Religión

La importancia del discernimiento en los tiempos actuales de confusión

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El día de ayer apareció en youtube este video, publicado por Luis Eduardo López Padilla.

El investigador, intentó defender a capa y espada la legitimidad del pontificado de Jorge Mario Bergoglio Sívori, quien se hace llamar Papa Francisco, en un intento por sofocar el aluvión de críticas que las posturas doctrinales del argentino suscitan.

Es precisamente que los planteamientos bergoglianos sean tildados de heréticos y blasfemos, lo que hace que se ponga en tela de juicio la legitimidad de su supuesto pontificado.

A ello también contribuye la extrema locuacidad de Bergoglio, que no tiene la más mínima idea de lo que significan la discreción y la prudencia, pues por boquiflojo, él mismo ha sido quien se ha endilgado tales epítetos.

Por la importancia del tema, envié el video de marras a varios amigos y contactos y la respuesta fue de variopinta índole: desde la más absoluta indiferencia, hasta el más completo desprecio y total descalificación del material, motivado no por los planteamientos de López Padilla, sino por provenir precisamente de él (argumentos ad hominem les llaman, que no considero sean los más adecuados en estos casos).

Un par de personas me hicieron planteamientos muy oportunos respecto de los puntos cuestionables de los argumentos de López Padilla. Pero nadie hizo un análisis tan cuidadoso y detallado como Beatriz Eugenia Andrade Iturribarría, que me dejó boquiabierto y por eso mismo, lo comparto a continuación:

Argumenta con data (López Padilla), pero resulta que estamos frente al tema de las traducciones: hecho del que ya se ha hablado, en cuanto al término ministerium… (no hace distingo con el munus petrino… En ese sentido, le faltó hablar de la maniobra de Juan Pablo II, para separar ambas realidades, ambos poderes pontificios).

Pasó con vuelo ligero sobre el tema de la MAFIA de San Galo; también sobre que ellos mismos se autonombraron como mafia, y tampoco habló del reconocimiento público de Daneels sobre el chanchullo para imponer al gaucho.

Luis Eduardo es del Opus Dei, y el Opus Dei está al servicio de Bergoglio. Siempre dice que podemos no estar de acuerdo con él, pero jamás se ha metido a argumentar para hablar de los errores (benevolencia en el término, pero Luis Eduardo, no usaría otro) del okupa del Vaticano.

Estamos atravesando un campo minado, durante una noche oscurísima.

Ayer lo comentaba con alguien: tengo la certeza que al salir de foros o redes sociales -con el afán apologético-, uno sale más sucio de lo que entró. Es un ambiente al que defino como pornografía espiritual.

Faltan más horas frente al Santísimo y sobran horas en aquellos espacios online.

Los golpazos que ciertos líderes de opinión católica -en español- , se dieron entre ellos, esta pasada semana, han sido terribles. Sus seguidores quedan más confundidos… El demonio sonríe ante ello.

Si al menos nos uniéramos en una cruzada de desagravio por nuestros pecados y los del mundo, las cosas se modificarían.

Detesto la -secuestrada por los jesuitas- palabra discernimiento; sin embargo, estoy en un tiempo de ponderación, del que confío salir con claridad, para obrar en el futuro.

Que Dios se apiade de nosotros y que su Santísima Madre nos cubra bajo Su manto, mientras esta -aun más espantosa que la primera- torre de Babel se despliega a sus anchas.

Vida sacramental frecuente, oración y penitencia son un buen sendero.

Él estará con nosotros hasta el fin de los tiempos, y al final, el Inmaculado Corazón de María Santísima, triunfará.

Non prævalebunt!

Impecable, mejor dicho imposible. Un servidor quizá añadiría como cereza del pastel y merced a su formación como abogado, lo referente a la nulidad de la renuncia de Benedicto XVI, en relación a los errores ortográficos y gramaticales y lo concerniente a la irregularidad en el exceso de rondas de votación previstas, suscitadas en la imposición de Bergoglio.

En efecto, vivimos tiempos oscuros, horas de confusión, en las que requerimos que el Espíritu Santo ilumine nuestro criterio. Y como muy bien dice Beatriz Non prævalebunt!, no lo permitiremos.

Seguimos pendientes…

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