Religión

BERGOGLIO NO QUISO SER ELEGIDO VÁLIDAMENTE PAPA COMO NO QUISO SER ORDENADO VÁLIDAMENTE SACERDOTE

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Domingo 14 de mayo de 2023

El asesinato de Juan Pablo I no sólo quiso impedir que el Papa desmontase algunos entramados de la masonería eclesiástica, sino presentar batalla para que fuese elegido alguien de ese bando enemigo de Cristo y de la Iglesia, pues la muerte del Papa era una nueva ocasión para colocar en el Papado a uno de sus candidatos «ocultos».

Fallando en ese propósito en aquel cónclave de 1978, pero esperando su oportunidad, los «hermanos» insistieron en intentar asesinar a Juan Pablo II varias veces. ¿A quién querían colocar? ¿Al jesuita Carlo María Martini? En cualquier caso, llegó un momento en que cambiaron su estrategia según dejó escrito el jesuita Malachi Martin: Ya no sería provocar la muerte del Papa para cambiar el Papado según sus intereses, sino provocar la renuncia del Papa con un golpe de Estado.

Juan Pablo II, sin embargo, sabía también de ese plan, y blindó las condiciones para la validez de la renuncia papal en el nuevo código de derecho canónico de 1983, y las normas de un nuevo cónclave en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, de 1996.

Y resistió, no cediendo a las enormes presiones para que renunciase en los últimos años de su pontificado. Aunque los masones sabían que su estrategia había sido descubierta, no les importó: tras fallar en el cónclave de 2005, insistieron amenazando de muerte a Benedicto XVI, pero sobre todo forzándolo a renunciar por todos los medios.

No les importaba que la renuncia fuese falsa, no conforme a derecho, y por tanto nula, les importaba que los medios de comunicación pilotasen la operación y aun una falsa renuncia les serviría para aupar a un falso Papa.

¿Qué mejor, para destruir el Papado que mantener cautivo al Papa mientras entraba en acción un falso Papa que sin embargo tenía lo único que le interesaba del Papado: el gobierno de la Iglesia?

Jorge Mario Bergoglio no sólo es el antipapa que accedió al Papado sin importarle no ser Papa, sabiendo que no es Papa y disfrutando de esa circunstancia.

Es el falso ministro que accedió al ministerio sagrado inválidamente a propósito, sabiendo que no es diácono, ni sacerdote ni Obispo, y disfrutando de esa circunstancia. Su burla es completa, y ha sido una burla constante, desde el principio.

Según se ha publicado recientemente, no consta acta de ordenación diaconal de Jorge Mario Bergoglio, y en la inscripción en el libro de bautismo no aparece esa ordenación en el margen.

Cabe entender que los jesuitas usaron esa táctica para algunos de sus infiltrados: forzar ordenaciones sacerdotales ilícitas por la falta de ordenación diaconal, pero además nulas por  engañar a los Obispos ordenantes. Jorge Mario sería uno de ellos. ¿Cuántos más habría?

Uno de esos no-sacerdotes llegó a simular ser Papa. ¿Cuántos más lo habrían intentado? No había conseguido llegar al Papado uno de los Carlo María, pero sí lo había arrebatado uno de los Jorge Mario.

No es Papa, y muy posiblemente no es Obispo ni sacerdote, como no es diácono. No es nada de lo que aparenta ser. Es lo que sus hechos dictan que es.

Pero todavía muchos prefieren quedarse con la propaganda, con las apariencias, y no quieren analizar los hechos, no quieren ver la realidad. Es el gran impostor.

¿Acaso no está desarrollándose ya delante de nuestros ojos la «gran impostura religiosa» de la que habla el Catecismo de la Iglesia Católica (el de Juan Pablo II, y que encargó al Card. Ratzinger) en su punto 675?

¿O alguien espera que esa gran impostura religiosa sea ajena a la Iglesia Católica? Si así fuese, no sería tan «grande»…

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