LOS BIGOTONES DE OAKLAND
Domingo 10 de marzo de 2024
Por Adrián Arce Patrón
En el entrenamiento de primavera de 1972 Reggie Jackson llegó al campamento de los Atléticos de Oakland con un bigote muy crecido.
En las Grandes Ligas no se había visto a un jugador con bigote desde Stanley “Frenchy» Bordagaray de los Dodgers en 1936.
Entre los equipos y dueños, había una regla no escrita de que los jugadores debían andar afeitados de su cara.
El colorido y controversial dueño de los Atléticos, Charlie O’Finley le mandó decir a Reggie con el manager Dick Williams que se afeitara, pero Reggie le contestó que lo pensaría.
O’Finley, conociendo la personalidad extrovertida de Jackson y su tendencia a llamar la atención, usó la psicología inversa y ofreció un bono de $300 dólares a cada jugador que se dejara crecer el bigote para el día del padre, día que se instauró en el Coliseo de Oakland como «el día del bigote».
El sueldo más alto por un jugador esa temporada era de $100 mil dólares y el más bajo de $9,600. El promedio de la renta era de unos $165 dólares, así que nadie despreció la oportunidad de un bono de 300 dólares y pronto todo el equipo traía su mostacho.
Junto con la pandilla de bigotones, nació una nueva dinastía de los Atléticos que ganaron tres series mundiales consecutivas (1972,73 y 74).
Catfish Hunter, Reggie Jackson y Rollie Fingers (quien por cierto ganó varios de los premios al mejor bigote y que a partir de ese año lo siguió usando toda su carrera y después de retirado) llegaron al salón de la fama de aquella generación y también el manager Dick Williams.
El dueño hacía promociones y dejaba entrar gratis a los hombres que llevarán bigote, así que pronto el equipo de los Atléticos se ganó esa imagen de mostachones y los aficionados empezaron a ponerse a la moda.