La consulta será otra gran derrota para López Obrador
Por Sergio Negrete Cárdenas
Como Rey Midas a la inversa, Andrés Manuel López Obrador transforma en basura el oro que toca. Un instrumento de consulta popular, mecanismo de democracia participativa, lo transformó en burla, un ejercicio pitero que aportará un antecedente negativo a esta clase de ejercicios ciudadanos que, en otras naciones, destacadamente Suiza, es un potente instrumento para manifestar la voluntad popular. El que ambiciona pasar a la historia como el Gran Transformador, lo hará como un hombre que destruyó a la democracia buscando polarizar a la sociedad.
Porque lo que refleja la consulta es el rencor que carcome al inquilino de Palacio. Quien se sentía destinado a dirigir los destinos de la nación, y lo logró, no puede perdonar a aquellos que cree que quisieron obstaculizarlo en su senda a la grandeza. Mientras hacía la campaña interminable, acumulaba odio al tiempo que sumaba derrotas. Su imaginario fraude del 2006 tiene un perpetrador, Vicente Fox, y al usurpador que se benefició ocupando su lugar: Felipe Calderón Hinojosa. Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, junto con Enrique Peña Nieto, representan el neoliberalismo que el Presidente tanto detesta y que ha jurado desterrar.
La Suprema Corte igualmente pasará a la historia por haber permitido el revanchismo obradorista, aunque evidenciando lo burdo del ejercicio. En quienes descansa la última interpretación de las leyes optaron por generalizar la pregunta y la mostraron en su patetismo. En una redacción farragosa, se pregunta a la ciudadanía si debe aplicarse la ley.
MORENA, con la bendición presidencial, se ha obstinado en seguir hablando de los expresidentes, endilgando a cada uno un imaginario delito para ser juzgado. Quizá el más patético ha sido el caso de Salinas de Gortari, al que se acusa de fraude electoral en 1988, cuando el orquestador de la caída del sistema electoral hoy funge como Director General de la Comisión Federal de Electricidad. Pero Manuel Bartlett Díaz se debe estar riendo ante la ironía de la situación, y quizá Cuauhtémoc Cárdenas haciendo coraje por una nueva burla a su persona.
Esto es lo que sabemos de la visita de López Obrador a la tierra del Chapo:
El presidente estuvo en Badiraguato en marzo de 2020.
A Ernesto Zedillo se le “acusa” del Fobaproa (esto es, de salvar al sistema bancario nacional en medio de un colapso económico). El gobierno que de facto ha condenado a muerte a miles de personas por la falta de medicamentos oncológicos se atreve a señalar a Enrique Peña Nieto por Ayotzinapa y a Vicente Fox por lo ocurrido en Atenco. La propaganda del partido de quien es asiduo visitante de Badiraguato e hizo al ejército rendirse en Culiacán, presenta a Felipe Calderón como cabeza de un narcogobierno.
A medida que se adentra en su gobierno, López Obrador se mantiene en una fantasía crecientemente lejana. En sus planes sexenales la elección intermedia iba a traer una rotunda victoria gracias a un gobierno extraordinario en lo económico y social. Una aplastante mayoría legislativa que validaría juzgar a sus predecesores y, quizá, le permitiera la reelección o extensión de su mandato. Creyó poder llamar a su consulta al mismo tiempo que la cita electoral, y así hacer campaña y dinamizar a sus bases.
Los millones que se necesitan para hacer vinculante la burla no estarán ahí, y ya los personeros del Presidente culpan al INE (sí, al INE) de lo que será un desastre. La consulta pitera será un símbolo más del fracaso obradorista, una muestra del profundo abismo entre los sueños guajiros de un mesiánico y la terca realidad, con el precio pagado por la nación entera.