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El estilo de hacer política a base de la traición

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Todas las personas que a diario estamos pendientes del fenómeno político, soñamos con que los actores que intervienen en el medio, seduzcan al electorado a través de propuestas, para que la gente elija la mejor opción, contrastando ideas. Sería lo ideal.

Empero, en la práctica, las cosas son muy distintas, porque muchos políticos recurren a la denostación como práctica habitual o peor aún, al más vil de los recursos: a la traición.

La traición es un hábito que consiste en excitar el ego de alguien para que cambie de bando, o en alentar las ambiciones y la codicia a cambio de ciertos servicios de naturaleza no muy moral.

Pero si bien la traición es infame, resulta mucho peor cuando es solapada. Es decir, cuando todo hace suponer que contamos con la lealtad de alguien, que a la postre, nos asesta una puñalada por la espalda.

Tal es el estilo de proceder de MORENA. El modus operandi del partido granate desde su génesis, es la traición. Un personaje deleznable como Andrés Manuel López Obrador lo prueba a cabalidad: militando formalmente en el PRD, el oriundo de Macuspana integraba bajo cuerda, el partido de su propiedad.

En Yucatán las cosas no son muy distintas: MORENA se ha nutrido de inicio de panistas y priistas traidores: tales son los casos de nauseabundos personajes como Joaquín «La Piñata» Díaz Mena, Edgardo Medina, Domitilo Carballo, Leandro Espinoza Romero, Verónica Camino Farjat y Alejandrina León Torres, individuos que todo lo que son y lo que poseen, se lo deben a sus partidos de origen, a los que dejaron, en aras de la codicia y sed de poder y no del bien común como aseguran.

Los personajes mencionados con antelación son la hez, de la clase política, toda vez que no sólo llegaron de manera oportunista a su nuevo destino, sino que ahora se llenan la boca hablando pestes de sus antiguos compañeros y haciendo cera y pabilo de las prácticas habituales en sus institutos políticos, olvidando que hicieron exactamente lo mismo (y tal vez peor que otros).

A esta cáfila de sabandijas, hemos podido enterarnos que se ha sumado el nombre de Carlos Pavón Flores, ex presidente estatal del tricolor y actual presidente de la comisión estatal de justicia partidaria del PRI, que a partir de audios filtrados a los medios, nos enteramos encarna el papel de Judas.

Pero lo de Pavón no es nuevo. Simplemente es un rumor que se confirma: ya con anterioridad se hablaba que en Kanasín, apoyaba las aspiraciones del candidato de MORENA, Carlos Moreno Magaña, en vez de las del aspirante tricolor William Pérez Cabrera (al que todos intentan golpear por ser el candidato puntero y a no dudar seguro vencedor de la contienda en dicho municipio).

Pero lo peor de la traición en el caso de Pavón no es sólo su cargo (que haría suponerlo poseedor de firmeza en sus valores partidistas, que lo hacían guardián de la ortodoxia y buenos modos), sino lo inoportuno de su defección (en pleno proceso electoral, lo que prueba que no es una baja por ideales, sino por interés) y para colmo, el fraude realizado a la confianza del candidato de su partido (Jorge Carlos Ramírez Marín), al que apuñala por la espalda.

No sabemos a cuanta gente haya instado Carlos Pavón al cambio de chaqueta. Lo que nos queda claro, es que la inmensa mayoría de ellos, operan cobijados en las sombras, incapaces de tener hombría de bien para dar la cara.

Suponemos inminente que otros priistas, de la misma baja ralea que Pavón, apuñalen a su abanderado desde la penumbra y en silencio, haciendo suponer que la traición de Carlos no es un incidente aislado, sino parte de un plan orquestado en niveles superiores y que implican la participación de personajes mucho más siniestros, cuya identidad muchos ya intuimos.

Ojalá el abanderado tricolor tome cartas en el asunto y trate de blindar su estructura, si es que aún esté a tiempo para hacerlo y efectúe de inmediato los ajustes al efecto. Con mucha anticipación algunos le advertimos que debía cuidarse de los falsos amigos, que serían quienes se encargarían de fraguar tropiezos y obstáculos en su contra. Lamentablemente tuvimos razón.

Falta ver ahora que hará el presidente estatal del tricolor, Francisco Torres Rivas, para vacunar al priismo contra el virus de la traición, que Pavón y otros han inoculado a la militancia. Ojalá que su campaña a diputado le dé oportunidad de tomar medidas drásticas y proceda con puño de hierro en contra de todos los infidentes, para evitar que cunda otro virus igual o peor, al interior de las filas priistas: el sospechosismo, porque si no hay confianza, ya todo está perdido.

Seguimos pendientes…

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