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Las Brigadas Femeninas de Santa Juana de Arco

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Lunes 5 de diciembre de 2022

En el origen de esta organización predominantemente femenina, en cuanto a sus tropas y a sus jefes, que realizó de manera ejemplar la síntesis de todos los problemas logísticos de los combatientes y ordeno la indispensable cooperación de los civiles, se encuentra a dos hombres: Luis Flores y Joaquín Camacho, y un sindicato, la UEC, Unión de Empleadas Católicas de Guadalajara.

El 21 de junio de 1927 se fundo en Zapopan la primera Brigada Femenina, compuesta por 17 muchachas.

Esta era una organización militar destinada a procurar dinero, aprovisionar a los combatientes, suministrar municiones, uniformes y refugios, a curarlos y esconderlos, la organización secreta, imponía a sus miembros un juramento de obediencia y de secreto.

La organización se extendió a todo el país. En enero de 1928 se fundaban las primera brigadas en el D.F.

En marzo las brigadas contaban con más de 10 mil militantes. Las militantes eran jóvenes solteras de 15 a 25 años, dirigidas por jefes de los cuales ninguno tenía más de 30 años.

Se reclutaban en todas las clases sociales, y la gran mayoría procedía de las capas proletarias: barrios populosos de las ciudades, mujeres del campo.

Si en sus orígenes, el encuadramiento lo suministraba la pequeña clase media y las jóvenes de las escuelas católicas, los grados fueron ocupados rápidamente por muchachas del pueblo, en un porción de un 90 por ciento, que no hacia sino reflejar la composición de la tropa.

Al nivel de las generales, el origen socioprofecional se mantenía modesto: mecanografía o empleada.

Estas mujeres tomaron muy en serio su papel nunca dudaban en acudir a la violencia, al rapto, a la ejecución, para obtener rescates, proteger a los combatientes y castigar a los espías.

Utilizaban todos los medios, organizaban bailes en los pueblos para obtener la confianza de los oficiales, desvanecer sospechas y obtener información.

Por otra parte, el cuidado de los heridos escondidos en los pueblos o en la ciudad incumbía a las BB, así como la dirección de los rudimentarios hospitales de campaña.

Una muchacha nunca trabajaba en el mismo lugar o por mucho tiempo en la misma rama.

En cuanto alcanzaba cierto grado de responsabilidad, las jefes cambiaban constantemente de identidad y de domicilio.

Las transportadoras de municiones hacían un viaje cada tres semanas como mínimo.

En buena parte la rebelión se mantuvo viva gracias al quehacer de las integrantes de las Brigadas, que avituallaron siempre los integrantes de las tropas.

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