No a la violencia política
Viernes 29 de septiembre de 2023
El senador Jorge Carlos Ramírez Marín provocó un cataclismo en el ámbito político nacional y local al dar a conocer su determinación de renunciar al partido en el que militara por más de treinta años.
Se puede o no estar de acuerdo con el legislador y sus motivos para desligarse de los colores que lo cobijaran largamente, pero lo que resulta inadmisible, es abaratar la política vernácula echando mano de tácticas ajenas a nuestra idiosincrasia.
En efecto, si algo nos caracteriza e identifica a los yucatecos a nivel nacional, es nuestro natural pacífico y nuestra disposición para solucionar nuestras diferencias de manera civilizada, a través del diálogo, incluso del debate, pero nunca absolutamente recurriendo a la violencia. Eso no nos pertenece y es completamente repudiable.
Un portal informativo publicó fotografías de una piñata con la imagen del legislador, colgando de un puente del periférico, con el marbete de traidor en el pecho, seguramente pretendiendo parodiar el ahorcamiento del discípulo traidor al Divino Maestro.
La puntada, lejos de ser ingeniosa, resulta a todas luces deplorable, pues contribuye a intensificar el ya de por si polarizado ambiente político local y abarata y vulgariza los usos disponibles al efecto.
Reiteramos, se coincida o no con las razones de Ramírez Marín, la ocurrencia es inaceptable, pues el legislador tiene todo el derecho a discrepar, tiene todo el derecho a disentir, a decir hasta aquí, a expresar no va más y no puede ser recriminado por ello, como nadie puede ser censurado por hacer uso de sus derechos inalienables, sobre todo de su libertad.
Porque haciendo de lado comentarios chabacanos y bromas de gusto dudoso, subrayamos, nadie puede ser censurado por las decisiones que para bien o mal decida tomar y mucho menos sugerir que alguien por hacerlo, merezca ser privado de la vida.
No dudamos que haya quien diga que Ramírez Marín debe endurecer la piel por el giro de su actividad, pero a ello es obligado arguir que no es este el caso, pues no se trata de un comentario certero o ingenioso, sino de una situación ramplona, vulgar y peor aún, que hace apología de la violencia, mal que todavía creemos, no nos ha contagiado a los yucatecos.
No faltará quien opine que nos pronunciamos en contra por nuestra amistad con el senador; y en efecto, Jorge Carlos es nuestro amigo y no lo negamos, ni lo negaremos nunca y a los amigos se les cuida y defiende cuantas veces sea menester.
Pero también hay que precisar que con los amigos se disiente y se discrepa. Con los amigos se tienen divergencias, pero ello no mengua el afecto, ni la estima.
Podemos o no estar de acuerdo con Jorge Carlos, pero las diferencias las dirimiremos de manera inteligente o simplemente respetaremos su derecho a decidir, pero nunca ofenderemos a nadie, ni mucho menos incitaremos al linchamiento mediático.
Eso es propio de cobardes y NOTIREDMÉRIDA no se esconde nunca, ni evade responsabilidades. Siempre hemos dado la cara y enfrentado como caballeros nuestras posiciones.
Invitamos a quienes discrepen de Ramírez Marín al señalamiento, a la crítica frontal, al debate y al diálogo. Jorge Carlos no necesita que lo defiendan, es capaz de hacerlo solo.
Pero subrayamos, condenamos de manera rotunda el abaratamiento y la vulgarización de la praxis política en nuestra entidad.
Porque sus malquerientes llenan de epítetos e injurias a Ramírez Marín, pero sabemos que en la realidad, solo se apedrea al árbol que da frutos y las reacciones de algunos así lo confirman.
Baldón para los violentos, condenamos la vulgaridad de ciertas expresiones políticas, rechazamos los linchamientos mediáticos.
Hacemos votos porque todos preservemos de manera responsable, el clima de libertad y tolerancia que a la fecha impera en Yucatán. De nosotros depende mantenerlo.
Seguimos pendientes…
Dios, Patria y Libertad