Religión

Cristo, Soberano de Todo y de Todos

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Domingo 25 de agosto de 2024

Izquierda: la representación ortodoxa más antigua de Cristo Pantocrátor (Χριστὸς Παντοκράτωρ, «Cristo Soberano de Todo»), del siglo VI.

Fue encontrado en el monte Sinaí (donde Moisés recibió la Ley), en el monasterio de Santa Catalina, donde también se encontraron algunos de nuestros manuscritos bíblicos más antiguos e importantes (por ejemplo, el Codex Sinaiticus, en el que se basan nuestras traducciones modernas de la Biblia).

Derecha: una reciente recreación de Jesús realizada con inteligencia artificial basada en el Santo Sudario de Turín.

Dejando a un lado la centenaria controversia sobre la autenticidad de la Sábana Santa, obsérvese el asombroso parecido entre el icono más antiguo de Cristo y la imagen de Jesús generada por Inteligencia Artificial, con una brecha de casi 1.600 años entre ellos.

¿Qué significa todo esto para nosotros los creyentes?

Contundentemente y sin duda alguna: que el gran misterio de nuestra Fe no se basa en mitos, fábulas, supersticiones o leyendas, sino en la historia real. ¿Y cuál es ese gran misterio? El Apóstol San Pablo nos dice:

– «E indiscutiblemente, grande es el misterio de nuestra fe: Él (Dios) fue manifestado en la carne …» (1 Timoteo 3:16).

El gran misterio (μέγα μυστήριον) de la Encarnación del Hijo de Dios: es decir, el Mesías prometido por los santos profetas de la antigüedad no solamente es Rey y Salvador, más que eso, es la Deidad encarnada, el Hijo de Dios en forma humana, Emmanuel (עִמָּ֥נוּ אֵֽל), «Dios con nosotros» (Isaías 7:14).

El Hijo que nació de la Santísima Virgen María es verdaderamente Dios, verdaderamente Hombre. Como declaró el Apóstol San Pedro:

– «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mateo 16:16).

Y el Apóstol San Juan igualmente:

– «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios … Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Juan 1:1, 14).

He aquí el gran misterio de nuestra santa Fe Católica: que Dios el Padre, por Su gran amor por nosotros, nos ha entregado a Su único Hijo, para que creyendo en Él, en Su verdadera deidad y en Su verdadera humanidad, por medio de Su gran sacrificio en la Cruz, seamos nosotros incorporados a la santa familia de Dios, que es la Iglesia: el cuerpo universal de creyentes que profesan culto al Hijo de Dios que se encarnó en el vientre de una virgen como declaró el profeta Isaías.

¡Aleluya! ¡Aleluya¡ ¡Aleluya!

Pronto le veremos cara a cara y nos sentaremos a la mesa con Él, mientras tanto, militemos fielmente por Él y por Su reino imperecedero, que es la santa Iglesia, el verdadero pueblo de Dios. Amen.

– «Luego le dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron» (Juan 20:27-29).

Dios, Patria y Libertad

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