Opinión

La sombra de la traición

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Lunes 9 de octubre de 2023

La noticia de la incorporación de Rommel Pacheco a MORENA, presumiblemente para obtener la candidatura a la alcaldía de Mérida, ha causado revuelo en el ámbito político.

No obstante, vale la pena señalar que el alboroto ha sido causado más por la defección y sobre todo, por la deslealtad al partido que le dio su confianza, antes que por los efectos políticos que su baja pueda causar.

En efecto, es preciso decir que Rommel no es una figura mediática: los clavados no son un deporte masivamente seguido. Por tanto, pocos son los meridanos, incluso los yucatecos capaces de reconocer al deportista en la calle o en el supermercado.

Si fuera futbolista (digamos Henry Martin) o beisbolista (digamos Juan José Pacho) o boxeador (Guty Espadas por ejemplo), Rommel no podría salir a la calle, sin recibir saludos. Pero no es así, los deportes olímpicos, no son seguidos por todo mundo.

De hecho, su esposa es mucho más conocida que él, por sus apariciones en redes sociales, pese a que su participación es en videos de dudosa calidad y buen gusto.

Amén de ello, Rommel carece de grupo político o estructura electoral que lo respalde. Su caso es el de una figura con conexiones con personajes encumbrados, que le valieron recibir una postulación que evidentemente no merecía, porque política y electoralmente, Rommel no vale nada. Representa únicamente los votos de sus familiares mas allegados, no más.

De manera tal, que puede entenderse la furia de los militantes del blanquiazul, por la traición de un individuo que ocupaba inmerecidamente un espacio que debía pertenecer a algún panista con trayectoria, pero no amerita preocuparse por el daño que pudiera causar. Rommel es tan inofensivo como beberse un vaso de agua.

Pero si bien el chapulineo de Rommel no debe causar alarma alguna, vale la pena que los panistas, especialmente los que competirán por puestos de relevancia, pongan mucha atención a las jugarretas que pueden hacerles aquellos que supuestamente están de su lado, o les han comprometido su lealtad y apoyo.

En efecto, los panistas que contenderán por cargos de elección popular relevantes, debían poner más atención a los enemigos embozados, a los traidores que se disfrazan de cofrades o prosélitos, antes que a los adversarios que de manera leal y evidente les disputarán tales espacios.

Porque todos ellos, aprovecharán la confianza y los recursos de todo tipo, para enquistar personajes encargados de minar, de socavar, de introducir el desánimo, la confusión, el desorden, la decepción, para tratar de echar el barco blanquiazul a pique.

Todos los vemos, de varios hemos advertido, anticipando los daños que pueden causar, las traiciones que pueden cometer, pero no hemos encontrado eco. Nos hemos encontrado con actitudes de suficiencia. Hemos sido mirados conmiserativamente, con actitud que dice: a mi no me quita el sueño, solo a ti consigue hacerlo.

Lo que es un hecho, es que no podrán decir que no les hemos advertido. Que no dimos la voz de alarma a tiempo.

Siempre es preferible y digno de apreciar, un adversario leal, capaz de luchar abiertamente y con gallardía, que un traidor, que aprovechando la confianza, nos da de puñaladas por la espalda.

Los rumores de traición suenan cada vez más fuertes y provienen de personajes que en lo público, han jurado lealtad y adhesión, pero que solo esperan el momento oportuno, para disparar a mansalva.

Deberían los aspirantes panistas a cargos de elección popular rezar la oración que dice: Dios mío, cuídame de mis amigos, que de mis enemigos, me cuido yo…

Seguimos pendientes…

Dios, Patria y Libertad

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