajo en donde no sólo su talento y profesionalismo, también su ingenio, han resultado en el milagro de procurar la salud a pesar de las pifias políticas.

Sin embargo, la gravedad de la situación es el incumplimiento de la promesa presidencial de tener medicamentos exhibiendo las inconsistencias e incompetencia de los responsables cuando las instancias del gobierno de México no incluyeron 620 claves de medicinas y material de curación en la compra consolidada planeada por la Oficina de la Naciones Unidas de Servicios para Proyectos.

Con atinada visión, los obispos de México, en el Proyecto Global de Pastoral -PGP 2031-2033- advertían sobre seguridad social: “Nos preocupa el abandono a muchas personas mayores que se encuentran desprotegidas y que el sistema colapse ante el aumento de ciertos padecimientos emergentes”. La situación se agrava aún más cuando el sistema de salud vive de los peores momentos echando por tierra uno de los principios rectores de la ética del presidente de México y su ideología de transformación: No mentir… no a costa de la salud de miles de mexicanos.

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