Pancho Torres tiene que irse
Lunes 17 de abril de 2023
Quien diga que las cosas marchan bien en el PRI, delira francamente o es un interesado en mantener el statu quo.
Tanto a nivel nacional, como local las cosas andan de cabeza. A nivel nacional, el tricolor se encuentra a punto de perder su último bastión, el Estado de México, para con ello probablemente experimentar la hemorragia que eventualmente sea la causa del deceso del paciente.
A nivel local, el panorama no es mejor: el PRI es una oposición inoperante, que no hace sentir su peso ni su fuerza, su presencia legislativa ha sido atomizada y el abandono y la desatención de las bases, es él común denominador partidista.
Guste o no a algunos, nadie salvo el senador Jorge Carlos Ramírez Marín ha sacado la cara por sus colores. Empero, no ha encontrado eco en sus homólogos y la inactividad y la desorganización, son evidentes.
El papel de Pancho Torres a cargo del Comité Directivo Estatal, ha sido en el mejor de los casos, deplorable. El presidente en funciones ha dilapidado su capital político y no ha sabido cumplir nada de lo que prometió, ni tampoco ha estado a la altura de su responsabilidad histórica.
La opacidad ha sido característica de su gestión, dicho esto por integrantes del CDE, que aseguran no aguantaría una auditoría hecha con rigor. La presunción de los malos manejos revolotea por toda la casa del pueblo, con un simple vistazo a sus instalaciones.
El comité municipal no lo ha hecho mejor, pese a la certeza de recibir migajas de la instancia estatal, tampoco ha habido el arrojo en la gestión y la creatividad para allegarse recursos, de parte de su titular.
Pero lo peor que aqueja al PRI es su pérdida de identidad y el evidente divorcio de sus bases, que hacen patente sus dirigentes; y no conformes con ello, han despedido y hasta perseguido a sus militantes, contribuyendo a la sangría que sufre el tricolor.
Un caso paradigmático lo constituye Tere Luna, quien fuera secretaria de organización del comité municipal, que al ser sistemáticamente ignorada, ninguneada, abandonada, segregada y excluida, optó por darse de baja de las filas del partido.
Y como es natural, en otro lado se fijaron en sus capacidades y talentos, incorporándola al quehacer proselitista. De suerte tal, veremos a Tere haciendo lo que sabe hacer muy bien, para otra causa. Que alegría por ella y que tristeza para el PRI.
Tras una seguidilla de situaciones análogas y muchas otras diferentes, resulta más que claro suponer que Pancho Torres tiene que irse si o si, por la fuerza de la razón, o por la razón de la fuerza, porque Pancho Torres no puede seguir perjudicando al PRI yucateco y los priistas, con su desidia y su sempiterna estolidez.
Eso, en el hipotético y remoto caso que a alguien le interese evitar la casi inminente desaparición del otrora invencible, de mantenerse el orden de cosas que prevalece en la actualidad.
Seguimos pendientes…
Dios, Patria y Libertad