Opinión

No olvidemos el pasado

Spread the love

Lunes 26 de junio de 2023

En tiempos pretéritos (pero no tan lejanos) para ingresar al Partido de Acción Nacional, lo primero que enseñaban al aspirante, eran los motivos y circunstancias históricas que dieron pie al surgimiento del panismo.

A continuación, el aspirante era instruido en los valores y principios partidistas. El resultado era magnífico: militantes con convicciones sólidas y formación ética a prueba de balas.

Es forzoso admitir que con el paso del tiempo, esto se fue olvidando. Ya no se hizo de manera tan puntual como se acostumbraba antaño, haciendo énfasis en el aprendizaje de la doctrina y también se dieron consecuencias: los militantes se fueron haciendo más pragmáticos; perdieron los valores y principios que enfatizaban la formación ciudadana y la brega de eternidad y despertaron el hambre de victoria.

En política, ganar no es malo. Es la alternativa que abre la puerta al cambio, posibilitando la aplicación de nuevos esquemas y programas. El problema radica en que se busque ganar a toda costa, sin detenerse en los métodos y sobre todo, en las consecuencias.

Por lo visto a los panistas de hoy, no se les da mucho el estudio de la historia, como maestra suprema del acontecer político. Según puede advertirse, han omitido recordar sus principios de doctrina y han olvidado de manera peligrosa, que hay victorias que indefectiblemente, terminan derrotando causas.

Bien advertía don Luis H. Álvarez: Nunca nos derrotó la derrota, que no nos derrote ahora, la victoria. Tristemente parece ser que el germen de la debacle moral del panismo, inició con sus primeros triunfos, a finales de los años ochenta y principios de los noventa.

Es obligado referir todo lo mencionado con antelación, para dejar claro que los panistas de antaño, a diferencia de los actuales, eran de otra pasta: no los movía la ambición, ni era la codicia su objetivo. Priorizaban el bienestar social y la unidad partidista. Anteponían la dignidad personal a las victorias. Es oportuno recordar al efecto, otra frase maravillosa de don Luis H. Álvarez, ese campeón del humanismo cristiano, que tanto avergüenza hoy día a los panistas: Nada eleva tanto al hombre, como hincar la rodilla ante Dios, pero nada lo denigra tanto, como arrodillarse ante la injusticia.

Tan extendido preámbulo resulta indispensable, en mérito de hacer notar a nuestros amables lectores, especialmente a los panistas, el riesgo que en la actualidad, significan las ambiciones y codicias desbordadas, que según puede notarse, impulsan a un par de personajes que interactúan dentro de Acción Nacional, pero que no sabemos a ciencia cierta, si son militantes blanquiazules o no.

Decimos tal cosa, porque nos tomamos el trabajo de pretender ubicarlos en el padrón nacional de militantes panistas, pero convenientemente el sitio no funcionaba y al menos en la relación existente en el poder del INE, no figuran.

El riesgo en todo partido de incluir de manera forzada gente ajena a la organización, es que esta no sea aceptada por falta de arraigo y conocimiento entre los afiliados, que con justa razón podrían sentirse agraviados porque se privilegie gente de fuera, anteponiéndola a quienes llevan mucho dando de si a sus colores.

Por otro lado, cuando hay contiendas intestinas y no se sabe poner punto final a las mismas, para cerrar brechas, sanar heridas y buscar unidos triunfar en la contienda, no suelen obtenerse buenos resultados.

Es oportuno recordar al panismo y a la sociedad yucateca en general, lo acaecido en época de Xavier Abreu y Ana Rosa Payán, que pese haber hecho el PAN un buen gobierno, no supo controlar la sucesión, los ánimos se desbordaron y las heridas fueron irreconciliables. Consecuencia: se perdieron las elecciones y se entregó el gobierno.

En la actualidad, esos fantasmas parecen merodear Yucatán nuevamente, merced a las aspiraciones externadas por dos personajes, al parecer ajenos al panismo local y con común origen priista: Liborio Vidal que busca ser candidato a la gubernatura y Rommel Pacheco, que pretende serlo a la alcaldía.

En ambos casos, se oponen a figuras de gran arraigo en el blanquiazul y por lo mismo, sus aspiraciones causan polémica. Ambos se incorporaron a la causa panista de último minuto y ambos tienen actitudes y conductas, que son poco ortodoxas en el mundo partidista.

En el caso de Vidal Aguilar, su problema es su dilatada trayectoria por todo el horizonte cromático electoral y por las actitudes asumidas antaño contra la militancia blanquiazul. No se sabe a la fecha, que el aspirante en ciernes haya ofrecido disculpas por lo acontecido otrora.

En lo que concierne a Rommel, si bien no ha vagado de partido en partido como Liborio, lo perjudica que de manera sumamente reciente buscó posiciones en el PRI y al no lograrlas, optó por hacerlo desde el PAN.

Tanto Rommel como Liborio pretenden contender con figuras que reiteramos, gozan de gran arraigo e identificación con la militancia blanquiazul y que se sabe que en una elección interna, no tendrían nada que hacer frente a sus adversarios de cuna panista, a menos que suceda algo raro, que altere el orden natural de los acontecimientos.

El asunto es, que al parecer, las cosas han ido demasiado lejos ya, la cuerda se ha tensado en exceso y amenaza reventarse.

Urge a nuestro juicio, poner fin a la tensión y las especulaciones y definir de una vez por todas, quiénes serán los abanderados panistas a gobernador y alcalde.

Ello permitirá recuperar a buen tiempo la unidad, cerrando filas y concentrarse en enfrentar de manera eficiente a los rivales en potencia. Definir candidaturas dará también certeza a las alianzas y pactos que puedan establecerse rumbo a los comicios.

Los recién llegados deben entender su condición y ser conscientes de la necesidad de pagar derecho de piso. Suficiente premio tienen ocupando posiciones que pudieran ser para otros, que llevan años picando piedra en el panismo.

El panismo y los panistas deben entender que si los ánimos continúan caldeándose, pudieran tomarse malas decisiones y estas traducirse en malos resultados. Recordemos siempre que las decisiones trascendentales deben tomarse con la cabeza muy fría.

Y sobre todo, los panistas no deben olvidar que de nada sirve tocar magistralmente una melodía, si no se sabe culminar con el acorde final y que de nada sirven los buenos resultados de gobierno, si los empaña la traición. Hay ejemplos recientes, pregunten a sus vecinos, en caso de alguna duda.

Seguimos pendientes…

Dios, Patria y Libertad

Deja una respuesta