Opinión

La sensibilidad, cualidad primordial en la política

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Viernes 25 de noviembre de 2022

Una de las acusaciones más recurrentes en los políticos es la carencia de sensibilidad y es que en asuntos de carácter social, cuando hace falta tocarse el corazón, muchos suelen voltear hacia otro lado, con la excusa de no ser parte de sus responsabilidades.

Tal es, reiteramos, la actitud de los políticos comunes. No obstante y por fortuna, nunca falta la figura que es capaz de romper el molde y constituirse en la excepción que confirma la regla.

Para clarificar: pudimos encontrar en redes sociales un diálogo entre un internauta y el senador Jorge Carlos Ramírez Marín, suscitado con motivo de la más reciente inauguración de una de las clínicas pertenecientes a la Fundación Wilma Marín.

El internauta indicaba al legislador priista que su labor era dedicarse a la discusión y aprobación de leyes y no a la apertura de clínicas.

El tribuno tricolor le respondió haciéndole notar que ambas cosas eran parte de su responsabilidad, por resumirse ésta en un solo concepto: el servicio público.

El senador subrayó que con solamente sus ingresos, no sería suficiente para abrir tantas clínicas, haciendo notar que los recursos para ellas, provienen de gestiones realizadas entre sus amistades, movidos todos por la convicción de procurar mejores condiciones para los ciudadanos que lo requieran.

Por supuesto, Jorge Carlos no soslayó la trascendencia del quehacer legislativo, entendiendo éste como un ejercicio constante en la búsqueda del consenso, pero puso el dedo en la llaga: la sensibilidad social.

Y es que, por fortuna, Yucatán es todavía un medio en el que todos cuantos interactuamos en el ámbito público nos conocemos y sabemos que si algo caracteriza al senador Ramírez Marín es su sensibilidad.

No hay causa, persona o agrupación necesitada de apoyo, que no sea recipiendaria de su ayuda y solidaridad, no solo a través de su óbolo, sino también mediante la gestión.

La mano de Ramírez Marín es una mano que se tiende siempre, a despecho de los ingratos y bribones que la muerdan. Jorge Carlos ayuda siempre, es un amigo devoto y leal. Es un perenne defensor de las buenas causas.

Ello se debe indudablemente a la educación recibida de cuna. Ello puede constatarse a partir de poner a las clínicas con las que a tantos ayuda, el nombre de quien le dio los mejores ejemplos, le inculcó valores y le inspiró la fe: su progenitora, doña Wilma Marín.

En mérito de ello, es que Jorge Carlos se asume públicamente (circunstancia que lo honra) como católico y también en virtud de lo que se preocupa por hacer siempre, cuanto está a su alcance por el bienestar y la salud de los demás.

Reiteramos lo aseverado con antelación: a México y a nuestra patria chica, le hacen falta con urgencia, muchos funcionarios como Jorge Carlos Ramírez Marín, que se caractericen por su sensibilidad y por hacer del servicio público, una práctica sistemática y cotidiana, realizada no esperando recompensa o reconocimiento, sino en aras de la satisfacción de hacer lo correcto, haciendo cuanto es posible por quien más lo necesita. Gente así decía Borges, sin saberlo, está salvando el mundo.

Seguimos pendientes..

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