La envidia, la historia de los pequeños


Jueves 8 de mayo de 2025
La noticia de que nuestro coterráneo, el senador Jorge Carlos Ramírez Marín se hizo acreedor al más alto reconocimiento que otorga el gobierno japonés causó ámpula.
Gente que no lo quiere bien, se apresuró a intentar hacer mofa del galardón, tratando de desprestigiar tanto al legislador, como a la presea. Pero claro, todo fue en vano.
Jorge Carlos no necesita que lo defiendan y menos en un caso como éste. Pero a fuerza de ser amigos, nos sentimos en la obligación de poner los puntos sobre las íes.
Nuestro apreciado Prócer recibirá el Gran Cordón de la Orden del Sol Naciente, en una ceremonia en la que estarán presentes personalidades de la talla del primer ministro nipón Ishiba y el mismo emperador Naruhito.
Subrayamos: se trata del principal galardón que otorga el trono del crisantemo y es un orgullo que un yucateco lo reciba, merced a siempre haber sido otorgado a miembros del servicio exterior.
Pero esta vez se lo concedieron a un diplomático con toda la barba, de la envergadura de Ramírez Marín, el parlamentario mexicano por excelencia, el gran constructor de acuerdos, el señor del debate, el máximo componedor con que cuenta nuestro país.
Y reiteramos: es yucateco, lo que debiera ser para todos los que nacimos en estas tierras del mayab milenario, timbre de orgullo y causa de enorme satisfacción.
Pero no, siempre hay espíritus pequeños que no soportan el éxito ajeno, siempre hay almas mediocres que quedan al borde de una embolia ante los reconocimientos logrados a base de trabajo y don de gentes.
Tal es el caso de Jorge Carlos, acreedor a semejante distinción en mérito de los servicios prestados a la nación japonesa cuando el Tsunami los azotó en 2011.
Jorge Carlos se distinguió por impulsar la solidaridad y el apoyo mexicano a los semejantes en desgracia en las lejanas tierras de oriente y si hay una nación que sabe ser agradecida, es el Japón.
No intentemos siquiera comparar este reconocimiento con otros que se dice que en su tiempo compraron y muy caros, gente como Ivonne Ortega, Rolando Zapata, Mauricio Vila y algunos otros personajes del ámbito político vernáculo.
Si hay un pueblo celoso de su honor y su prestigio, son los japoneses. Jamás se prestarían a una simulación o a una componenda. El mérito del reconocimiento se lo ganó Jorge Carlos a base de riñones, a puro pulmón y de algunas otras cosillas.
Así que no pretendan restar puntos o menoscabar la valía de la presea, porque solo conseguirán evidenciar su falta de empatía y solidaridad, con quien debiera llenarnos de orgullo.
Jorge Carlos sabe y es consciente que este reconocimiento lo compromete a seguir en la misma línea de trabajo y de bonhomía que inició hace años y que en los tiempos que corren, resulta arduo mantener en las procelosas aguas de la política. Nadie dijo que sea fácil, pero tal es el reto.
Honrar honra. Hacemos votos sinceros porque hayan en el camino de nuestro apreciado amigo, el senador Jorge Carlos Ramírez Marín, muchos otros triunfos que coronen una trayectoria forjada con base a esfuerzo y a un continuo trabajo a favor del pueblo.
Seguimos pendientes…
Dios, Patria y Libertad

