El Padre Alejo, 38 años de servir a Dios
Lunes 14 de octubre de 2024
Pudo haber sido médico o maestro, pero como consecuencia de sus actividades juveniles de apostolado, el joven Alejo Huchim Kumul decidió procurar la salud de las almas, en vez de curar los cuerpos y enseñar la palabra de Dios, en vez de transmitir conocimientos.
Hoy, a 38 años de distancia, no se arrepiente de haber tomado semejante decisión.
Oriundo de Valladolid, la Sultana de Oriente, el padre Alejo nació en el seno de una familia que siempre estuvo muy cerca de los asuntos relacionados con la fe.
Mi madre era muy devota, nos comenta y desde muy pequeños nos inculcó el apego a las cosas de Dios. Debido a ello me hice monaguillo en la Parroquia de San Servacio y empecé a participar en actividades de formación cristiana. De ahí nació mi vocación, subraya.
La verdad es que debí definir si elegía ser médico, pues soy bachiller en ciencias biológicas o maestro, profesión que de todos modos elegí, pues por espacio de 15 años fui docente del Centro de Bachillerato Tecnológico y Agropecuario número 118, sito en Oxkutzcab, Yucatán.
El padre Alejo se ordenó sacerdote en 1986, recibiendo las órdenes del Señor Arzobispo, Monseñor Manuel Castro Ruiz, en la Santa Iglesia Catedral, de esta ciudad, de Mérida, Yucatán.
Soy el único sacerdote que ha sido maestro en el sistema educativo federal, enfatiza. Ello me ayudó a percibir mejor la problemática social y a entender el papel crucial que a los sacerdotes nos toca desempeñar, reitera.
El Concilio Vaticano Segundo a muchos sacerdotes nos hizo ver que era muy importante la vida de oración, como resulta la labor pastoral de acompañamiento de nuestra feligresía.
Esto hoy día es muy complicado, por el grado de exigencia de los fieles y por el reducido número de sacerdotes, que deben encargarse de muchísimas tareas, acota.
El gran adversario que tiene el sacerdocio hoy día son los medios de comunicación que recalcan las ventajas de llevar una vida cómoda y de placeres, respecto las renuncias qué la vida consagrada requiere, explica.
El padre Alejo llega a la Rectoría de Santa Lucía, merced a un grupo de laicos que le solicitan apoyar al titular de la misma, Manuel Vargas Góngora (+) que estaba enfermo.
El padre Alejo fue nombrado al efecto, administrador de la rectoría, por el arzobispo, Monseñor Gustavo Rodriguez Vega, para apoyar al padre Vargas en sus responsabilidades.
Pero no me dio tiempo de hablar con él, porque enfermó y falleció posteriormente. De suerte tal, que heme aquí, a cargo de la rectoría, en espera de lo que disponga mi superior, sea nombrarme rector o trasladarme a otra parroquia, comenta.
Finalmente como sacerdote entiendo que me debo a Dios sirviendo a la gente. Ese fue el camino que elegí y que transito desde hace 38 años y hasta que el Señor disponga, concluye.
Quien iba a decir que ese niño que acolitaba en la Parroquia de San Servacio, llegaría a oficiar Misas para procurar la salud espiritual de tantos, en los distintos lugares en que ha podido servir al Señor.
Feliz aniversario Padre Alejo y que Dios, Nuestro Señor, le de fuerzas para perseverar en su ministerio.
Tales son los deseos del equipo editorial de NOTIREDMERIDA
Seguimos pendientes…
Dios, Patria y Libertad