Opinión

Carta abierta al Año Viejo y al Año Nuevo

Spread the love

Martes 31 de diciembre de 2024

Por José E. Urioste Palomeque

Queridos Año Viejo y Año Nuevo:

Hoy me siento a escribirles esta carta con una mezcla de nostalgia y anticipación, como quien revisa las fotos del álbum familiar mientras espera la llegada del primo que se fue al “gabacho” que siempre trae algo nuevo y emocionante (a veces caótico, pero usualmente interesante). Quisiera decir mucho, pero espacio es lo que falta.

A ti, querido 2024, qué año tan del nabo fuiste. Arrancaste como un elefante en una cristalería, con promesas de avances tecnológicos, cambios climáticos dramáticos y, claro, esas elecciones que nos tuvieron al borde del asiento, comiendo palomitas o bebiendo, mientras decidíamos si reír o llorar.

Nos trajiste el auge de la inteligencia artificial y demostraste que tan jodidos estamos como sociedad que un “chat-bot” ahora resulta que se ha convertido en el amigo más confiable de muchos y descubrimientos científicos que nos hicieron creer que la ciencia ficción ya no es ficción, solo ciencia y cada vez más apresurada.

Este año pasado el calor fue agobiante, y según se dice este no será tan distinto. Nos derretiste, literalmente, pero también despertaste un espíritu global más comprometido con el cambio climático aunque Trump lo niegue y una bola de ignorantes que creen que la tierra es plana… también.

Nos diste pocos momentos de júbilo y muchos de estrés como las guerras, conflictos y movimientos sociales.

Nos hiciste mirar al cielo y preguntarnos si los drones sobre New Jersey son extraterrestres, cuestionar que tan podrida está la industria del entretenimiento hollywoodense, así como la política en todo el mundo y aquí en Mérida, cuestionarnos sobre si realmente estamos preparados los yucatecos para ver el “Va y Vén” en color guinda.

En Yucatán, nos trajiste de regreso a viejos conocidos como Huacho, Panchito, Sahuí, Victorcito y otros tantos. En Estados Unidos a Trump y Elon Musk a quien siempre he visto parecido con un villano de una película de James Bond. Es decir, un multibillonario con influencias por todo el mundo, que quiere conquistar el espacio, pero tiene una agenda oculta. Más o menos como Hugo Drax en Moonraker de 1979 excepto que ningún James Bond vendrá a salvarnos.

Pero, querido 2024, no todo fue risas (como si las hubiese habido). También tuvimos nuestras lágrimas, nuestras pérdidas, nuestras luchas.

Nos enseñaste que la resiliencia no es solo una palabra bonita para un tatuaje, sino un músculo que seguimos fortaleciendo, sobre todo en México, que vimos a Morena apoderarse del país, tener una mujer presidente aunque quien manda y maneja el país es alguien más, ya sabes quién. Sin dejar de mencionar que como en una especie de realidad alterna, hoy por hoy, tener ganas de salir adelante, superarse, bañarse todos los días, usar desodorante, leer y escribir, o tener una ortografía decente, implica ser un “fifí, aspiracionista, ardido”, según la “nueva escuela mexicana”, comandada por un «ultra» del socialismo recalcitrante de latinoamérica. La verdad es que nos quedaste a deber en varios rubros.

A ti, 2025, nuestro joven y brillante Año Nuevo, te esperamos con la expectativa de un invitado VIP. Sabemos que traerás tus propios desafíos, porque, seamos sinceros, ningún año llega con todo resuelto. Pero quiero pensar que también llegas con promesas: de más avances en tecnología que podrían resolver problemas históricos, de un mundo más unido por las lecciones aprendidas, y, por supuesto, de nuevos memes (porque si algo nos mantiene cuerdos, son los memes).

Te pedimos tolerancia y paciencia con nosotros. No somos perfectos, pero intentamos mejorar. Por favor, te rogamos: menos desastres y más milagros. No seas como la esposa de un amigo mío que siempre llega con actitud fatalista y el drama en la boca.

Así que, Año Viejo, gracias por todo lo que nos diste, incluso por lo que no pedimos. Año Nuevo, bienvenido a la locura; ponte cómodo y por favor, de verdad, trae solo lo mejor que tengas.

Con cariño en nombre de la humanidad (y los yucatecos)

Deja una respuesta