Sociedad

La violencia simbólica y los riesgos que representa este concepto

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Violencia simbólica es un concepto acuñado por el sociólogo francés Pierre Bourdieu. En las ciencias sociales se utiliza para describir una relación social asimétrica donde el «dominador» ejerce violencia indirecta y no físicamente directa en contra de los «dominados», los cuales no la distinguen claramente o son inconscientes de dichas prácticas en su contra, por lo cual son «cómplices de la dominación a la que están sometidos» (Bourdieu, 1994).

Poder y violencia simbólica

Las prácticas de la violencia simbólica son parte de estrategias construidas socialmente en el contexto de esquemas asimétricos de poder, caracterizados por la reproducción de los roles sociales, estatus, género, posición social, categorías cognitivas, representación evidente de poder y/o estructuras mentales, puestas en juego cada una o bien todas simultáneamente en su conjunto, como parte de una reproducción encubierta y sistemática.

La violencia simbólica se caracteriza por ser una violencia invisible, soterrada, subyacente, implícita o subterránea, la cual esconde la matriz basal de las relaciones de fuerza que están bajo la relación en la cual se configura. Haciendo alusión a Michel Foucault, «el poder está en todas partes». Solo debemos «hacer visible lo invisible».

Creación del concepto por Bourdieu

Este concepto creado por Bourdieu, paralelamente a lo que Antonio Gramsci denominaba hegemonía cultural, y posteriormente clave en su obra teórica, viene formulado en sus estudios sobre la sociedad Cabilia (en «La dominación masculina»)5​ y el sistema educativo francés (en «Los herederos: los estudiantes y la cultura»). Estas dos investigaciones proporcionan los dos ejemplos clásicos de violencia simbólica que el sociólogo propone: La imposición arbitraria de un arbitrio cultural y la reproducción del dominio masculino sobre las mujeres mediante la naturalización de las diferencias entre géneros.

La violencia simbólica está estrechamente ligada a otros conceptos de Bourdieu como:

Habitus, el proceso a través del cual se desarrolla la reproducción cultural y la naturalización de determinados comportamientos y valores.
Incorporación el proceso por el que las relaciones simbólicas repercuten en efectos directos sobre el cuerpo de los sujetos sociales.

Bourdieu nos habla de cómo naturalizamos e interiorizamos las relaciones de poder, convirtiéndolas así en evidentes e incuestionables, incluso para los sometidos. De esta manera aparece lo que Bourdieu llama violencia simbólica, la cual no solo está socialmente construida, sino que también nos determina los límites dentro de los cuales es posible percibir y pensar.

Debemos tener en cuenta que el poder simbólico solo se ejerce con la colaboración de quienes lo padecen, porque contribuyen a establecerlo como tal. Según Foucault, no podemos hablar de relación de poder sin que exista una posibilidad de resistencia. El subordinado no puede ser reducido a una total pasividad sino que tiene la opción de buscar otras formas de responder al poder tanto individuales como colectivas.

Como advierte Bourdieu (1999), la violencia simbólica no es menos importante, real y efectiva que una violencia activa ya que no se trata de una violencia “espiritual” sino que también posee efectos reales sobre la persona.

Para identificar la violencia simbólica lo primero es identificar que este tipo de violencia se ejerce a través de la publicidad, las letras de canciones, del refranero y de los dichos populares, juegos de video, novelas, revistas o caricaturas.

En Campeche se quiere aprobar una reforma al respecto. En la exposición de motivos viene esto: «Con base en lo anterior, se aprecia que la violencia simbólica genera un contexto donde a través de la transmisión de mensajes, valores, normas, signos o cualquier otra situación se refuerza estereotipos de género que de forma indirecta laceran la esfera jurídica de la mujer.»

Decir que las mujeres tienen matriz y que su función biológica es la maternidad, es para la gente partidaria de este concepto, reforzar un estereotipo. También organizar concursos de belleza es reforzar “estereotipos de género “.

En Oaxaca se aprobó esta misma redacción y ya prohibieron todo apoyo económico gubernamental a los concursos de belleza .

Esto per se, constituye una limitante “al libre desarrollo de la personalidad” de las mujeres a las que sí les gusta participar en concursos de belleza.

Tal parece, que a las mujeres, quieren prohibirles serlo.

Seguimos pendientes…

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