Brigitte Bardot, el mito de la actriz que siempre ha hecho lo que le da la gana
Domingo 22 de octubre de 2023
Es la última de su especie. Al menos, en Francia. Brigitte Bardot (88) es al país galo lo que Sophia Loren (88) a Italia. Son mitos de una dimensión transnacional que, a pesar de ser creaciones humanas con una intención determinada, dentro de un contexto concreto y con un mensaje definido, desde hace siete décadas han fascinado a la prensa del corazón.
Tal y como publicó en 1990 la ex decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB) Mar de Fontcuberta en el artículo de investigación El discurso de la prensa del corazón de la revista Análisi: «El personaje-mito de la prensa del corazón ni se debe a un modelo ni representa a un modelo: lo crea o lo trasciende».
Una de las personas que mejor definió a Bardot fue Simone de Beauvoir al afirmar que «come cuando tiene hambre, tiene sexo cuando le apetece y hace lo que le viene en gana: por eso es tan perturbadora».
En los últimos meses, el estado de salud de este símbolo sexual que fue musa de Yves Saint Laurent y Paco Rabanne se ha ido debilitando debido a las altas temperaturas y su avanzada edad, llegando a estar ingresada en el hospital de Toulon y recibiendo a los servicios médicos en su residencia de la Costa Azul.
Todo ha estado relacionado por problemas respiratorios. Desde 1958 reside en su mansión de Saint Tropez (Costa Azul) La Madrague, desde donde radiografía la evolución de la sociedad para emitir comunicados de su propio puño y letra redondeada con tinta de color azul celeste.
Como no podía ser de otra manera, en todo momento ha estado cuidada por su cuarto marido, Bernard d’Ormale, ex empresario y ex asesor del ultraderechista Jean Marie Le Pen (1975), fundador del partido Frente Nacional al que todavía es afín la protagonista de El desprecio (1963).
El testigo lo ha heredado la hija del veterano político, Marine Le Pen (55), que en la actualidad es diputada de la Asamblea Nacional. Sus alegatos contra los homosexuales, el aborto y los inmigrantes siguen siendo tan perturbadores como su indómita belleza, así como su incansable lucha a favor de los derechos de los animales.
Esta mujer que abrazó el hedonismo, deambuló por el lado salvaje de la vida –intentó suicidarse con barbitúricos en 1983- y se convirtió en icono de la libertad sexual también ha sido noticia recientemente porque el canal France 2 ha estrenado la miniserie biográfica Bardot, a quien da vida una desconocida Julia de Nunez (22), que genéticamente es prácticamente un calco del mito galo.
En la década de los 90 ya tuvimos prácticamente un clon en versión haute couture cuando Karl Lagerfeld concibió y denominó a Claudia Schiffer como la Brigitte Bardot de la moda.
La directora de la serie, Danièle Thompson, contó a Radio Francia Internacional (RFI) que al contactar con la diva para decirle que se rodaría este biopic parcial «me respondió muy amablemente que quería que la dejáramos en paz y que confiaba en nosotros».
Tampoco reprochó ante la publicación del libro Being Bardot, que recopila las mejores fotografías que le hicieron Douglas Kirkland y Terry O’Neill, primer esposo de la actriz Faye Dunaway (82).
Bella hasta llegar al insulto, le importa más bien nada todo lo que se diga sobre ella. Lo tiene meridianamente claro cuando afirma que «la primera parte de mi vida fue como un borrador de mi existencia y en la segunda encontré las respuestas a las preguntas que me planteaba».
Con sólo evocar sus iniciales, BB, la maquinaria de un universo onírico empalma todos los engranajes para evocar un físico que sentó precedentes estéticos.
Ella fue la primera en lucir cintas de pelo elásticas, coletas con lazos, camisas masculinas o jerséis de canalé.
Tan solo otra mujer le hace sombra en cuanto a abreviaturas, CC (Claudia Cardinale). O viceversa, porque la Cardinale también ha tenido sus momentazos al derribar la cuarta pared.
Bardot no concede entrevistas desde hace dos décadas. Vive recluida con sus perros, gatos, burros, gallinas, cabras, chivos, ovejas…
Antes de cumplir los 40 se retiró del cine y durante cinco décadas, sin ni siquiera pretenderlo, ha ido agrandando su propio mito.
Su primer marido, Roger Vadim, moldeó otro tipo de olympien con Y Dios creó a la mujer (1956) y Louis Malle la perfeccionó con Viva María! (1965).
Con su segundo esposo, el actor Jacques Charrier (85) tuvo a su único hijo, Nicolás-Benoit (62), con quien no se habla desde tiempos inmemoriales: «No me importa, no quiero verle más», publicó la revista Elle en su versión francesa.
Su tercer marido fue el empresario y playboy Gunter Sachs, quien encargó a Warhol que pintara su retrato.
Profundizar en un personaje tan icónico es una tarea de proporciones paleontológicas, por lo que conviene precisar que la Bardot no tiene una, sino muchas aristas buenas.
Ella fue quien protegió a una desconocida Ursula Andress (87) quien siendo menor de edad abandonó el hogar suizo paterno para fugarse con un noviete íntimo de la actriz gala.
Cuando los padres de la ex chica Bond se presentaron en casa de la Bardot, ésta la escondió debajo de la cama. Ahí empezó a gestarse el embrión de otro mito erótico.