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El trágico final del simpático cómico del Cine de Oro, conocido como Clavillazo

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José Antonio Hipólito Espino Mora fue uno de los actores más reconocidos del circuito cómico debido a que tenía diversas particularidades que le dieron una personalidad única

José Antonio Hipólito Espino Mora, quien fue mejor conocido como “Clavillazo” fue una de las figuras cómicas más reconocidas de la Época de Oro del Cine mexicano, sin embargo, no muchos saben qué fue de su vida después de brillar en la pantalla grande, por lo que en esta ocasión te diremos a qué se dedicó el resto de su vida y cuál fue su trágico final.

“Clavillazo” nació en Teziutlán, Puebla el 13 de agosto de 1910, fue el segundo de once hermanos y aunque siempre tuvo la inquietud por el medio artístico, tuvo que abandonar su sueño momentáneamente para trabajar en la carnicería de su familia y así poder ayudar económicamente a sus padres y hermanos.

Hasta donde se sabe, “Clavillazo” tuvo un hermano que tenía una discapacidad auditiva por lo que tuvo que aprender a comunicarse a través del lenguaje de señas y dicha habilidad más tarde también se convertiría en uno de sus distintivos debido a que movía muchos las manos con su icónico personaje.

A principios de la década de 1930, Antonio Espino consiguió un trabajo de ayudante general en una carpa artística que se estableció en su natal Teziutlán y no pasó mucho tiempo para que comenzara a tener pequeñas apariciones en las diversas puestas en escena que se presentaban y al confirmar que estaba hecho para la actuación decidió mudarse a la Ciudad de México con la intención de triunfar dentro del ambiente artístico.

Durante la década de 1940 y ya establecido en la Ciudad de México, Antonio Espino comenzó trabajando en pequeñas carpas haciendo comedia, sin embargo, no podía solo vivir de la actuación por lo que cuando no estaba trabajando como actor también vendía perfumes en la calle, posteriormente comenzó a trabajar en la compañía artística de Fernando Soler, quien sería el encargado de enseñarle varios secretos de la actuación y del mundo artístico para que “Clavillazo” triunfara en el ambiente artístico.

Durante varios años, Antonio Espino estuvo batallando actuando bajo los nombres de «Chumiate» y «Polidor», sin embargo, en alguna ocasión se le ocurrió pintarse clavos en los ojos y a partir de ahí adoptó el apodo con el que sería conocido el resto de su vida, “Clavillazo”.

Una vez adoptado su emblemático apodo, la vida cambio para “Clavillazo” pues llegó a tener su propia carpa artística comenzando una prolífera carrera como empresario y una vez que alcanzó cierta fama tuvo la oportunidad de debutar en el cine en la cinta “Monte de piedad” (1951) donde si bien no fue protagonista demostró todo su talento por lo que de inmediato consiguió llamar la atención de otros productores y en poco tiempo logró convertirse en una de las máximas figuras cómicas del momento.

Durante su época de gloria, “Clavillazo” llegó a actuar con las actrices más bellas de la época y en más de una ocasión hizo mancuerna con otros cómicos en diferentes cintas, no obstante, también actuó en solitario dando muestra de su gran talento, durante la Época de Oro del Cine Mexicano, Antonio Espino realizó más de 20 películas.

¿Qué fue de “Clavillazo”?

Al finalizar la Época del Cine de Oro, “Clavillazo” logró mantenerse vigente en el cine participando en diferentes producciones durante la década de 1960, sin embargo, a principios de la década de 1970 disminuyó su actividad pues decidió enfocarse en sus negocios pues se sabe que invirtió en bienes raíces, y para la década de 1980 únicamente apareció en tres películas, “Bohemios de afición” (1984) fue la que marcó su retiro pues como se mencionó antes prefirió dedicarse a manejar su propia fortuna.

«Clavillazo» se retiró a principios de la década de 1980. Foto: Especial 

En cuanto a su vida personal, “Clavillazo” estuvo casado con Ana María Barreiro y hasta donde se sabe nunca tuvo hijos, sus últimos años de vida fueron sumamente complicados en cuanto a salud pues, para empezar, en 1987 sufrió una embolia que le afectó severamente sus capacidades motrices y una vez entrada la década de 1990 tuvo tres conatos de infarto que lo dejaron sumamente vulnerable y para noviembre de 1993 un paro cardiaco terminó de forma definitiva con su vida.

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