Signos cotidianos de la protestantización en la Iglesia católica
Desde el estudio teológico crítico se evidencia de forma clara que la reforma litúrgica que trajo el concilio vaticano II, sobre todo con el nuevo rito de la Santa Misa, supone un signo meridiano del protestantismo en nuestra Iglesia. Pero en este breve artículo quiero incidir en una serie de signos cotidianos (o sea menos importantes o no tan esenciales como el “novus ordo”) que avalan por si mismos la protestantización de nuestras comunidades cristianas (parroquias, conventos, movimientos…etc). Son signos que pasan a diario sin que quizás advirtamos la debida influencia reseñada:
1: La concepción de Iglesia como “casa del pueblo” y no como lo que es: casa de Dios. La mayoría de los católicos entran, pasean, salen del templo sin hacer al menos un gesto de respeto y/o adoración a Jesús Sacramentado
2: La falta de fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Vemos con estupor (ya casi admitido como normal) como muchos fieles rezan ante imágenes del Señor, de la Virgen María, de los santos….y no dedican ni siquiera una mirada al sagrario que es donde se ubica esa presencia real
3: La misma tendencia multi-uso de no pocos templos donde se organizan actos culturales, conciertos, reuniones cívicas….etc
4: La falta de respeto a la presencia de Cristo cuando se observan ciertas vestimentas en los fieles que son del todo impropias en un lugar sagrado (al llegar el verano este punto se hace tremenda realidad)
5: La ausencia total de silencio en los fieles cuando la Santa Misa ha terminado. Los protestantes solo creen en la presencia de Cristo en la asamblea, y la eucarística la ven como un “símbolo”; al acabar el rezo comunitario no tiene sentido guardar silencio ya que la presencia real ya no está (desde la “fe” luterana).
6: La misma definición de Misa como sólo “eucaristía” lo cual supone asumir la Misa como mero banquete, lugar de encuentro….etc pero sin comprender que la Misa es el santo sacrificio de Cristo y que en la misma se actualiza su pasión, muerte, resurrección y ascensión
7: La disminución gradual de la presencia del sacerdote en el confesonario. En no pocas parroquias quien quiera confesar debe ir a buscar al sacerdote. Se pierde por completo la entrañable imagen del cura en el confesonario que recuerda al padre de la parábola del hijo pródigo a la espera del regreso del hijo perdido
8: Esos saludos, entre horteras y artificiosos, que dan algunos curas al empezar o acabar la Misa: “buenos días”, “que pasen una buena tarde”…etc
9: El empeño en no pocos templos de atiborrar de moniciones y añadidos a la liturgia convirtiendo la Misa en un trasiego molesto y desagradable (para el fervor verdadero) de gente que sube y baja al presbiterio
10: El abandono de la palabra “sacerdote”, suplantada por otras más secularizadas y/o de tipo luterano como “animador parroquial”, “coordinador de la asamblea”, “ministro”, “pastor de la comunidad”, “presbítero”.
11: El mismo tuteo al sacerdote olvidando que el respeto debido es por lo que representa y no por sus cualidades/virtudes si las tuviera más o menos. El sacerdote más indigno en su vida personal no obstante es “otro Cristo” cuando bendice, consagra o absuelve los pecados.
12: La falta de sacralidad en las sacristías convertidas en no pocos casos en lugares de encuentro, charla y reunión. Para el protestante la sacristía no es más que un cuarto aparejado para estar y guardar cosas. Para el sacerdote católico la sacristía en lugar de oración y preparación para la Santa Misa
13: El horror que supone ciertas músicas de fondo en los templos cuando no hay Misa y están abiertos al público. El órgano, gregoriano…. Típicamente católicos dan paso a melodías sensibleras más propias de un acuario o un jardín botánico que de la casa de Dios
14: El tono de aspaviento, artificial, mundano en definitiva….que no pocos sacerdotes usan para llamar la atención en sus predicaciones y en los mismos ritos. Signo claro de la concepción protestante de sacerdote como “hombre que ejerce una función” y no como “otro Cristo” (que, por tanto, tiene la misión de hacer y desaparecer)
15: Y por supuesto la comunión recibida en la mano. Esto supone una tremenda falta de respeto, unción y adoración (Fe en definitiva) a Jesús Sacramentado. Para los protestantes la eucaristía es un símbolo y la Misa una cena compartida. La comunión recibida en la mano da opción a profanaciones terribles, es un riesgo de pérdida de partículas que acaban en el suelo barridas como basura o pegadas a bolsillos y finalmente en lavadoras junto a ropa interior sucia; además atenta contra la diferencia esencial del sacerdocio ministerial respecto al sacerdocio de los fieles. Este punto, siendo el último de la lista en realidad es primero en gravedad.
Hay muchos más signos cotidianos. He traído a colación algunos que se repiten bastante. Muy bueno sería que, antes de quedarnos “quietos” esperando que la Divina Providencia suscite en la Iglesia la necesaria contra-reforma litúrgica (para recuperar plenamente la Santa Misa tradicional) nos pongamos manos a la obra para eliminar o reducir al máximos estos signos luteranos que hoy hacen tanta mella en la Fe de los fieles al dañar sin duda alguna la liturgia.