Opinión

El espejo de Maduro, refleja a todos los tiranos

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Viernes 2 de agosto de 2024

Despreciado, rechazado, defenestrado, escarnecido, Nicolás Maduro enfrenta la repulsa de su pueblo.

Distante, se encuentra el dictador, diríamos a años luz, de la posición en la que estuvo, el sátrapa que le antecedió en el poder: Hugo Chávez Frías.

Chávez combinó el populismo en el discurso, con el asistencialismo gubernamental, para aprovechar el voto de la necesidad para encabezar el gobierno, en nombre de los desposeídos.

Los menesterosos en su frenesí reivindicador, hicieron de Chávez su campeón y su ídolo. Mientras hubo dinero, como tal se mantuvo.

Pero la baja en los precios del petróleo, metieron al zambo en aprietos. Después llegó el cáncer, pero le alcanzó para maniobrar e imponer a su delfín.

Maduro no corrió con la misma suerte que el milico. Una sociedad depauperada presionaba y de no ser por la torpeza opositora (mal común en América Latina), hace mucho habría caído.

A pesar de ello, no pudo prolongar demasiado sus dicterios, por el deterioro constante de la economía nacional, que bien se sabe, consigue en las masas, los efectos que la educación cívica no es capaz de lograr; pues si hay un sitio en que a la gente le duele que le peguen, es en su bolsillo.

De esta manera, Maduro se ha visto de frente con una oposición cada vez más beligerante y con mayores apoyos internos y externos, que según todo parece indicar, está a punto de conseguir vencerlo.

La revuelta ha dado inicio y se propaga exponencialmente a todo el país. Maduro se debate entre la tentación autoritaria que lleva a reprimir, ahogando en sangre la asonada y el impulso de salir huyendo, con rumbo hacia el exilio, pero con las alforjas repletas de billetes.

Aún no sabemos por cual de las alternativas opte el tirano. Lo que si sabemos es que si decide reprimir, el miedo no durará mucho y tarde o temprano caerá.

Mientras son peras o manzanas, el gobierno mexicano y la diplomacia nacional, que no se caracterizan por su sagacidad, le han ofrecido a Maduro refugio en nuestro país, lanzándole el salvavidas del asilo político.

Solo que éste no alcanzará a ponerlo a flote, sino que conseguirá todo lo contrario, hundiéndolo en las profundidades del rechazo, la desconfianza y el desprecio norteamericanos, que encuentra en el caos social, pretextos para prohijar las protestas, sin que nadie los tilde como intervencionistas.

Triste suerte la de Maduro. Como todos los dictadores, tarde o temprano caerá, víctima de sus excesos y soberbia, negándose a conceder espacios en el ejercicio del poder. Tal es el destino que aguarda a todos los autócratas.

De todo lo anterior, lo lamentable es que el gobierno mexicano, de MORENA, de idéntico jaez y semejante catadura, no entiende que ha de correr la misma suerte, si persiste en sus excesos y extremos izquierdistas, que lo indisponen y enfrentan con un conservadurismo norteamericano cada vez más activo y protagónico.

No sabemos si López Obrador y sus secuaces tengan el sentido común y hasta el talento que tuvo el priato para entender que habría que batirse en retirada y entregar la plaza, sin presentar batalla.

Porque de lo contrario, para el hombre de la Chontalpa, advertimos en perspectiva, sin jugar a pitonisos, más temprano o más tarde, el destino de Sadam Hussein, Khadafi o Ceaucescu, que con sus óbitos, le hicieron a sus respectivos países, el más señalado de los favores.

Ojalá tal sea el caso del nuestro. Hacemos votos fervientes para que triunfen los republicanos, que son los únicos capaces de transformar nuestra suerte. Donald Trump en vos confiamos.

Seguimos pendientes…

Dios, Patria y Libertad

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