Cómo una millonaria aspirante a actriz metió a Al Pacino y Robert de Niro en su negocio de hacer malas películas
Tras heredar una controvertida fortuna por valor de 650 millones de euros, Meadow Williams financia su mediocre carrera como actriz reclutando a viejas glorias en películas vapuleadas por crítica y público.
Compartir cartel con estrellas de la talla de Al Pacino o Robert De Niro es uno de los sueños más compartidos por cualquier aspirante a actriz que se precie. También lo es para Meadow Williams, intérprete de origen humilde y tres décadas de profesión, que ha conseguido en el último lustro cumplir su anhelo de hacerse un hueco entre lo más granado de Hollywood. Y lo ha hecho siguiendo un camino insólito, controvertido e incomprensible para la crítica especializada.
Pese a que su nombre y figura sean desconocidas para el gran público, muy pocas mujeres pueden presumir de haberse puesto al frente, delante y detrás de la pantalla, de producciones millonarias y estrenadas con frenesí, protagonizadas por actores como los mencionados u otros como Mel Gibson, Sylvester Stallone, Bruce Willis o John Malkovich.
Un currículo de campanillas que, en el caso de Williams, es solo el síntoma de que para triunfar en la meca del cine no siempre es necesario exhibir talento, suerte, contactos y/o empeño. A veces, cumplir el sueño americano es solo una cuestión de dinero.
Compartir cartel con estrellas de la talla de Al Pacino o Robert De Niro es uno de los sueños más compartidos por cualquier aspirante a actriz que se precie.
También lo es para Meadow Williams, intérprete de origen humilde y tres décadas de profesión, que ha conseguido en el último lustro cumplir su anhelo de hacerse un hueco entre lo más granado de Hollywood. Y lo ha hecho siguiendo un camino insólito, controvertido e incomprensible para la crítica especializada.
Pese a que su nombre y figura sean desconocidas para el gran público, muy pocas mujeres pueden presumir de haberse puesto al frente, delante y detrás de la pantalla, de producciones millonarias y estrenadas con frenesí, protagonizadas por actores como los mencionados u otros como Mel Gibson, Sylvester Stallone, Bruce Willis o John Malkovich.
Un currículo de campanillas que, en el caso de Williams, es solo el síntoma de que para triunfar en la meca del cine no siempre es necesario exhibir talento, suerte, contactos y/o empeño. A veces, cumplir el sueño americano es solo una cuestión de dinero.
Exprimiendo sus 650 millones de euros de fortuna heredada, Meadow Williams es la mujer detrás de algunas de las peores películas estrenadas en los últimos años. Sempiternos fracasos de taquilla, de esos que hacen preguntarse a los expertos por qué tal o cual estrella ha caído tan bajo uniéndose al proyecto y nutren el catálogo de sobremesa de la parrilla televisiva.
Como buena disaster artist, ella misma ejerce como directora de casting y protagoniza la mayoría de las obras, acompañándose siempre de actores venidos a menos, necesitados de las atractivas nóminas ofrecidas por ella. Al Pacino es el último en haberse vendido a la mejor postora de Hollywood.
Al Pacino y Meadow Williams protagonizan ‘American Traitor’. FOTO: VERTICAL ENTERTAINMENT
La crítica no ha tenido remilgos en vapulear hasta el último aspecto de American Traitor, que Meadow Williams produce y protagoniza junto al intérprete de El Padrino. En el thriller estrenado este pasado fin de semana, da vida a la locutora radiofónica Mildred Gillars, más conocida por el seudónimo de Axis Sally, la primera mujer condenada por traición en Estados Unidos por su adhesión al régimen nazi y un trabajo propagandístico que buscaba desmoralizar a los soldados aliados en la II Guerra Mundial.
Un rol con la suficiente enjundia como para ser carne de estatuilla, pero que, en las anodinas manos de Williams, palidece ante “una actriz que cuenta con una sola expresión facial para interpretar al personaje”, según explica Indiewire.
“Es difícil no preguntarse qué hubiera pasado con esta película si hubiera tenido una protagonista con más talento y carisma”, añade Los Angeles Times. Variety dice que parece “más una maniquí que una heroína con conflictos”. “Su interpretación es débil”, añade el más benevolente crítico de The New York Times Glen Kelly, que aun así deja claro que “si Mildred Gillars tiene una historia que contar, seguro que no es esta”.
Meadow Williams, de nombre real Melanie Kay, conoció en 2002 a Gerald Kessler, un magnate que amasó el grueso de su fortuna en la década de los setenta, convertido en un pionero de los suplementos vitamínicos y los batidos de proteínas. Kessler estaba inmerso en un matrimonio de cinco décadas cuando conoció a la explosiva actriz, 31 años más joven que él y cuya mediocre carrera en Hollywood no había otorgado más frutos que pequeñísimos papeles en películas de los noventa como La máscara o Apolo 13.
Abandonó ipso facto a su familia y comenzó a producir proyectos cinematográficos pensados para hacer de su novia una estrella. “Fue una oportunista que se aprovechó de un hombre viejo y vulnerable. Se aprovechó de sus miedos y le manipuló, no solo para pagar su carrera profesional, sino para convertirla en la única beneficiaria de sus bienes”, declaró el nieto del empresario, Marshall Kessler.
“Es una cazafortunas a la que solo le interesaba el dinero para lograr hacerse famosa. Ni siquiera le visitaba en el hospital cuando este se estaba muriendo”, explica una fuente anónima cercana al multimillonario empresario.
Williams y Kessler posan en la ‘premiere’ de una de sus películas en 2009.
Ocho años después, la pareja se dio el ‘sí, quiero’ en Las Vegas, pero la salud de Kessler, enfermo de cirrosis, empeoró muy pronto. Dos años antes de su muerte, en 2013, el empresario cambió su testamento y convirtió a Williams en heredera universal de una fortuna superior a los 650 millones de euros.
Kessler falleció a causa de un fallo renal a los 80 años, después de estar ingresado durante meses en el hospital. Pese a la batalla legal emprendida por dos de los hijos y seis nietos del magnate, que alegaban que su matrimonio era ilícito, que esta le había manipulado para modificar sus últimas voluntades y que le había desatendido durante la enfermedad, el juez dio la razón a la reciente viuda y pasó a convertirse en una de las intérpretes más ricas de todo Hollywood. Muere otra vez, 10 minutos menos, Cuenta pendiente o Juego de ladrones son algunos de los títulos de serie B más recientes que cuentan con su firma.
Más allá de haber nacido en el seno de una humilde familia de Tennessee, pocos datos biográficos de los aportados por Meadow Williams parecen tener visos de realidad. El tabloide Daily Mail ha puesto en duda tanto su fecha de nacimiento (asegura que nació en 1966 y no en 1976) como la de su primer matrimonio, además de la veracidad de sus supuestos estudios de arte dramático en la universidad de dicho estado, que un portavoz de la institución negó a la publicación. “Soy una niña nacida en una familia de granjeros, muy pobres. Éramos diez hermanos con un solo baño y sin calefacción ni aire acondicionado. Trabajé mucho entonces y sigo trabajando mucho ahora”, defendía este trasunto de Anna Allen en una publicación en la que aparecía posando junto a Robert De Niro, compañero de reparto de su próxima película. “Y esta soy yo alcanzando uno de los sueños de mi vida”.
Apenas unos meses después de su victoria judicial ante la familia de Kesller, Williams hizo pública su relación con el actor austríaco Swen Temmel, de 29 años. En la cuenta de Instagram de la acaudalada productora –con 40 mil seguidores–, además de mostrar los lujos de su privilegiado día a día, la pareja hace ostentación de sus estelares colegas de cartel como si de una recién llegada a la meca del cine se tratara, haciéndose eco incluso de las imágenes tomadas por los paparazzi. De carrera tan anodina como la de su novia, Temmel también ha encontrado en las producciones de su pareja una oportunidad para seguir engordando su filmografía y codearse junto a las mencionadas leyendas del séptimo arte.