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Alejandrina León deja el PRI sin pena, ni gloria

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Francisco Medina Sulub intentó ser presidente estatal del PRI. Le faltaron muchas cosas y terminó declinando a favor de otro. Finalmente, auspiciado por su amigo Alejandro Moreno, obtuvo como premio de consolación la presidencia del PRI municipal.

Como compañera de fórmula le (im) pusieron a Alejandrina León Torres, hechura política de Víctor Caballero, que sin pena ni gloria había pasado por el área de comunicación social y que debido al padrinazgo del ex candidato a la alcaldía de Mérida, obtuvo una regiduría en el Cabildo.

Panchito al frente del comité municipal no ha hecho nada que no hayan hecho los otros ex presidentes del tricolor a nivel municipal (esperar ser premiado con una pluri), pero de trabajo político, cero.

Alejandrina León como regidora ha pasado inédita, limitándose a cobrar su sueldo e ignorando el significado político de ser opositor. Jamás ayudó a nadie y sólo al aproximarse la etapa de efervescencia electoral, fue que accedió a rifar tabletas para intentar ganar alguna notoriedad.

Resumiendo: Panchito soñaba con una pluri y Alejandrina con competir por una diputación de mayoría (la del tercer distrito), pero al caer en desgracia su padrino, sus posibilidades se redujeron a nada, se hicieron polvo (no sólo por la paliza que se llevó en la elección a la alcaldía su promotor principal, sino por la mala impresión que dejó entre la militancia). .

Intentó competir por la candidatura al tercer distrito local, pero al no representar nada electoralmente, carecer de equipo, de sustento económico (de su bolsa, jamás pondría un peso, además de no tenerlo) y adolecer la falta de operadores y de oficio político, el resultado para su causa, fue el esperado: le dieron calabazas.

Así que sin la menor pizca de ética y atendiendo a las órdenes de su padrino y promotor, Alejandrina, pese a ser secretaria general del tricolor, hizo su rabieta y se postuló como aspirante a la diputación local por el tercer distrito, pero representando a MORENA

Es decir, ignorando olímpicamente los años que comió del PRI, la regiduria obtenida (como si se hubiera sacado la lotería sin comprar boleto) y el cargo desempeñado en la directiva partidista, la regidora, le coqueteó a MORENA. Su conducta política es análoga a la esposa infidente, que se involucra con otra persona, estando casada.

La realidad es que lo ético, habría sido, presentar su dimisión al tricolor, para tratar de buscar cobijo tras otros colores, pero no sucedió así. Fue hasta ayer, 25 de febrero que Alejandrina León recibió órdenes de abandonar el tricolor. De manera infamante, se fue, llena de oprobio y descrédito, por la puerta trasera, tratando de no hacer ruido, ni levantar olas.

Suficientemente malo es que un directivo partidista carezca de ética e integridad, pero peor aún resulta que el presidente de la instancia partidista municipal, permaneciera impávido ante las evidencias crecientes, que señalaban lo inminente de la defección de su compañera de fórmula.

Jamás tuvo Francisco Medina Sulub la iniciativa de cuestionar, los arrestos de investigar, las agallas de comenzar el proceso de destitución de León Torres ante las instancias partidistas correspondientes.

Pobre PRI con semejantes dirigentes a nivel municipal: una traidora (que a final de cuentas hizo por el que fuera su partido lo mejor que pudo: irse) y un inepto, incapaz de tomar en sus manos las responsabilidades derivadas de su cargo.

Alejandrina León por fortuna para los priistas, ya se fue y deja el cargo, situación que abre la oportunidad para alguna militante con merecimientos, pero Francisco Medina Sulub por desgracia se queda.

Si Panchito Medina tuviera dos centímetros de dignidad y pundonor, seguramente presentaría su renuncia. Pero esa no es la escuela de Alejandro Moreno.

Los priistas están a tiempo de tomar cartas en el asunto y de evitar daños mayores para su partido, ante la cercanía del proceso electoral por venir.

El que tenga oídos para oír, que oiga.

Seguimos pendientes…

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