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Iturbide, el libertador borrado de la historia

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Domingo 21 de julio de 2024

Hace casi 200 años firmó el acta de independencia, pero fue declarado traidor, fusilado y excluido del Himno Nacional

En 1925 en una majestuosa ceremonia, los restos de los Héroes de la Independencia: Hidalgo, Morelos, Allende y Aldama fueron trasladados de la Catedral de la Ciudad de México a la columna del Ángel de la Independencia, todos, excepto los de Agustín de Iturbide, que permanecen hasta hoy en el recinto religioso.

Aún hoy, cada 27 de septiembre al mediodía, decenas de personas se congregan en la capilla de San Felipe de Jesús de la catedral para rendir homenaje a Iturbide, coronel del Ejército Trigarante, quien en esa fecha de 1821 entró victorioso a la Ciudad de México para consumar la Independencia.

Este 2021, se cumplen 200 años de que Agustín de Iturbide y Juan O’Donojú, último capitán general de Nueva España, firmaron en el Palacio Virreinal, hoy Palacio Nacional, el acta de Independencia de México, que nació como país libre como Imperio Mexicano. 

La entrada del Ejército Trigarante, el 27 de septiembre de 1821 y el acta pronunciada un día después por la Junta Soberana que encabezaba Iturbide, terminaron con los casi tres siglos del Virreinato de la Nueva España y marcaron el nacimiento de una nación soberana.

El Imperio Mexicano abarcaba desde la Alta California al norte, hasta Costa Rica al sur, cuyo monarca efímero fue Iturbide, borrado prácticamente de los libros de historia e incluso en las estrofas del Himno Nacional Mexicano que hacían referencia al hombre que venció el ejército virreinal. 

Los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana decidieron borrar cualquier vestigio que hiciera referencia a Iturbide como héroe de la Independencia y así, en 1921 se retiró su nombre del Muro de Honor de la antigua Cámara de Diputados, en Donceles y Allende.

LOS ORÍGENES

Agustín de Iturbide nació el 27 de septiembre de 1783 en Valladolid, Nueva España. A los 15 años de edad, abandonó el Seminario de San Pedro, al que había ingresado desde la infancia, para dedicarse a labores del campo en las propiedades de su familia. Poco después se integró a las fuerzas militares del regimiento provincial de su localidad. En ese periodo adquirió el sobrenombre de Dragón de Hierro, debido a sus habilidades como jinete.

Durante el inicio de los levantamientos armados contra el virreinato, Iturbide logró consolidar su presencia dentro del ejército novohispano hasta alcanzar el grado de teniente dentro de la infantería de Valladolid en 1805, mismo año en que contrajo matrimonio con Ana María Huarte, una mujer hacendada de la región.

A lo largo de los siguientes años, la figura política y militar de Iturbide fue en ascenso al combatir a la insurrección y diezmar las tropas de José María Morelos y Pavón. Luego fue acusado de corrupción, cargo del que fue absuelto, por lo que decidió separarse del ejército dedicándose a trabajar en sus haciendas.

Después de un lustro alejado de las armas, regresó en 1820 para continuar con la lucha en contra de la insurgencia, entonces liderada por Vicente Guerrero. En ese momento, el movimiento rebelde se encontraba reducido a pequeños grupos de choque dispersos en diferentes regiones. Iturbide le propuso una tregua a Guerrero con el fin de detener el derramamiento de sangre.

Al final sostuvieron un encuentro que tuvo lugar en Acatempan el 10 de febrero de 1821. Tras el intercambio de un breve diálogo, ambos jefes militares se fundieron en un profundo abrazo. El hecho conocido como el Abrazo de Acatempan selló la unión de los ejércitos en uno solo denominado Ejército Trigarante.

La entrada a la Ciudad de México de este ejército encabezado por Agustín de Iturbide el 27 de septiembre de 1821, marcó la consumación de la Independencia. El libertador recibió las llaves de la ciudad para después presenciar el primer desfile militar del México Independiente desde el balcón de Palacio Nacional.

Luego de haber sido votado y aprobado por el Congreso, el criollo originario de Valladolid fue coronado como emperador de México bajo el nombre de Agustín I, el 21 de julio de 1822. La inestabilidad propiciada por las divisiones políticas obligó a Iturbide a abdicar del trono casi un año después saliendo desterrado a Italia.

Durante su exilio en Europa, recibió noticias de que existían planes de España de reconquistar los territorios perdidos de la Nueva España. Por tal motivo, decidió embarcarse de regreso al continente americano para alertar sobre los riesgos que corría la soberanía nacional.

Según consta en la biografía de Iturbide escrita por José Joaquín Pesado alrededor de 1854, el militar mexicano dedicó una de sus últimas cartas a su hijo mayor. En el escrito, Iturbide se despide de su familia, “adiós, hijo mío, muy amado: el Todopoderoso (sic) te conceda los bienes que te deseo”.

Lo que no sabía Iturbide es que, en su ausencia, el Congreso lo declaró traidor a la Patria y enemigo público del Estado, además, se decretó pasarlo por las armas en cuanto este pusiera un pie en México. Una vez que desembarcó en Soto la Marina, Tamaulipas, fue capturado y pasado por las armas en Padilla, el 19 de julio de 1824.

Los restos del Dragón de Hierro permanecieron en aquella región del país hasta 1838 en que fueron trasladados a una capilla de San Felipe de Jesús, ubicada la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, donde reposan hasta la actualidad, tal como fue su voluntad en vida.

Sus restos

El cráneo y la estructura ósea de Agustín Cosme Damián de Iturbide y Aramburu descansan en la Catedral de la Ciudad de México, en la capilla de San Felipe de Jesús, donde también están los restos del primer santo mexicano; y de Santa Rosa de Santa María (santa Rosa de Lima), primera santa de América.

En el muro derecho de la capilla de san Felipe de Jesús existía un altar dedicado al santo italiano Carlos Borromeo, removido en 1838 para colocar en el nicho una urna funeraria para proporcionar descanso a los restos de Agustín de Iturbide.

En la misma catedral, el 21 de julio de 1822, Agustín de Iturbide había sido proclamado emperador, apoyado por una facción del Ejército Mexicano.

Luego del fusilamiento del primer emperador de México en Padilla, Tamaulipas, el 19 de julio de 1824, su amigo y presidente de la República, Anastasio Bustamante, mandó traer, en 1838, los restos de Iturbide y pidió que, cuando él muriera, se colocara su corazón junto a los restos de su querido compañero. Así se hizo.

Para 1964 se realizó el pedestal que sostiene la urna de cristal donde se observan los restos de Iturbide. Junto a la urna se encuentra una Bandera Trigarante (diseñada por él) con los colores verde, blanco y rojo, que simbolizaban unión, religión e independencia.

Sobre la pared, detrás de los restos del primer emperador de México, se halla una placa que dice: Agustín de Iturbide / Autor de la Independencia Mexicana / Compatriota llóralo / Pasajero admíralo / Este monumento guarda / las cenizas de un héroe / Su alma descansa en el seno de Dios.

BORRADO DEL HIMNO

Quienes recuerdan cada 27 de septiembre a Agustín de Iturbide, tienen presente que del Himno Nacional Mexicano se suprimieron los versos referentes a él.

El himno, escrito por Francisco González Bocanegra y musicalizado por Jaime Nunó, constaba en su versión original de diez estrofas, sin embargo, tras la prohibición de algunas, quedó en cuatro más el estribillo. 

La principal referencia son las victorias en batalla, la defensa de la patria y las virtudes de toda persona. Sin embargo, dos estrofas fueron suprimidas por decreto del expresidente Manuel Ávila Camacho en 1943.  

FUSILADO

En febrero de 1823, se firmó el Plan de Casa Mata, resultado de la alianza de borbonistas y republicanos mexicanos, quienes unieron fuerzas para apoyar el derrocamiento de Iturbide. El efímero emperador decidió abdicar, en marzo de 1823, exiliándose en Europa.

Un decreto del Poder Legislativo con fecha del 28 de abril de 1824 declaró traidor y fuera de la ley a Iturbide, por proclamarse, dos años antes, emperador de México con anuencia de una facción del Ejército Mexicano.

Dicho ordenamiento surtiría efecto si se presentara bajo cualquier título en algún punto del territorio mexicano; también fue declarado enemigo público del Estado.

Cinco días antes de ser fusilado, Iturbide arribó al puerto de Soto la Marina, Tamaulipas, proveniente de Europa, ignorando el decreto que habían promulgado.

Carlos Navarro y Rodrigo en su libro Vida de Agustín de Iturbide: Memorias de Agustín de Iturbide, refiere que momentos antes de recibir la descarga de ejecución, dijo: “¡Mexicanos! En el acto mismo de mi muerte, os recomiendo el amor a la Patria y observancia a nuestra religión… Muero por haber venido a ayudaros; no quedará a mis hijos y su posteridad otra mancha: no soy traidor, no.”

Hincado, lanzó una plegaria en susurro, besó un crucifijo que le acercaron para después caer muerto por las balas.

Entre las pertenencias de Iturbide se encontró un manifiesto que el propio criollo había redactado para los mexicanos en el que dio a conocer las razones que lo trajeron de regreso. En el documento argumentó venir “no como emperador, sino como soldado, y como un mexicano… el objeto es solamente contribuir con mis palabras y espada a sostener la independencia y libertad mexicana”.

El objetivo de Iturbide al regresar al país era ofrecer sus servicios ante el peligro de una invasión de la Santa Alianza, integrada por Austria-Hungría, Rusia, Prusia, Francia e Inglaterra, que pretendía reconquistar México.

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