Opinión

Candidata moralmente derrotada

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Lunes 13 de noviembre de 2023

Desde siempre López Obrador mostró predilección por Claudia Sheinbaum.

La realidad es que en la contienda por la sucesión, que además inició de manera sumamente anticipada, el presidente nunca mostró imparcialidad. Ni siquiera se preocupó por simularla.

Quienes participaron, siempre supieron que lo hacían en una contienda desigual, donde los dados estaban previamente cargados. Empero, no tuvieron empacho en prestarse a la farsa.

Concluida la encuesta, cuyo resultado ya todos sabíamos con antelación, López Obrador en otro de los actos teatrales y de absoluto mal gusto, que tanto le agradan, entregó el bastón de mando a su sucesora.

El titular del ejecutivo insistió en que el acto no era simbólico, ni una mera formalidad, reiteró que era un relevo total y absoluto y la Sheinbaum estaría a cargo de las grandes decisiones por venir. Aclaración no pedida, acusación manifiesta.

Los mexicanos nunca le creímos, pero al parecer Sheinbaum si y de inmediato palomeó a Omar García Harfusch como aspirante a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.

Los especialistas en los usos y costumbres de la política mexicana entendimos que la línea estaba trazada y que el yucateco sería el bueno para la capital.

Pero los complejos y rencores de López Obrador afloraron y seguramente hizo un berrinche monumental porque su delfina se atrevió a tomar una determinación sin consultarle, amén de que seguro los antepasados del funcionario le hicieron ruido, pues eran nada más y nada menos, que Marcelino García Barragán, de los implicados en el Halconazo y Javier García Paniagua, ex presidente del RIP.

Entonces fue que por arte de mafia, las aguas del mar guinda comenzaron a agitarse y tal como le sucedió a Rafael Acosta (Juanito), apareció la figura de Clara Brugada.

Con la llegada de la ex jefa delegacional, se hicieron presentes también la grilla y los rumores y pese a que García Harfusch era el mejor posicionado en las encuestas, el poder presidencial prevaleció y lo bajaron a macanazo limpio.

El pretexto nunca quedó claro, pero al parecer fue ese engendro ideológico llamado paridad de género.

García Harfusch por lo visto, tuvo muy claro con quien se las veía y prudentemente no abrió la boca. Claudia Sheinbaum tampoco.

Ante los rumores del cambio de los vientos del favor, los analistas estábamos a la expectativa, no creíamos posible que López Obrador hiciera cosa semejante, dejando en ridículo públicamente a su corcholata.

Pero no fue así, para dejar perfectamente claro quien manda, López Obrador impuso a Clara. Por supuesto, nadie protestó, nadie alzó la voz y todos inclinaron la cabeza mansamente.

Lo malo es que López Obrador debilitó abiertamente a su ungida. Hizo patente que su fortaleza es Él.

El presidente puso muy claro, que si Claudia gana, es porque así lo dispone Él. También quedó claro que el escenario pondrá en escena el elenco que decida Él. Y que el resultado de las elecciones será el que quiere Él (y nada de cambiarle ni una coma).

Pero también López Obrador dejó una candidata moralmente derrotada, que acepta ser la marioneta que inaugure el segundo maximato de la historia nacional.

Lástima que la oposición no tenga nadie capaz de hacerle frente al aspirante a cacique. Que pena saber que tenemos al peor de los gobiernos posibles, pero una oposición más mala aún.

Lástima que los mexicanos se limitan a quejarse y hacer chistes.

Pobre México, se avecinan muy malos tiempos.

Seguimos pendientes…

Dios, Patria y Libertad

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