Religión

Todo lo que queríais saber sobre el «Plan B» de Papa Ratzinger (y que os atrevisteis a preguntar)

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Por Andrea Cionci

Muchos de ustedes, lectores, se preguntan sobre las motivaciones y los gestos públicos del verdadero Papa Benedicto XVI que parecen entrar en conflicto con lo de la “Sede Impedida”, el Plan B canónico y su sutil revelación en el Código Ratzinger.

Llegados a este punto de la investigación, que encontrareis resumida en sus 60 capítulos, nos parece útil ofrecer un manual de respuestas a las objeciones más frecuentes.

«Papa Benedicto nunca habría hecho una cosa así».

Sin embargo, la hizo.

«Pero cómo pudo permitir que se perdieran tantas almas, dejando su lugar?»

El Papa no es el “niñero de la humanidad” y no es su culpa que se le haya impedido. Sería como acusar a Pío VII de «abandonar a su pueblo» cuando fue detenido y deportado por Napoleón. En cualquier caso, Benedicto XVI sigue señalando el camino y, como el «Katejon», salvando el día cuando el antipapa da saltos excesivos con su programa destructivo e inversor del catolicismo.

Teológicamente, Dios ve en los corazones y juzga según las responsabilidades de cada uno. También existe, para salvar la buena fe de los simples e inconscientes, la doctrina de “SuppletEcclesia”, que obviamente no se aplica a los que están conscientes de la situación.

«Pero Ratzinger dijo que el Papa es Francisco. Lo declaró en una entrevista a “Il Corriere».

No, eso nunca sucedió. En junio de 2019, Vatican News, la agencia de noticias del Vaticano, citó extrañamente (el día antes de que saliera) la entrevista de Massimo Franco a Benedicto XVI, en “IlCorriere”, titulada: «Benedicto XVI: el papa es uno, Francisco.» Y en el texto: «La Iglesia está y debe permanecer unida. Su unidad siempre ha sido más fuerte que las luchas y las guerras internas». Es la certeza de Benedicto XVI que recuerda a todos: «El Papa es uno, Francisco».

Estáis seguros? Hemos releído la entrevista y esto es lo que escribe Massimo Franco:

«A los adversarios de Bergoglio, a menudo conservadores desesperados por una palabra de Benedicto que sonara a crítica de Bergoglio, se les oía responder invariablemente que «el Papa es uno, es Francisco».»

Estaba Massimo Franco allí? Se lo dijeron los adversarios conservadores de Bergoglio o lo dedujo él? Porque ese «El Papa es uno, es Francisco», no es de Benedicto XVI, sino la interpretación personal de Massimo Franco.

Por lo tanto, Vatican News, en una operación periodística extremadamente injusta, ha puesto en boca de Benedicto XVI unas declaraciones de Massimo Franco, haciéndolas pasar por las del Papa.

«Sin embargo, Benedicto XVI juró obediencia a Francisco…».

No, eso tampoco ocurrió. Tanto es así que en «Últimas conversaciones» (2016) Benedicto XVI respondió al periodista Seewald lo siguiente: «Cuando se despidió de la curia, cómo pudo entonces jurar obediencia absoluta a su futuro sucesor? La respuesta de Benedicto XVI: «El Papa es el Papa, sea quien sea».

Él, de hecho, dijo ANTES del cónclave inválido, despidiéndose de los cardenales el 28 de febrero: «Y entre vosotros, entre el Colegio Cardenalicio, está también el futuro Papa al que ya hoy prometo mi reverencia y obediencia incondicionales».

De este modo, dio a entender que su legítimo sucesor sólo podía ser elegido entre los verdaderos cardenales, nombrados por él o por Juan Pablo II y no por ningún antipapa. Un sucesor que todavía espera, en vista, tal vez, de su futura abdicación, pero más probablemente ha aceptado obedientemente la resolución del próximo Papa verdadero (que será elegido sólo entre los verdaderos cardenales) con respectoa su propia Sede Impedida.

Con esta jugada preventiva -sutil e ingeniosa- Ratzinger dijo la verdad, otros pensaron que había jurado obediencia a Bergoglio, pero él nunca lo hizo.

«Pero un verdadero Papa se sacrifica heroicamente por la verdad».

Si se hubiese hecho envenenar, como filtró en el “Vatileaks I” con el llamado «Mordkomplott», el Papa Ratzinger habría obtenido el simple resultado de tener un cónclave legítimamente convocado y uno de sus enemigos modernistas válidamente elegido. Así, hoy tendríamos un verdadero Papa Francisco.

Teológicamente hablando, el Espíritu Santo podría haber impedido la elección del muy poco católico Bergoglio, tal vez  habría sido elegido otro cardenal modernista más suave, pero no menos dañino para la Iglesia y el mundo.

«Si Ratzinger ya no podía ejercer el poder, podría haberlo gritado desde la Plaza de San Pedro durante el Ángelus».

Esta objeción –y pido perdón- certifica que en Italia no sólo tenemos los famosos 60 millones de entrenadores de la selección nacional, sino también 60 millones de papas impedidos.

Incluso si el Papa Benedicto hubiera hecho tal gesto, habría sido censurado o se le habría hecho pasar por loco, dado que los medios de comunicación del mundo le eran hostiles.

No hay más que pensar en la infinitesimal resonancia de su dramática frase «Me quieren callar» en 2020, cuando ya llevaba, de hecho, años en Sede Impedida con la sospecha de prisión consolidada desde hacía siete años.

Además, al poco tiempo, probablemente lo habrían liquidado en represalia y así, como en el caso anterior, el cónclave posterior habría sido válido.

«Pero, cómo espera Ratzinger, con sus 94 años, recuperar el poder?»

No tiene nada que ver con el tiempo de vida del Papa Ratzinger. Benedicto, según el Plan B, ha consignado a la historia y al derecho canónico una renuncia inválida que ha separado para siempre las líneas de sucesión: la suya, que es la papal, y la de Bergoglio, que es la anti papal, como dos familias, dos ADN diferentes.

Todavía no sabemos si la verdadera Iglesia recuperará su sede o si tendrá que resucitar desde las catacumbas, como profetizó el propio Ratzinger, pero lo que a él le importaba era salvar la Fe. 

El “MunusPetrinum”, el título de Papa conferido por Dios, al parecer, se lo llevará Benedicto a la tumba (lo más tarde posible, esperamos) y, por lo tanto, una Iglesia católica reorganizada quizás de forma clandestina, como anuncian varias profecías, tendrá que elegir de forma autónoma un nuevo Papa verdadero, sucesor de Benedicto, (y no de Bergoglio) como en los primeros tiempos del cristianismo.

Así, su Plan B está hecho para perdurar a lo largo de los siglos, está diseñado para separar el trigo de la cizaña a largo plazo con un documento que ya está grabado en la historia, acompañado de sus fantásticos errores de sintaxis.

«Entonces con el Plan B Ratzinger fue desleal y engañoso».

Hace algún tiempo, una mujer secuestrada y golpeada por su concubino llamó a la policía y pidió pizza para ser rescatada. Según el criterio de esta objeción, la mujer fue desleal hacia ese hombre y también sería culpable de insultar a un funcionario público.

Sin embargo, el Papa Benedicto fue tan inteligente y sutil que nunca tuvo necesidad de mentir, (aunque tenía toda la justificación para hacerlo, encontrándose en Sede Impedida), como vimos en la cándida “Declaratio” que sus enemigos quisieron interpretar y forzar a toda costa como una renuncia al papado.

Él fue evangélicamente «astuto como una serpiente, pero cándido como una paloma». Sus enemigos lo hicieron todo por su cuenta.

«Pero cómo pudo pensar que su plan, tan sutil e imperceptible, iba a funcionar?»

Bueno, de hecho funcionó. Él sabe cómo funciona el Logos, la Lógica. Ha sembrado algunas incoherencias macroscópicas, como los errores de latín o el hecho de que siempre repita «el Papa es uno», sin especificar nunca cuál es.

Bajo el escándalo de las demoliciones explosivas de Bergoglio, estaba seguro de que tales semillas germinarían en las mentes de quienes aún no han renunciado del todo al pensamiento lógico y no quieren que el catolicismo se pierda, aniquilado en un proyecto masónico-sincretista-mundialista.

Así, en un momento dado, un Fraile Bugnolo sintió curiosidad por los errores en latín; un Don Minutella se rebeló contra las aberraciones doctrinales de Bergoglio; algún periodista se dio cuenta de que había algo que no funcionaba en la comunicación del «Papa emérito». A partir de ahí, todo empezó a desbloquearse, ladrillo a ladrillo.

No os preocupéis: todo encontrará su debida realización.

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