Opinión

La pérdida de valores e identidad, se refleja en nuestra vida diaria

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Viernes 10 de marzo de 2023

Guste o no a muchos, los mexicanos (y específicamente los yucatecos) somos conservadores.

Somos una nación (todavía) muy apegada a nuestra fe, valores y costumbres. Ello hace de nuestra patria una tierra de paz y especialmente de nuestra patria chica, un oasis de tranquilidad, en medio del convulso panorama actual.

Pero esto no es casual, sino que es fruto de la educación inculcada de padres a hijos y transmitida de generación en generación.

Por eso resulta particularmente extraño, que con motivo de la conmemoración del día de la mujer, hordas de sociópatas e inadaptadas sociales, emprendan acciones vandálicas en contra del patrimonio colectivo cultural e histórico y agredan elementos de las fuerzas de seguridad, encargados de custodiar el equipamiento urbano.

Tales acciones son ajenas a los hijos de estas tierras del Mayab. Son promovidas e instigadas por gente de otras entidades y países, interesados en generar conflictos y romper nuestra paz social.

Condenamos enérgicamente tales conductas antisociales, habida cuenta de la existencia de un marco normativo que garantiza los derechos y garantías individuales de yucatecos y foráneos.

Exigimos a nuestras autoridades que no les tiemble la mano para aplicar la ley y que haga sentir toda la fuerza del estado, a quien pretenda quebrantar el clima de paz social que disfrutamos en nuestra entidad.

Lamentablemente, muchas veces son nuestras propias autoridades las que propician que se viole el marco normativo vigente, como puede notarse con la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de suprimir el requisito del modo honesto de vivir como condición indispensable para figurar como servidor público.

Más grave aún resulta que nuestros ministros, ideologizados de modo irracional, aduzcan que tal requerimiento, pudiese resultar discriminatorio.

En similar orden de ideas, un delincuente del orden común o peor, un integrante del crimen organizado, no tendrían impedimento legal alguno para aspirar a cualquier cargo de elección popular, con los malos resultados que serían de rigor.

Penosamente, no se ha elevado una sola voz, en protesta por semejante desatino perpetrado en contra de nuestra sociedad, precisamente por quienes debieran defenderla y velar por sus intereses.

Mal andamos en México y Yucatán no escapa al clima de decadencia generalizada. Estamos olvidando nuestra fe e ignorando nuestras costumbres y ello es de lamentarse, habida cuenta que se refleja en nuestra realidad cotidiana, pese a que cuando nos quejamos, no nos percatamos de ello.

Llamamos a cuantos tenemos la fortuna de vivir en estas tierras, a la mesura y a la sensatez, merced a que sabemos que cuando hay dolor, se busca a Dios, en tanto que cuando no hay Dios, solo hallamos daño y destrucción.

Seguimos pendientes…

Dios, Patria y Libertad

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