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Pablo Gamboa y la soberbia del poder

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Hay quien se cree hecho a mano y considera merecerlo todo. Hay quien por haber nacido en pañales de seda y haber disfrutado de siempre del poder y sus privilegios, supone que todo mundo debe hacerle caravanas.

Tal es el caso de Pablo Gamboa Minet, vástago del poderoso Emilio Gamboa Patrón, el más importante factotum del sistema político contemporáneo, al que sin duda, por ver los logros de su progenitor, se le ha ocurrido que hacerse del poder político es tan simple como enchílame una gorda.

Pero no es así. Los niños popis como Pablo, suponen que el pueblo está integrado por un hatajo de muertos de hambre, incapaces del raciocinio y que se dejan llevar por sus impulsos más primarios, sin tener capacidad para discernir.

Precisamente con esa convicción, suponemos, es que Pablo y sus colaboradores, decidieron volver a intentar la diputación federal por el tercer distrito, pensando en hacer la campaña a billetazos, capitalizando la necesidad popular y tratando de aprovechar la imagen conseguida en la gestión anterior.

Olvida nada más Pablo, que las condiciones han cambiado y que el tercer distrito al que le tocó representar, ha mutado y modificado su conformación socio política. La empresa no será tan sencilla, como imaginan.

Muchos acusan a Pablo de ser insensible, de creer merecerlo todo y peor aún, de ser necio y no hacer caso de los consejos, incluso de los de su padre y sus allegados.

Más allá de que sea cierto o no, Pablo debe considerar que así no va a llegar a ningún lado y que su concepto de la valía de la gente, debe orientarse hacia el lado humano y no hacia lo utilitario.

Porque lamentablemente, Pablo Gamboa adolece de voces ecuánimes y sensatas a su alrededor, que le hagan notar la conveniencia o inconveniencia de muchas cosas.

Adolece de falta de operadores políticos, de gente que sepa tratar a la militancia con los buenos oficios, que sus propósitos implican. Salvo Clemente Escalante, Pablo tiene a su alrededor un montón de buenos para nada, que en su vida han sabido lo que es darse baños de pueblo.

Lo anterior, además de la pésima lectura política que implica ser a la vez, candidato de mayoría y plurinominal, toda vez que esto significa un agandalle y arrebatarle a otros compañeros de partido, la posibilidad de participar en la contienda, abanderando al tricolor. Cosa que mucha falta hace en el PRI: caras nuevas, limpias.

Pablo Gamboa pudiera tener a su favor muchos aspectos dignos de destacar, pero con actitudes de suficiencia, de creer que conquistar el favor de la ciudadanía, es tarea sin inconvenientes, puede llevarse muchas sorpresas desagradables.

No en balde el genio político de su padre (estamos seguros de que fue él quien decidió blindar al chamaco con una pluri), determinó ponerlo a cubierto de la humillación de un revés clamoroso en las urnas, con una candidatura de repechaje, pensando en las notorias debilidades estructurales de su hijo y su pandilla. Eso dice mucho, en política, como dijera Juan Gabriel, lo que se ve, no se juzga.

Si Pablo Gamboa realmente quiere crecer, debe hacer a un lado la soberbia del poder y comenzar a hacer lo que nunca ha hecho: intentar comprender a la gente, ponerse en sus zapatos y no mirarla hacia abajo, como acostumbra, sino a los ojos. De no hacerlo así, su proyecto estará condenado al fracaso, porque en el PRI, la militancia está harta de los caprichos de los miembros de la cúpula y los resultados electorales obtenidos lo prueban. El que sepa entender, que lo haga.

Seguimos pendientes…

2 comentarios en «Pablo Gamboa y la soberbia del poder»

  • Quién será el idiota que publica esto? Pablo es sencible, y noble, siempreiraala gente a los ojos, el inicio q trabajo en su periodo, hizo lo que ni rolando zapata hacia, o lo q ni hola hace ahora, que estupido eres reportero

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