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Víctor Merari, ladrón de celulares, segundo de a bordo en el Comité Municipal del PAN en Mérida

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Los panistas de Mérida deberían estar muy preocupados: no solamente tienen una presidenta ausente, que perdió la elección a la diputación federal ante un ilustre desconocido que ni campaña hizo, llegando a la curul únicamente por las bondades del repechaje, que está interesada más en su obsesión por ser candidata del blanquiazul a la alcaldía (ni siquiera en su responsabilidad como diputada federal plurinominal), que en su encargo como dirigente de los panistas de esta ciudad, sino que además quienes la rodean, son verdaderas joyas de la política, que no deberían estar despachando en una oficina, sino que por el contrario, deberían estar inhabilitados para ocupar cargos públicos de por vida.

En esta oportunidad, no vamos a hablar de la ineptitud, la ambición, la codicia y el oportunismo de la presidenta eternamente ausente del panismo, sino de otra figura repugnante, que es la encargada de atender a los panistas meridanos, ante las ausencias cotidianas de la menor de los integrantes de la familia Patrón Laviada: el diputado local Víctor Merari Sánchez Roca.

Victor Merari Sánchez Roca es el ejemplo perfecto del poch burgués meridano. Es un individuo que vivía en el sur de la ciudad y a base de transas y cochupos ha llegado a cargos de elección popular, situaciones que le han permitido enriquecerse en poco tiempo.

Uno de los primeros empleos en sector público de Merari fue en el Ayuntamiento de Mérida, en la época de Manuel Fuentes Alcocer. Merari era parte de la avanzada del entonces alcalde, que era coordinada por Julio Cosgaya, hijo de la lideresa Luna Ceballos, que fuera presidenta del comité municipal.

En cierta ocasión, Fuentes Alcocer tuvo una reunión con los integrantes de su equipo de logística y dejó olvidado su teléfono móvil. Pese al hecho de que habían cámaras de video, a Merari le valió sorbete y se agenció el aparato.

En virtud de ello, fue llamado a capítulo en el municipio; y con todo cinismo, lo negó. Víctor Merari se quedó el teléfono, dicho sea en correcto español: le robó el celular al alcalde, a Manuel Fuentes, que por supuesto, lo echó a patadas del ayuntamiento.

Posteriormente, Merari fue gato del entonces diputado local Tito Sánchez Camargo. Desde entonces hacía sus pininos como banquetero.

Pero fue a raíz de su compadrazgo con el matrimonio que integraron Raúl Paz Alonzo y Cecilia Patrón, que a Merari le empezó a ir bien. Desde que accedió a la diputación federal, Paz Alonzo lo cobijó y a pesar del escándalo de Puerto Vallarta que le costara la candidatura a la alcaldía, Paz Alonzo lo colocó como regidor, en la negociación que hizo con Mauricio Vila, quien se agandalló la nóminación.

Ya como regidor, Merari se vio involucrado en otro escándalo, pues con aires de don Juan, provocó el divorcio de Rebeca Peón, entonces casada con otro empleado municipal de bajo coturno, ansiando entrar a un grupo social al que sólo sería admitido a regañadientes y por su posición política y económica de nuevo rico, pero jamás por su humilde linaje.

A pesar de la disolución del vínculo matrimonial de sus compadres Raúl Paz y Cecilia Patrón, Merari se las ingenió para quedar bien con ambos e impulsado por ellos, consiguió una diputación local.

Su desempeño como diputado local ha sido gris en extremo y lo más relevante ha sido el escándalo de la manta que él mismo mandó hacer y colgar sobre la calle 79, en el desesperado intento de hacer creer a la ciudadanía, a su comadre Cecilia Patrón y al gobernador, que la gente del rumbo le estaba muy agradecida y gozaba de gran arraigo y popularidad entre los vecinos. Lamentablemente para su causa, integrantes del propio comité municipal del PAN meridano dieron a conocer la realidad.

De manera posterior, durante las lluvias y las consecuentes inundaciones provocadas por la tormenta tropical Cristóbal, Merari hizo la payasada de contratar una pipa y dejarse fotografiar desazolvando aguas negras, tratando de engañar a los meridanos, aparentando una solidaridad que está muy lejos de sentir. Probablemente piense pedir chamba en servicios públicos municipales cuando concluya su periodo legislativo, porque aún cuando es público y notorio que tratará de reelegirse, no gana la elección ni de relajo.

Foto del portal YUCATÁN AHORA

La última travesura de Víctor Merari, fue un nuevo escándalo conyugal. No olvidemos que de manera inicial abandonó a Nora Pérez Pech, quien incluso lo demandó por incumplimiento de las obligaciones de asistencia familiar. Posteriormente, contrajo matrimonio con Rebeca Peón, que lo sorprendió en una nueva infidelidad y de quien se separó con un sabrosísimo escándalo, que incluyó se apropiara ilegalmente en horas de la madrugada, de una camioneta que estaba en poder de su todavía esposa, a quien incluso dicen, trató de agredir.

Esta es la clase de gente que integra el comité municipal del blanquiazul en nuestra ciudad. Muy lejos y olvidados quedaron los valores y principios que los panistas de la vieja guardia predicaron.

Si el panismo de nuestra ciudad y estado se obstina en proponer como alternativa electoral está clase de personajes impresentables, se avizora una catástrofe electoral en lontananza. Es por eso importante, abrirle los ojos al pueblo, para ayudarlo a elegir las mejores alternativas y desechar lo indeseable.

Seguimos pendientes…

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