Religión

Tipo y antitipo: Fariseos-Saduceos y Tradicionalistas-Modernistas

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Por Guillermo Carrera Pereyra

Siendo conscientes que toda la Sagrada Escritura está “celestialmente” dada para conocer la Verdad de Dios, y los acontecimientos pasados y futuros fundados en prefiguraciones de lo antiguo para que conozcamos ese porvenir y mantengamos lo bueno que debemos hacer y lo malo que hay que desechar, en que aplicando lo que estamos desarrollando de la figura que ya ha tenido su prefiguración, el antitipo y el tipo, vemos que en los tiempos de Cristo había dos notorias corrientes confrontadas entre sí pero ambas en el error, una de ellas sobre las herejías contrarias a doctrina, y otra sobre doctrina correcta pero mal aplicada por incomprensión, en que ambos desvíos son producto de la soberbia. Nos referimos a saduceos y fariseos, prefiguraciones del modernismo y tradicionalismo respectivamente, y quienes para aquella época pasada gobernaban el sanedrín eran los saduceos Anás y Caifás, siendo éste último el Sumo Sacerdote en tiempos de la Pasión de Cristo, que como Cabeza de la Iglesia fue Crucificado, semejante a lo que ejecuta hoy el modernismo con el desarrollo de la Pasión del Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia, ya en el camino conclusivo de Su Calvario.

Se puede apreciar que en aquella prefiguración dichas dos corrientes eran totalmente opuestas, y sin embargo se ponen de acuerdo para la Crucifixión de Cristo, por ello esto es un indicio que debemos de observar, en que al hacerlo nos damos cuenta que en la actualidad sucede algo semejante, en que el tradicionalismo por su sana doctrina es evidente en su oposición al modernismo, pero por increíble que parezca está jugando un rol que favorece la Crucifixión del Cuerpo Místico, porque al no comprender el desarrollo de los acontecimientos queda imposibilitada para actuar y aconsejar correctamente. Y como claro ejemplo podemos observar que ante las circunstancias heréticas que se desarrollan hoy dentro de la Iglesia, que obviamente no comparten, aconsejan no desesperar y tolerar porque es algo circunstancial diciendo que en otras épocas también se han vivido situaciones semejantes y que luego pasaron, y por estos consejos erróneos se aprecia que no tienen conocimiento correcto ni aceptan otro tipo de interpretación más allá de lo que ellos mismos transmiten, rechazando que ya estamos transcurriendo unos tiempos conclusivos que serán mutados por intervención Divina en esos Nuevos Cielos y Tierra profetizados en la Sagrada Escritura y correctamente explicados por algunas revelaciones privadas, y esta actitud de incorrecta lectura del signo de estos tiempos es lo que favorece el desarrollo de la Pasión de la Iglesia, por ello, por más increíble que parezca los hace aliados, en que el factor de unión de ambas corrientes tradicionalista y modernista se sintetiza con un sólo término, igual a los fariseos y saduceos: soberbia.

Finalmente mencionemos algo fundamental, y es que había una pequeña y tercera corriente que reconoció al Mesías Verdadero y se encaminó detrás de Él, por lo que a partir de la Pasión integran esa única y verdadera Iglesia que nace en el Calvario recibiendo como Madre y Maestra a la Santísima Virgen, que va a acompañar y aconsejar desde ese primer instante tanto al Vicario primero de Su Hijo, Pedro, a los otros obispos, sacerdotes y también a los fieles durante su permanencia terrenal, rezando junto a ellos en los Cenáculos previos a Pentecostés, porque esta era la misión de la Corredentora y Madre querida por Dios y por ello Cristo La deja unos cuantos años más luego de Su Ascensión junto a esta Iglesia aún niña que necesitaba la presencia y los consejos de su Madre.

Pero una vez que María Santísima es Asunta al Cielo, continúa con la misión encomendada por la Santísima Trinidad desde una mucho más grande dimensión por estar ya en el plano espiritual sobrenatural, en que lo podemos apreciar con sus innumerables manifestaciones a lo largo del transcurso de la historia, y por ello cuando la Iglesia sea atenta en Su escucha a la Madre de Dios y Madre nuestra, se dará por medio de Ella el Triunfo de su Inmaculado Corazón al momento de producirse la Parusía de Su Hijo instaurando Su Reino, dando así cumplimiento a la petición que Jesús nos enseñó a dirigir al Padre en la recitación del Padre Nuestro: “…venga a nosotros tu Reino así en la tierra como en el Cielo”, referida a una situación que no está relacionada al Fin del Mundo en que la tierra ya no existirá más, y por ende indicativa a los capítulos 19 y 20 del Apocalipsis que menciona el Triunfo de Cristo rigiendo las Naciones, ya que “Es Él quien las regirá con cetro de hierro…” (Ap. 19, 15), durante un lapso enunciado de 1000 años durante el cual Satanás estará encadenado, y que una vez transcurrido será liberado por un poco tiempo, en que ahí sí se estará ante la inminencia del Juicio Final, como nos lo relata San Juan viendo a un ángel encerrando al Enemigo: “Y se apoderó del dragón, la serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años, y lo arrojó al abismo que cerró y puso sello para que no sedujese más a las naciones, hasta que se hubiesen cumplido los mil años, después de lo cual ha de ser soltado por un poco de tiempo.” (Ap. 20, 2-3), en que al finalizar este poco tiempo, Satanás será encerrado por toda la eternidad: “Y el Diablo, que los seducía, fue precipitado en el lago de fuego y azufre, donde están también la bestia y el falso profeta (que se encontraban allí desde el comienzo de los mil años como relata Ap. 19, 20); y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.” (Ap. 20, 10), luego de lo cual comienza el Juicio Universal como leemos en Ap. 20, 11: “Y vi un gran trono esplendente y al sentado en él, de cuya faz huyó la tierra y también el cielo; y no se halló más lugar para ellos.”, indicando que recién en este momento la tierra y el cielo material dejan de existir, y comienza la eternidad descriptas en los capítulos 21 y 22, concluyendo el Apocalipsis.

Retomando entonces sobre aquella prefiguración de hace 2000 años que de la mano de María Santísima permanecían alejados del error, hoy el resto fiel es aquél que se deja conducir hacia Cristo por medio de la Inmaculada Madre que nos guía dentro de la Iglesia verdadera sabiéndola identificar sin confundirnos con esa falsa y diabólica que La ha infiltrado para distorsionar la Verdad, en que convivirán hasta el momento que se produzca el gran Cisma de separación, que a diferencia de los de antaño en que el error abandonaba Roma, aquí es la Verdadera Iglesia de Cristo que saldrá de la ciudad de las Siete Colinas en ese pequeño resto fiel a Su Señor y amparados por la Santísima Virgen, retirándose a las catacumbas del “desierto” como menciona Apocalipsis 12, producto de una sanguinaria persecución y a la espera del Triunfo del Inmaculado Corazón de María y el establecimiento del Reinado de Cristo, Nuestro Señor.

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